La yenka de Pedro Sánchez
La Yenka devuelve siempre al danzante al puesto de salida: Sánchez se ha meneado mucho para no moverse un centímetro
El conocido estribillo de a Yenka puede servir hoy, al ciudadano desconcertado, como guía para entender los recientes movimientos políticos de Pedro Sánchez: “izquierda, izquierda, derecha, derecha, delante, detraś, un, dos, tres”. Con esto nos basta y nos sobra.
En el eje lateral, Pedro se mueve de derecha a izquierda con total desahogo: un día puede abrazar la causa Palestina, al mismo tiempo que vende armas a Israel, y al día siguiente abrazar a Joe Biden después de renegar de la OTAN. Esto siempre le ha dado igual.
La novedad es el “delante, detrás” con el que nos ha obsequiado en este último fin de semana de abril, con su amago de dimitir y sus toneladas de victimismo bobalicón. Ahora me voy, ahora me quedo. Por supuesto, la Yenka devuelve siempre al danzante al puesto de salida: Sánchez se ha meneado mucho para no moverse un centímetro.
Eso sí, durante sus contoneos ha ido recogiendo el combustible que necesita para seguir “con más ganas que nunca”: el motor de Pedro el Demócrata funciona quemando toneladas de una mezcla perversa de fanatismo y cursilería, que la progresfera le ha servido torrencialmente estos días. Almodóvar llorando, Marisa Paredes jadeando, Silvia Intxaurrondo firmando manifiestos, Jordi Évole jugando al geoestratega…
El famoso equipo izquierdista de Opinión Sincronizada ha hecho horas extras estos días, reduciendo la cuestión a un binarismo insoportablemente estúpido: o Pedro o Fascismo. Atacar al presidente es atacar a la democracia, querer investigar los trapicheos de Begoña es “hacer el juego a la utraderecha”.
Así las cosas, España queda a expensas de un par de jueces y, según los más conspiranoicos, de la paciencia del Mossad, que tendría en su posesión los famosos tres gigas de información robados por el porgrama Pegasus directamente del móvil de Sánchez.
A cosas peores hemos sobrevivido, no cabe duda, pero lo peliagudo es que ahora tratamos con un maquiavelismo hueco, carente de objetivo, cuya única razón de ser es la egolatría mareante de un mediocre con modales de dependiente de Cortefiel. ¿Caerá Sánchez? Por supuesto que caerá, más pronto que tarde, con todos sus Bolaños & Begoñas, con sus Almodóvares Llorosos y sus charos histéricas.
El problema es que querrá llevárselo todo por delante en su caída, como el ladrón que vuela el edificio para borrar todo rastro. Recuerden que aquí lo leyeron primero.
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