Imagen en blanco y negro de Ruben Wagensberg y Ricard Ustrell con un avión de fondo con las bandera de los Estados Unidos y de Suiza

OPINIÓN

Ricard Ustrell a Hollywood, Wagensberg a Suiza

El insigne Ricard Ustrell, novelista de renombre internacional, fue comisionado por la Corpo para ir a cubrir la noche de los Oscars a pie de terreno, en su caso, desde la habitación de un hotel de Los Angeles

Imagen del Blog de Octavio Cortés

Estos días hemos sido testigos del modo en que las arcas públicas catalanas, tan sufridas, siguen funcionando como las Cataratas del Niágara en cuanto a abundancia, a caudal torrencial, a fragor milenario.

Cuando apenas nos habíamos recuperado de las recomendaciones acerca de usar sangre menstrual para regar las plantas de casa (qué podría salir mal), nos encontramos con que el insigne Ricard Ustrell, novelista de renombre internacional, fue comisionado por la Corpo para ir a cubrir la noche de los Oscars a pie de terreno, en su caso, desde la habitación de un hotel de Los Angeles.

Lo que aún no sabemos es qué diferenciaba esa habitación de hotel de cualquier habitación de Barcelona, o de Vilafranca del Penedés, dotada de un aparato de televisión, pero es de suponer que debe haber razones técnicas importantísimas. La retransmisión nos dejó momentos memorables, como el que se produjo cuando desde la habitación de al lado se quejaron del ruido a altas horas de la noche y Ustrell tuvo que bajar el tono de voz.

Ricard Ustrell en los Oscars 2024

Por los motivos que sean, la vocación viajera de Ustrell no le llama a desplazarse a Haití, donde quizás podría ser cocinado por hordas caníbales no advertidas de la toxicidad del producto, o al frente de Ucrania.

Por su parte, el diputado Wagensberg se ha embolsado sus 14.000 euros en dietas, a pesar de estar residiendo en Suiza, cuna del anticapitalismo. No se ha instalado en Caracas, no, ni entre los refugiados de la isla de Lampedusa, que tanto necesitarían de su apoyo republicano y progresista, no. Ha escogido Suiza para mejor atacar al libre mercado y al hetero patriarcado, seguramente porque no había suites premium disponibles en el Waldorf Astoria de Nueva York.

El hecho de que Wagensberg asegure que su actividad parlamentaria puede continuar desde su esforzado exilio, nos puede hacer una idea de hasta qué punto dicha actividad parlamentaria resulta insignificante para el Parlament en concreto y para la Humanidad en general. 

¿Podrá Wagensberg acogerse a la amnistía, y así unirse a los Comandos Freak de Waterloo, en su ansia por regresar a toda prisa al estado fascista que les oprime? Estas son cuestiones de alta política, de geoestrategia global.

Quizás los de Open Arms podrían fletar una expedición por carretera y devolverle a Cataluña por razones humanitarias, con una manta de la Cruz Roja y un botellín de zumo de piña. O quizás prefiera seguir, entre siesta y siesta, con su lucha heroica y alpina contra el fascismo internacional, visto lo lucrativo del negocio. Esperaremos con ansia las novedades del caso.

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