Un hombre con barba y bigote lleva un kufiyya rojo y blanco en la cabeza.
POLÍTICA

El atentado de Magdeburgo divide a la sociedad catalana con un debate de fondo

Identitarios y multiculturalistas se enfrentan en las redes antes un caso controvertido y lleno de contradicciones

El pasado viernes un atropello múltiple e intencionado en el mercado navideño de Magdeburgo, en Alemania, causó varios muertos y decenas de heridos. Las autoridades confirmaron inmediatamente que se trataba de un atentado. A partir de entonces, se empezaron a construir dos relatos en las redes sociales.

Las características del atentado llevaron de inmediato a pensar en un atentado islamistas. En Cataluña, Aliança Catalana fue el primer partido en condenar los hechos con una lectura política. Sus simpatizantes se apresuraron a cargar las tintas sobre los peligros del islamismo radical y la necesidad de cerrar fronteras.

Un hombre calvo con traje oscuro y corbata roja hablando frente a un fondo azul con texto borroso.

La historia dio un giro horas después, cuando los medios alemanes empezaron a sacar informaciones contradictorias. El autor del atentado era árabe, pero había renegado hace tiempo del islam y simpatizaba con el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD). Según esta versión, este psiquiatra saudí habría actuado como venganza contra las autoridades alemanas por fomentar la islamización de Europa.

El relato era creíble. Pero luego surgió otra duda. Si realmente era así, ¿por qué atentó precisamente contra un mercado navideño, símbolo identitario alemán, y no por ejemplo contra una mezquita?

Las informaciones sobre el autor del atentado siguen siendo muy contradictorias. La única verdad segura es que esta tragedia da argumentos a unos y a otros para reforzar su relato en pleno debate sobre la inmigración y el islam en Cataluña. 

Dos verdades sobre un suceso complejo

Las informaciones de medios alemanes sirvieron de arsenal para los haters de Aliança Catalana y su entorno. El perfil del atacante demostraría que el verdadero peligro en Europa no es el islamismo radical sino la islamofobia y la extrema derecha.

Los contrarios respondieron con la teoría de la taqiyya, un precepto islámico que permite mentir en favor del islam. Según esta tesis, Taleb mintió sobre su supuesta islamofobia para despistar a las autoridades mientras preparaba su atentado. Esto explicaría su ataque a un símbolo de la cristiandad en lugar de un lugar santo de los musulmanes.

La activista iraní Maral Salmassi sembró la duda al afirmar que en realidad "es un musulmán chiíita radical, como demuestran numerosos tuits". Advirtió que el engaño "se corresponde con la práctica de Taqqiye, una doctrina islámica que permite la mentira y el engaño para promover objetivos islámicos".

Los defensores de esta teoría aprovecharon para cargar contra la prensa alemana. Todo formaría parte de una conspiración del gobierno alemán para ocultar una verdad incómoda que beneficiaría a la extrema derecha alemana en auge. También daría la razón a quienes afirman que los medios convencionales nos mienten, y que para conocer la verdad hay que ir a X.

Qué dice la fiscalía alemana

Los dos relatos tienen parte de lógica y también debilidades argumentales. Lo que parece evidente es que el autor del atentado sufría serios trastornos mentales y que se comportaba de forma errática. Esto añade más incertidumbre a un caso complejo sembrado aún de muchas dudas. 

El relato más fiable por ahora es el de la fiscalía alemana, que habla de un "descontento" del sujeto "con la forma en que los refugiados sauditas son tratados en Alemania". 

Taleb Al Abdulmohsen llegó a Alemania en 2006 como estudiante. En 2016 fue recibió asilo como refugiado tras haber sido amenazado de muerte en su país, Arabia Saudí, como apóstata del islam. El Gobierno saudí advirtió a las autoridades alemanas recientemente sobre este individuo perteneciente a la minoría chií.

Psiquiatra de profesión, ayudaba a mujeres saudíes víctima de violencia de género a huir de su país. Su actitud crítica hacia el islam evolucionó a una crítica radical al sistema de asilo alemana y sus políticas migratorias. 

Las últimas informaciones apuntan a que iba drogado cuando cometió el atropello múltiple. Pero también que el ataque fue premeditado, ya que según se ha sabido llevaba tiempo estudiando el lugar donde ocurrieron los hechos.

Una cuestión de fondo

Más allá de la guerra de los relatos, este suceso ha reavivado el debate de fondo actual en la sociedad catalana. Un debate que tiene que ver con dos realidades paralelas y seguramente intricadas.

Una, la específica situación de Cataluña debido al alto porcentaje de inmigración islámica, más que cualquier otra región de España. Además, Cataluña es un polo del islamismo radical en Europa como demostraron los atentados de 2017. Según fuentes policiales, la mayoría de las mezquitas salafistas de España y Europa se concentran en el territorio catalán.

La otra es el auge de la formación identitaria Aliança Catalana, que ha puesto la cuestión en el centro del debate público. El atentado de Magdeburgo deja muchas dudas pero sirve para refrendar el fracaso del modelo multicultural y la necesidad de un cierre de fronteras. Para ciertos sectores es también la demostración de que el campo de batalla ahora mismo es el de la información.

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