Bronca interna en ERC por lo sucedido en el Ayuntamiento de Barcelona
Un sector de Esquerra señala directamente a Pere Aragonès
Lo sucedido el pasado sábado en el Ayuntamiento de Barcelona traerá cola y marcará los pasos de los partidos catalanes desde ahora y hasta el 23 de julio. Junts per Catalunya y Esquerra tenían claro el sábado al mediodía que gobernarían en minoría la principal ciudad catalana y el giro de guion aún no ha sido asumido.
Este diario ya avanzó que nada estaba cerrada y más si se trata de Barcelona en Comú. Pero los independentistas pecaron otra vez de ingenuidad y menospreciaron la capacidad de Ada Colau para mutar. El PSC ya gobierna Barcelona, los Comuns mantienen cargos y es un secreto a voces que entrarán en el gobierno una vez pasen las generales.
Ahora son los partidos independentistas los que deben recomponerse. El pacto de investidura en Barcelona les da alas para la retórica, pero les destroza los planes. A Junts porque el sector más radical vuelve a tener gasolina y mechero. Y a Esquerra porque el partido internamente es cada vez más un polvorín.
Las dos almas de Esquerra afloran y una pide explicaciones
Esquerra vive su momento más convulso en una década. El partido, acostumbrado a luchas internas, parece que vuelve a las andadas.
El alma más independentista mira con malos ojos el pacto entre ERC y el PSC en las diputaciones de Tarragona y Lleida. Y más tras lo que ha pasado en Barcelona hace solo unas horas. Uno no puede señalar a los socialistas y a Jaume Collboni y tejer acuerdos en decenas de municipios y dos de las cuatro diputaciones. No es demasiado coherente.
Pero hay más. Según desvela Quico Sallés en el diario El Món, el sector más izquierdista de ERC señala directamente a Pere Aragonès. El president de la Generalitat es el valedor del acuerdo entre Maragall y Trias, que ha dejado ahora a los republicanos en la oposición.
Y este sector, donde se sitúa por ejemplo Joan Tardà, culpa a Aragonès de no haber llegado a un acuerdo con el PSC y los Comuns. Ada Colau ofreció la alcaldía a Ernest Maragall el primer año y Esquerra ni escuchó la oferta.
No hubo por parte de los republicanos ni la exploración de pacto de izquierdas. Y ahora ERC se ha quedado sin gobernar, sin poder colocar a los suyos y sin el dinero que esto representa para el partido.
La bronca dentro del partido de Oriol Junqueras está servida. Las dos almas -la nacionalista y la de izquierda- ya no se esconden y todas las decisiones serán miradas con lupa por los militantes.
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