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OPINIÓN

El elixir del cuarto espacio independentista

Tras el anuncio de las elecciones en Cataluña, vuelven a surgir nuevas candidaturas independentistas para ocupar el mal llamado cuarto espacio independentista

Por sorpresa de nadie, ahora que nos estamos adentrando en la precampaña electoral, vuelven a surgir nuevas candidaturas independentistas para ocupar el mal llamado cuarto espacio independentista. Mal llamado porque, en la situación actual, ni cuarto, ni tercero, ni segundo; quien ocupe este espacio será el primero y único partido independentista del arco parlamentario catalán, y quizás ni así.

Ahora algunos os sorprenderéis por este “quizás ni así”, pero solo hace falta ver el perfil que nos marcan cada uno de ellos.

Primero, tenemos al partido de la alcaldesa de Ripoll que, según algunas voces informadas, aún no tiene claro si participar en la próxima contienda electoral. De hecho, ni siquiera ellos mismos han hecho ningún comunicado al respecto, parece que están esperando hasta el último momento para tomar la decisión.

Este espacio, liderado por una mujer con carácter y que lleva un largo bagaje de militancia nacionalista, ha variado bastante el discurso en clave nacional, y lo ha centrado mayoritariamente (por no decir completamente) en la inmigración. No digo que sea una mala opción, simplemente es su opción, pero es evidente que hay maneras de afrontar los problemas que exponen con más perspectiva nacional que no de confrontación.

Segundo, la Lista Cívica. Sinceramente de esta sucursal de Junts poco podemos esperar. Será una repetición de la jugada de lo que ya ha pasado en los últimos años con otras sucursales de Convergència: la presentan como gran disidencia y finalmente acaban convergiendo todos en el mismo lugar, que casualmente será Junts.

Duele porque los años han pervertido lo que era una Asamblea Nacional Catalana firme, para despersonalizarla hacia una especie de satélite en la órbita del procesismo. Sobre todo duele porque hay mucha base, en especial de gente mayor, entusiasmada y trabajadora, que sucumbe a todas las patrañas que la organización está urdiendo en los últimos años.

En tercer lugar, tenemos el ejemplo gráfico de que la derrota política tiene muchas formas, y que cuando esta sucede se debe seguir al pie del cañón si no quieres caer en el descrédito. Posiblemente, ya sepáis a quién me refiero, y es a la candidatura de Alhora; la plataforma de Ponsatí y Graupera. Es la candidatura que va más sobrada de cociente intelectual y de experiencia política institucional, no tengo ninguna duda.

Su gran escollo es el pasado. La derrota de Primarias en 2019 en Barcelona (en un contexto muy difícil, hay que remarcarlo) y el abandono del gobierno catalán a los ciudadanos que estaban en la calle en otoño de 2017, pasan factura a Graupera y Ponsatí, respectivamente. Son dos mentes excepcionales, dos personas que sabrían cómo hacer que este país avanzara hacia sus propósitos nacionales, pero que en un caso la mala suerte y en el otro las malas compañías, les jugaron una mala pasada.

En último término tenemos al partido que lleva más tiempo esperando su momento, un partido que se ha formado por dentro, por fuera, ha crecido y se ha encogido, que ha ganado y ha perdido, un partido que ha pasado muchos altibajos, pero que ahora, finalmente, parece que no solo ha encontrado su camino, sino que está experimentando un crecimiento y una mejora cualitativa como no habían logrado hasta ahora.

Los más entendidos ya sabréis que hablo del Front Nacional de Catalunya, el FNC. Un partido que comenzó siendo algo minoritario que desde fuera se veía como cuatro frikies, pero que quienes hemos tenido la oportunidad de conocerlos hemos visto cómo su programa firme y su ideología huye con creces del frikismo. Ciertamente, algunos obstáculos del pasado les pesan: la marcha de Orriols, por ejemplo; pero su consistencia y compromiso en estar presentes en todas las contiendas electorales pasadas y futuras, incluidas las europeas y las catalanas, como hemos sabido últimamente, los hacen un actor fijo del panorama político catalán, solo queda ver si serán actores protagonistas, actores de reparto o elenco de la productora.

Cuatro partidos para conseguir un cuarto espacio. No es novedad que a los catalanes no nos gusta ponernos las cosas fáciles, pero más bien yo diría que hay alguien (porque, sí, queridos, en Cataluña hay gente que maneja todos los hilos) a quien no le interesa poner las cosas fáciles. Lo que tengo claro es que muy probablemente para conseguir este cuarto espacio independentista de verdad, sólido y nacionalista, nos haría falta idear una poción, un elixir formado por las partes aprovechables de cada uno de ellos.

Si yo fuera el cocinero, me cuidaría de medir y agregar las proporciones apropiadas de cada ingrediente. Del primero, pondría su cara conocida, la popularidad de la lideresa y todo el hooliganismo que tiene detrás. Del segundo ingrediente pondría la base, la de gente mayor especialmente, el inmenso trabajo de las tías para sacar adelante cualquier proyecto es un pilar fundamental en nuestra casa.

El tercer ingrediente nos aportaría la proporción justa de inteligencia y experiencia política, la institucionalidad y el saber hacer, para ser capaces de tejer estrategias que abarcaran la transversalidad del independentismo desde la derecha al centro-izquierda. Y del cuarto y último ingrediente tomaría muchas cosas, pero sobre todo su ideología, formada y trabajada durante años por grandes intelectuales de nuestra tierra; también a su militancia, la más joven de todos los partidos del espectro catalán, organizada en el territorio de una manera que ningún otro partido político sin representación ha conseguido hasta el día de hoy.

No sabemos si para ejecutar esta receta hará falta un chef o tan solo un cocinero, lo que es claro es que lo que sí será necesario es la disposición de alguien a encender los fogones.

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