Más del 35% de los menores en Cataluña son hijos de inmigrantes
El factor demográfico convierte a la sociedad catalana en una olla a presión
La teoría del gran reemplazo se basa en la constatación de una progresiva sustitución de población blanca europea por pueblos de otros orígenes como los árabes. Se produce por la coincidencia de dos factores. Por un lado, el descenso de la tasa de natalidad europea, y por otro lado, el fenómeno de la inmigración masiva.
La teoría del gran reemplazo ha sido rápidamente tachada como de extrema derecha por la izquierda woke. Lo cual no hace sino esconder un problema real. El modelo multicultural ha fracasado, y estallidos como el de los suburbios franceses demuestran que están en riesgo los pilares de la cultura y la civilización occidentales.
Cataluña se ha convertido en uno de los territorios amenazados por esta realidad. Según datos recientes del INE, más del 35% de los menores de 18 años en Cataluña son descendientes de inmigrantes. Un dato que va al alza y que muestra una clara tendencia demográfica.
Un fenómeno imparable
Según la Encuesta de Características Esenciales de la Población y las Viviendas del INE, en 2021 había 558.000 descendientes de la inmigración en Cataluña. En el 56% de los casos, ambos progenitores habían nacido en el extranjero. El 43% restante tenían uno de los progenitores nacidos en España.
Del cómputo global hay 389.427 inmigrantes que son menores de edad y que representan el 28% del total. A ellos podrían añadirse los 107.688 menores que no nacieron en España y que vinieron con el reagrupamiento familiar. En total, más del 35% de los menores en Cataluña son descendientes de inmigrantes.
Estos datos pueden cruzarse con los del ayuntamiento de Barcelona, a modo de referencia. En 2022, la ciudad condal registró un saldo natural negativo de 4.276 personas y un saldo migratorio de 26.634 personas. Es decir, que en Barcelona el crecimiento de la población se sostiene solo sobre el incremento de la migración.
Una crisis inevitable
A los datos puramente demográficos hay que añadirle el contexto social. La gran mayoría de esa inmigración se concentra en zonas deprimidas y precarias con escasas posibilidades de prosperar. Si en el 2% de los hogares españoles con menores de 16 años todos los miembros de la familia están en el paro, en el caso de los inmigrantes llega al 6,5%.
Llama la atención el hecho de que las cifras de paro se disparan en los hogares de familias de origen africano. Esto favorece la concentración de bolsas de pobreza en barrios con una inmigración masificada. Con el problema añadido de la falta de integración por la procedencia mayoritaria de inmigración no cristiana.
Los expertos avisan de que este fenómeno convierte a Cataluña en una olla a presión. Los problemas de integración y la falta de oportunidades aceleran el proceso de degradación social que puede derivar fácilmente en estallidos de violencia.
La venda en los ojos
Los datos muestran claramente una sustitución demográfica y cultural en Cataluña. Esto, sumado a la crisis social y económica, acerca el panorama a un choque de civilizaciones que ya está teniendo lugar en otros países. En muchos barrios de grandes ciudades catalanas ya se está evidenciando una degradación de la convivencia.
La respuesta de las instituciones sigue siendo mirar hacia otro lado. En Cataluña, el Govern no solo no busca soluciones sino que favorece la sustitución cultural. Esto, a pesar de la advertencia de los expertos de que el problema está a punto de estallarnos en la cara.
Más noticias: