Ada Colau, ¿el principio del fin?
La exalcaldesa se ha convertido en un estorbo para la formación de un tripartito en el ayuntamiento de Barcelona y en el
El espacio de la izquierda transformadora que nace con Podemos y culmina con Sumar se encuentra inmerso en una profunda crisis. También en Cataluña, donde a pesar de todo Ada Colau creía que podría capear el temporal. Su estrategia era clara, entrar en el gobierno de Jaume Collboni en Barcelona y formar un tripartito con PSC y ERC en el Parlament.
El problema es que la figura de Ada Colau está agotada y la exalcaldesa de Barcelona ha pasado de ser la solución a ser un estorbo. PSC y ERC condicionan la entrada de BComú en el gobierno de Barcelona al sacrificio político de su líder. Si Ada Colau no renuncia y los Comunes no entran en el gobierno, el tripartito en el Parlament se aleja.
Los destinos de Ada Colau y los Comunes se entrelazan así de forma trágica. Tanto Colau como los Comunes necesitan tocar poder para no acabar reducidos a la nada, pero ahora mismo parece que ambos son incompatibles. Si Ada Colau persiste las aspiraciones de su partido se complican, y viceversa, la supervivencia de los Comunes depende de que Ada Colau dé un paso al lado.
Ada Colau, un estorbo para su partido
Ada Colau se ha convertido en un estorbo para su partido. En Barcelona supone un freno para la entrada en el gobierno municipal, ya que su figura genera recelos tanto en el PSC como en ERC. La configuración de un tripartito en Barcelona es clave para poner en marcha la operación tripartito en el Govern de la Generalitat.
Con las elecciones catalanas aún lejos, la primera batalla se está disputando en el terreno de los presupuestos en Barcelona y en el Parlament. Unos y otros insisten en que no hay intercambio de cromos, pero la realidad es que los tres partidos tienen intereses comunes. ERC ya anunció su intención de aprobar las cuentas de Collboni, y el PSC ha anunciado hoy mismo un acuerdo para la aprobación de los presupuestos en el Govern.
La incógnita son ahora los Comunes, que pese a la necesidad de entrar en el juego con PSC y ERC siguen dando largas. En Barcelona condicionan la aprobación de las cuentas a entrar en el gobierno de la mano de Ada Colau, mientras que en Cataluña esgrimen el Hard Rock como principal obstáculo. Detrás de esta intransigencia estaría la propia Colau, que ahora mismo prioriza su salvación personal a la de su partido.
¿El principio del fin?
La realidad es que la figura de Ada Colau lleva tiempo cuestionada dentro de la filas de su propio partido, donde ahora la ven como un estorbo. La exalcaldesa aún tiene ascendente dentro de BComú, pero en el espacio de En Comú Podem es Jéssica Albiach quien tiene las riendas. Su liderazgo es clave para la consecución de un tripartito en Cataluña.
La exalcaldesa ha mantenido hasta ahora firme su posición, pero el tiempo se agota y las presiones van en aumento. En su partido creen que más temprano que tarde tendrá que asumir que su tiempo ha pasado y dar un paso al lado. La propia Colau sabe que en su caso dar un paso al lado supone asumir su final político.
Hay otro elemento en contra de Colau, y es que en su partido creen que es el momento de aparcar los personalismos y asumir una nueva etapa desde la humildad. Los Comunes son conscientes de que están en proceso de reconstrucción y que serán el eslabón débil de un eventual tripartito con PSC y ERC. Por eso creen que hay que remar a favor haciendo política sin grandes aspavientos, y esto implica dejar a un lado los egos como el de Colau.
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