Primer plano de Pedro Sánchez sentado en su escaño con cara de preocupación llevándose la mano a la boca
POLÍTICA

La aprobación de la amnistía deja a Pedro Sánchez en el abismo

La viabilidad de legislatura entra ahora en una fase con más dudas que certezas para el Gobierno

Una vez aprobada definitivamente la amnistía en el Congreso, la ley del perdón a los líderes procesistas entra ahora en el plano judicial. Recursos, dudas, impugnaciones... aún quedan muchas fases para saber si finalmente se puede aplicar este borrón y cuenta nueva a los cabecillas políticos del procés, especialmente en los casos de figuras como Carles Puigdemont o Oriol Junqueras. Sea como sea, la aplicación final o no de la amnistía ahora ya no depende del plano político, sino del judicial.

Así pues, la política española entra en una nueva fase y ahí es dónde pueden empezar los problemas para un Gobierno que, a día de hoy, ha gobernado más bien poco más allá de la amnistía. Prueba de ello es la imposibilidad de sacar adelante leyes como la del suelo, que el PSOE acabó retirando ante la previsión de perder la votación, o la del castigo y persecución al proxenetismo, que el Congreso tumbó hace unos días.

La fragilidad del Frankenstein 2.0

El Gobierno también se vio obligado a prorrogar los presupuestos de este año. Una muestra más de la dificultad de gobernar gracias al frágil apoyo del Frankenstein 2.0. Una coalición de apoyos tan variopinta y unida por necesidad (de todos) que no está claro que pueda tener continuidad a lo largo de lo que queda de legislatura. Una legislatura que aún tiene tres años y medio por delante.

Pedro Sánchez es presidente, sobre todo, por las concesiones a sus socios procesistas. Pero, una vez concedida la amnistía, ¿qué más puede concederles para que lo mantengan en el poder? ERC y Junts ya lo han dejado claro: próxima parada, petición del referéndum.

Montaje de Pedro Sánchez y Carles Puigdemont con el Tribunal Supremo de fondo

Aunque Pedro Sánchez es el rey en esto de cambiar de opinión, el referéndum siempre ha sido una línea roja. Sí, también lo eran los indultos, la eliminación de la sedición, los cambios en la malversación y la propia amnistía. De momento, pero, el Gobierno mantiene (de puertas para fuera) que el referéndum no será una moneda de cambio a sus socios para que Sánchez pueda mantenerse en Moncloa.

Si esto acaba siendo así, ¿qué necesidad tiene ahora Junts de mantener este gobierno, una vez aprobada la amnistía? Aunque los de Puigdemont vendan como un triunfo el resultado del 12 de mayo en las catalanas, es evidente que no fue así.

Los procesistas en general van perdiendo apoyos de sus votantes a cada convocatoria electoral. Y, si renuncian al referéndum para seguir con el peix al cove basado en la financiación y las infraestructuras, deberán justificarlo muy bien ante los suyos para no seguir en caída libre. Solo hacía falta ver ayer la reacción del abstencionismo indepe, que no celebró la amnistía y volvió a cargar contra los que fueron sus líderes.

Así, una vez aprobada la amnistía, Pedro Sánchez se encuentra en el abismo. O cruza la última línea roja que le queda por cruzar (el referéndum), o convence a los procesistas de que vuelvan definitivamente al pujolismo (aunque, con Junts y PNV en el Frankenstein, no tiene mayoría para sacar adelante según qué medidas sociales) o la legislatura podría tener los días contados.

Y ante este último escenario, la duda estaría en si este fin de la legislatura lo acaban provocando los procesistas (pese a la caída libre electoral en la que se encuentran, que de hecho, es la principal arma que tiene el Gobierno para mantener a sus socios -junto con las incertidumbres judiciales de la amnistía-) o lo finiquita el mismo Pedro Sánchez en otro giro de guión al más puro estilo Manual de resistencia

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