Vuelve Carles Puigdemont, presenten sus quejas a Pedro Sánchez
La candidatura de Puigdemont al Parlament es ya algo asumido por su entorno y no se podría entender sin la voluntad de Pedro Sánchez de rehabilitar a los líderes del Procés
Querían caldo, pues dos tazas. Pere Aragonès convocaba esta semana elecciones para el 12 de mayo con la intención de coger desprevenidos a sus rivales, entre ellos a Junts per Catalunya. Lo que pasa es que sabe más el diablo por viejo que por diablo y los herederos de Convergencia responden al desafío subiendo su apuesta. Prepárense: vuelve Carles Puigdemont, el presidente legítimo, el guerrero de Itaca, el que levanta cadenas y nunca se rinde.
Ya lo sé, yo tampoco estoy preparado para tal turra. Volverá la fe ciega, las tietes de Twitter con su fotografía y las proclamas vacías que quedarán en nada. Me sorprende que Carles Puigdemont se preste a esto y aún tengo esperanzas que decida quedarse de eurodiputado, pero todos los caminos llevan a Waterloo.
El mal rollo entre Esquerra y Junts es tal que el partido de Jordi Turull tiene ganas -no saben cuantas- de echar a Pere Aragonès de la Generalitat. Es algo irracional, como el culer que prefiere que pierda el Madrid a ver ganar a su equipo. Y es evidente que con Carles Puigdemont de cabeza de cartel, la cosa para el pequeño presidente se complica. El problema, como he dicho antes, es el ruido, las manifestaciones, el "no surrender" y toda la performance asociada a la vuelta de Puigdemont.
Yo lo confieso, me coge ya mayor y no estoy para estos trotes. El post uno de octubre se debería haber construido con otros líderes, apartando a los culpables de lo sucedido. No tiene ningún sentido que Carles Puigdemont, el president que no preparó nada, que envió a la gente delante de la policía sin tener un plan B, pueda ser rehabilitado. Pienso lo mismo de Pere Aragonès, segundo de Junqueras en el Govern por aquel entonces. Esta gente no está legitimada para nada, mucho menos para presentarse.
Carles Puigdemont se lo debe todo a Pedro Sánchez
Lo que sucede, amigos, es que la culpa no es estrictamente de ellos. Hay quien los ha rehabilitado, quien ha permitido que ahora puedan volver a presentarse. Puigdemont y los otros actores de 2017 no se irán, no saben donde ir. Viven de la política, de lo sucedido sin saber demasiado qué hacer. Es Pedro Sánchez y su fragilidad quien les ha regalado una segunda vida bajo la mentira de la reconciliación. Junts y ERC ya han negado un futuro pacto con el PSC: no hay reencuentro, no existe la nueva etapa.
La vuelta de Carles Puigdemont como candidato al Parlament es un déjà vu. De los malos, de los que te hacen levantar a media noche sudando y con la boca seca. Es el símbolo de que una parte de Cataluña decide no avanzar, seguir instalada en una rueda de hámster estática.
Es una mala noticia para Junts, aunque no lo sepan. El partido empezaba a tener ideología, a alejarse de la izquierda dogmática para volver a pensar en la economía productiva. Con Puigdemont, vuelve el monotema y se aleja la política de verdad, la que discute sobre impuestos, seguridad y gestión de la inmigración. Démosle las gracias a Pedro Sánchez, una vez más.
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