
Un año de 'efecto Orriols': el Parlament dispara a Aliança Catalana
AC es la cuota catalana de los vientos identitarios que ahora soplan por toda Europa
Hace un año, las elecciones autonómicas en Cataluña marcaron un cambio importante en la política regional. Aliança Catalana, el partido de Sílvia Orriols, ha sido un actor clave en este giro. En solo 12 meses, el partido ha experimentado un crecimiento rápido, al mismo tiempo que enfrentaba una fuerte oposición del sistema político catalán.
En última instancia, el "efecto Orriols" refleja el malestar social y la preocupación por problemas no resueltos. En este sentido, Aliança Catalana no representa nada original en Europa o España, al contrario, Cataluña ha tardado bastante en tener su cuota identitaria. Lo que sí es particular de Cataluña es que el identitarismo tenga una pulsión secesionista.

En este sentido, AC ha aprovechado el descontento de muchos independentistas que, tras más de una década de fracasos, buscan opciones más contundentes. La frustración por el fraude del procés ha sido un motor clave de su ascenso. Orriols y su equipo se han posicionado como una alternativa a un independentismo que no ha logrado sus objetivos y que, además, ha dejado de lado temas importantes, como la inmigración.
Por otro lado, el auge de Aliança Catalana también responde a la falta de soluciones a problemas sociales apremiantes. Durante años, los partidos indepes se han centrado en el procés y han ignorado temas como la inseguridad o el colapso de los servicios públicos. Como es evidente, la tensión por los flujos migratorios ha contribuido a este descontento, creando un caldo de cultivo ideal para el discurso de Orriols.

La orografía electoral de AC
Por ahora, Aliança Catalana ha ampliado sus bases en zonas rurales y con un alto sentimiento nacionalista. Cabe destacar que uno de los objetivos del equipo de Orriols, con Jordi Aragonès y Oriol Gès como voces destacadas, es afianzar el crecimiento orgánico del partido. El objetivo fundamental es conseguir músculo, tanto en zonas rurales como urbanas, de cara a las próximas elecciones, que serán municipales y autonómicas.
Y uno de los mayores logros de Aliança Catalana hasta el momento es su crecimiento electoral, como refleja el último sondeo del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), que proyecta hasta 10 diputados para el partido de Orriols. Este ascenso responde en gran medida al trampolín que ha supuesto el Parlament, así como la cobertura mediática. Paralelo a esto, los partidos procesistas todavía no han dado la sensación de una renovación real, empezando porque tienen los mismos líderes.

Por un lado, Junts se muestra como un partido atrapado en su propio autismo ideológico, sin una línea política clara y un líder anulado por sus pactos con el PSOE. Por otro lado, ERC ha fiado su suerte al PSC y a conseguir ciertos méritos de cara al electorado nacionalista (financiación singular o el traspaso de Rodalies, por ejemplo).
Este aniversario del 12M, en fin, ha marcado el inicio de una nueva etapa política en Cataluña, caracterizada por una mayor polarización. Aliança Catalana ha sabido captar el descontento de quienes se sienten decepcionados por el procés y su catálogo de problemas no resueltos. La gran incógnita es quién quedará vivo de esta fragmentación entre los partidos independentistas.
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