Fotografía de Alejandro Fernández en un atril durante un mítin del PP en Barcelona
POLÍTICA

Alejandro Fernández, el rockero solitario del PP que ha vencido a Génova

El líder del PP, fan del grunge, ha sido acusado muchas veces de no saber trabajar en equipo. Pese a su enemistad con Feijóo, volverá a ser candidato el 12 de mayo

Alejandro Fernández tan solo tiene 47 años, pero ya es un viejo rockero de la política. No solo porque le guste el grunge, cuente con más de 2.000 discos y sea amante de una cultura más propia de la izquierda en España. Alejandro se ha ganado un sitio en la política catalana a base de discursos, elocuencia e ironía, aunque algunos todavía lo recuerden por las municipales de 2011.

Quien les escribe estas líneas vivió de primera mano la campaña de las elecciones municipales de 2011. Aquellas en las que el PP de Tarragona puso de moda el "Vota PP, confía en... Alejandro". El "Ale, Ale, Alejandro" fue tomado en modo de parodia por muchos fuera de la ciudad, pero lo humanizó y casi llega a alcalde.

El Partido Popular de Alejandro sacó 7 escaños, los mismos que CiU, mientras que el PSC sacó 12 e ICV tan solo uno. La suma entre populares y convergentes daba la mayoría absoluta y el pacto estaba hecho: Dos años para Alejandro, dos para Victoria Forns. Hasta que llegó directo desde Barcelona Oriol Pujol y frenó el acuerdo. Fernández se quedó sin ser alcalde de su ciudad y CiU inició un descalabro político en Tarragona que todavía dura.

Plano medio de Alejandro Fernández de perfil, hablando desde el atril del Parlament de Cataluña con un traje marrón

Alejandro Fernández, de Tarragona a Barcelona pasando por Madrid

No hay mal que por bien no venga: sin tareas de gobierno en Tarragona, como si tuvo entre 2007 y 2011, Alejandro entró en las listas del PP para el Congreso. Fue diputado hasta 2015 y entabló amistad con Pablo Casado, quien acabaría siendo el relevo de Rajoy. En Madrid el joven diputado tejió algunas alianzas y se situó como el hombre fuerte del partido en la provincia de Tarragona. Gracias a ello pudo ser diputado en el Parlament por esta demarcación en 2015 y repetir -casi de milagro- en 2017. 

A partir de aquí, ya conocen la historia: Enric Millo lo deja, Alejandro Fernández pasa a ser portavoz del PP en el Parlament y en 2018 es escogido presidente del PP en Cataluña. A Alejandro le toca plantar cara en el peor momento del Procés y de su partido. La sombra de corrupción echa a Rajoy de Moncloa y la marca popular baja a mínimos en Cataluña.

Siempre se tiene que valorar a los que aguantan las tormentas y no aprovechan para irse. Lo hizo Iceta en el PSC y Alejandro en el PP. Cuando otros se iban a Ciudadanos, hasta a VOX, el de Tarragona se quedó y usó su dialéctica para plantar cara. Fue así como se ganó el respeto de aquellos que no piensan como él y fue derribando poco a poco algunos muros.

Alejandro Fernández viene de una familia humilde, trabajadora, que llegó a Tarragona desde Asturias. Con un padre de derechas y una madre de izquierdas, vivió la política como algo normal desde pequeño. Supo que quería ser político y se lo tuvo que trabajar desde joven. Sin padrinos, solo. 

Imagen de los líderes del PP Alberto Núñez Feijóo y Alejandro Fernández, desafiantes, con un fondo en llamas

Aquí quizás reside el fundamento de la principal crítica que recibe Alejandro en su partido: la dificultad, aseguran, de verle trabajar en equipo. "Hay amigos íntimos, amigos, conocidos, adversarios, enemigos, enemigos mortales y... compañeros de partido", decía el italiano Giulio Andreotti. Y no le faltaba razón: es mucho más difícil tener amistad con alguien de tu formación que con otros. De aquí que su relación con Dolors Montserrat sea nula o que su vínculo con Manuel Reyes o García Albiol sea simplemente cordial.

Alejandro, que fue profesor universitario en la URV, tiene ahora una nueva vida. Presentó batalla -ideológica a Feijóo- y marcó perfil propio en un nuevo PP que se encuentra cómodo en la indecisión. Tras sufrir lo peor del Procés, el tarraconense no estaba dispuesto a hacer como si nada con Puigdemont y compañía y se plantó. Sorprendentemente, ha ganado la partida gracias a las bases y pese a la insistencia de muchos en Madrid que querían venganza.

En 2018, algunos veían a Alejandro Fernández como un interino en la dirección del PP catalán. Lleva ya seis años y se asegura seguir siendo el líder del partido en el Parlament. Los viejos rockeros -que me perdone- nunca mueren. De momento, la vida política de Alejandro, tampoco.

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