El año más decisivo y complicado para Pere Aragonès
El 'president' de la Generalitat afronta los últimos compases de su mandato con 33 diputados, dudas internas y la proximidad de unas elecciones que pueden complicarle la gobernanza
Poco imaginaba Pere Aragonès, el 21 de mayo de 2021, que su mandato al frente de la Generalitat de Cataluña sería tan turbulento. Pese a que el acuerdo con Junts no fue sencillo, finalmente el partido de Carles Puigdemont apoyó a Aragonès y se integró en el Govern. Ello y un acuerdo previo —y muy rápido— con la CUP, permitió a ERC asumir la presidencia de la Generalitat por primera vez en la etapa democrática.
Sin embargo, las grietas en el Govern arrancaron muy pronto, con enfrentamientos constantes entre ERC y Junts. Polémicas declaraciones de ataque entre socios airearon lo que ocurría en el interior del Palau de la Generalitat. Una auténtica guerra interna liderada por Pere Aragonès y su entonces vicepresidente, Jordi Puigneró; reflejo de las tensiones entre ERC y Junts, en definitiva, entre Junqueras y Puigdemont.
Todo saltó por los aires en octubre de 2022, cuando Junts decidió abandonar el Govern y dejar de hacer oposición desde dentro del ejecutivo. Ya sin el apoyo de la CUP —que aparece y desaparece con una volatilidad muy superior a la del Guadiana—, Aragonès fue consciente de que lideraba el Gobierno con menor apoyo parlamentario de la historia.
Con tan solo 33 diputados —los de ERC—, el ‘president’ y su ejecutivo han surfeado contra viento y marea en los últimos 13 meses. En este periodo, el Govern ha logrado la aprobación de 15 leyes, entre las cuales los presupuestos vigentes hasta el pasado 31 de diciembre. Sin embargo, se ha visto obligado a hacerlo con sangre, sudor y lágrimas, arañando el apoyo de varios grupos parlamentarios de la cámara.
Un Gobierno con 33 diputados: los apoyos, más caros que nunca
Este mismo escenario es el que se le plantea al Govern en los meses que siguen. ERC afronta el último tramo de la legislatura consciente no tan solo de los 33 únicos apoyos garantizados —los propios—, sino de que todo va a complicarse cuando el Parlament vuelva al trabajo. El horizonte de unas elecciones autonómicas —su límite legal las sitúa, como muy tarde, en febrero de 2025— provoca que los partidos se vean obligados a marcar perfil propio.
La traducción de esta estrategia es evidente: el apoyo externo al Govern va a ser, si cabe, más complicado todavía. Un acuerdo con Aragonès a pocos meses de los comicios puede, según como se comunique, fortalecer al Govern y diluir el perfil del grupo que cede sus votos. Esto no va a impedir acuerdos, pero obligará a ERC a ceder más y a que estas cesiones sean más evidentes, lo que desgastará sin duda a Pere Aragonès y al Govern.
Hoy por hoy se encuentran en trámite en el Parlament un total de 13 proyectos de ley presentados por el Govern. Su eventual aprobación, si no decaen por un agotamiento adelantado de la legislatura, va a ser, en definitiva, más cara que nunca para Pere Aragonès. A ellos se va a sumar un proyecto de ley absolutamente determinante: los presupuestos de 2024.
El presupuesto, decisivo para un posible adelanto electoral
En la aprobación de los números para 2024 es donde Pere Aragonès se juega la continuidad de la legislatura. De lograr apoyos suficientes para el visto bueno a los presupuestos, Aragonès podrá —si así lo desea— convocar las elecciones en su umbral legal, dentro de algo más de un año. Si no lo consigue, las elecciones autonómicas en Cataluña podrían celebrarse en 2024, incluso antes del verano.
Ello explica el acento que Aragonès colocó en los presupuestos en su tradicional mensaje navideño. Reclamó “responsabilidad” a los grupos parlamentarios para aprobar unas cuentas “imprescindibles para seguir avanzando”. Por ahora, no hay noticia de acuerdos con otros grupos, si bien es complicado que el Govern pacte los presupuestos con Junts y la CUP, por sus exigencias y la proximidad electoral.
En Comú Podem —socio presupuestario ya casi habitual para ERC— y el PSC están llamados a ser los dos socios para Aragonès por lo que al presupuesto se refiere. Ahora bien, el horizonte no se prevé fácil a corto plazo: los socialistas han pedido al Govern avances concretos en aquello que pactaron hace un año. Sin pasos adelante en el Cuarto Cinturón, la ampliación del Prat y Hard Rock no va a haber, según los socialistas, un nuevo apoyo.
Inseguridad y educación, dos de las ‘patatas calientes’ de Aragonès
No solo en los presupuestos puede verse mermada la figura de Pere Aragonès al frente del Govern. Es obvio que la gestión del día a día y los temas ‘calientes’ que tiene encima de la mesa pueden provocar un desgaste que ya es manifiesto en su gestión. Son las ‘patatas calientes’ que el Govern tiene sobre la mesa y que, según se ha podido ver en los últimos meses, no es capaz de gestionar con diligencia.
Sin duda, una de ellas es la carpeta educativa, que tuvo en los desastrosos datos del informe PISA su último episodio. Pese al revuelo que se generó por las conclusiones del estudio, la ‘consellera’ Anna Simó respondió a ello sin autocrítica y con medidas inconcretas. Sin especificar exactamente qué hará el Govern para revertir los resultados, se propaga la sensación de que el ejecutivo no es capaz de tomar la alternativa en este ámbito.
Lo mismo ocurre en el campo de la inseguridad callejera, un problema creciente en muchas localidades de Cataluña. Pese al repunte de la criminalidad en toda la comunidad —+6,5% en los tres primeros trimestres de 2023 en comparación con el mismo periodo en 2022—, el ‘conseller’ Elena lanza balones fuera. El responsable de Interior seguía negando la problemática hace un mes, afirmando que “Cataluña es un país seguro pese a la extrema derecha”.
Elena, pues, diluía así cualquier problema de inseguridad y ponía el foco en la “extrema derecha”. Una nueva maniobra para evitar tomar la iniciativa y controlar un problema callejero que ha estallado en 2023 y que en 2024 se situará, de forma evidente, en el centro del debate político, tal y como ya ha empezado a ocurrir.
Un liderazgo en duda: ¿puede Junqueras desbancar a Aragonès?
A todo ello hay que sumarle una variable en clave interna, de partido. A 13 meses como máximo de las elecciones autonómicas, nadie en ERC se ha atrevido a afirmar que Pere Aragonès seguirá siendo el cabeza de cartel de los republicanos. Es evidente que es la opción más probable, al tratarse del primer ‘president’ bajo las siglas de ERC desde la Transición y al encontrarse en su primer mandato.
Pero, a su vez, lo cierto es que no se le ha situado al frente de forma clara. Y si esto es así es porque existen dudas sobre qué puede ocurrir con el presidente del partido desde 2011, Oriol Junqueras. En el caso de que la ley de amnistía entre en vigor antes de las autonómicas, Junqueras vería suspendida su inhabilitación y tendría la posibilidad de ser nuevamente candidato a la Generalitat.
Lo que ocurriría ante este posible escenario es una incógnita que nadie ha despejado todavía. Es probable que Aragonès tuviera que batallar por ser el cabeza de cartel de ERC ante un Junqueras que, cuando es preguntado por la cuestión, no es claro y evita concreciones.
Lejos de reforzar la figura de Aragonès, Junqueras la debilita con las dudas que él mismo siembra. La variable interna es, pues, otro frente del que el ‘president’ deberá estar muy pendiente en los próximos meses.
Ante todo el panorama, pues, Pere Aragonès afronta su año político más complicado. Su debilidad parlamentaria, las dudas a nivel interno sobre su liderazgo, las ‘patatas calientes’ del Govern y la proximidad electoral son elementos que crean la tormenta perfecta. Arranca un 2024 donde Aragonès se la juega en todos los terrenos.
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