Las alternativas independentistas ponen en un compromiso a ERC y Junts
Sílvia Orriols y la ANC dividen y descolocan a los partidos procesistas
La aparición de nuevas propuestas dentro del espacio independentista ha descolocado a los viejos partidos procesistas. ERC y Junts intentan reconducir sus estrategias con la mirada puesta en el nuevo escenario y las próximas elecciones catalanas. Su reto es neutralizar las alternativas que intentan capitalizar la indignación indepe.
Esquerra siente una absoluta animadversión hacia el independentismo identitario de Sílvia Orriols e intenta combatir su discurso siempre que tiene ocasión. Pero a la vez entiende que Aliança Catalana compite por el votante de Junts, y eso juega a su favor. Por eso les interesa dar campa ancha a Orriols mientras señalan a los de Puigdemont por haber caído en la tentación identitaria.
El endurecimiento del discurso migratorio de Junts es el mejor reflejo de cómo estas nuevas opciones están marcando la agenda política catalana. Los postconvergentes han pasado de fomentar el buenismo a pedir la deportación de extranjeros multirreincidentes. Esto evidencia el temor de los de Puigdemont a que sus votantes se vayan a Aliança Catalana.
Las incógnitas de Aliança y la ANC
Las perspectivas electorales de Aliança Catalana son muy inciertas, porque el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) se resiste a incluirlo en los sondeos. Pero es evidente que Silvia Orriols supone una amenaza más para Junts que para ERC. Su propuesta ocupa un espacio netamente conservador, y eso hace que arañe más votos de los indignados de Junts que de los enfadados de Esquerra.
El sector crítico de Esquerra podría ser más proclive a optar por la lista cívica de la ANC, si finalmente se presenta. Esta sería una candidatura más transversal, que podría atraer tanto al votante de ERC como a los desencantados con Puigdemont. Pero incluso la lista cívica presenta un conflicto dentro del independentismo.
Voces del independentismo, como recientemente Lluís Llach, han mostrado su desafección hacia Junts por haber pactado con el PSOE. Por un lado ven con buenos ojos la creación de una plataforma electoral alternativa que relance las aspiraciones soberanistas. Pero por otro lado son reacios a que sea la ANC quien lidere este proceso.
La lista cívica ha creado un cisma dentro de la propia ANC, donde un sector de exdirigentes se opone a que la Assemblea se presente a las elecciones. Defienden que la entidad nació como una plataforma transversal cuya función es unir al independentismo cívico. Y que su papel está por encima de las disputas entre partidos y las contiendas electorales.
Además, tienen dudas sobre la división que puede generar en un independentismo al que las encuestas señalan lejos de la mayoría en el Parlament. En ERC y Junts contemplan la lista de la ANC como una oportunidad de encauzar una disidencia controlada. Pero a la vez temen dar alas a un proceso que puede acabar hundiendo a los partidos.
¿Y después de las elecciones?
Luego está el problema de la reconfiguración de los espacios después de las elecciones. Si la lista cívica y Aliança Catalana obtienen representación, no está claro el encaje que pueden tener en una eventual mayoría independentista.
¿Aceptarían ERC y Junts compartir espacio con la “extrema derecha” de Sílvia Orriols? Los de Junts podrían hacer la vista gorda como ya hicieron en cierto modo en Ripoll tras las municipales. Pero Esquerra y AC es una alianza antinatural, y los de Pere Aragonès prefirían una alianza con las izquierdas PSC-Comuns.
¿Si la lista cívica es una impugnación al abandono de la vía unilateral por parte de ERC y Junts, cómo podrán ensamblar un espacio unitario con objetivos compartidos? ERC y Junts no abandonarán la estrategia de la negociación con Madrid poniendo en riesgo su alianza con el PSOE. Pero la ANC tampoco puede decepcionar a sus votantes renunciando a aquello por lo cual se ha presentado.
El auge de las alternativas señala a la vez el ocaso de los partidos, pero el proceso no será fulminante e inmediato, y mientras tendrán que gestionar el entretiempo. La realidad es que el movimiento independentista llega a las elecciones catalanas dividido. Y que esto no solo perjudica al propio independentismo, sino que favorece a otros espacios como el PSC que puede aprovecharse de esta situación.
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