Imagen del Doctor Robert con diferentes formas de cráneos

OPINIÓN

La mancha de Balaguer

El 14 de marzo de 1899, fue un día muy especial para el doctor Bartomeu Robert, un “alcalde inusual” de Barcelona

Imagen del Blog de Joaquín Rivera Chamorro

El 14 de marzo de 1899, fue un día muy especial para el doctor Bartomeu Robert. En esa fecha tenía comprometida una conferencia en el Ataneo Barcelonés que llevaba por título “La raza catalana”. El salón de cátedras estaba hasta la bandera y el doctor fue acogido por sus paisanos con una encendida ovación. 

Un alcalde inusual

La razón por la que era un día tan significativo para D. Bartomeu descansaba sobre el anuncio que acababa de hacerle el recién nombrado gobernador civil de Barcelona, el general de brigada José Marina Vega. Puede que al lector le llame la atención el hecho de que un militar, que luego veríamos en la primera campaña de Melilla, fuera el designado por el Gobierno de Francisco Silvela para la responsabilidad civil del orden público, pero esto fue algo recurrente en las principales ciudades españolas. Marina había comunicado al doctor Robert su nombramiento como alcalde de Barcelona, nada más y nada menos.

El doctor Robert era un médico de reconocido prestigio, catedrático de la Facultad de Medicina de Barcelona y un profesor destacado. No pertenecía a ninguno de los partidos dinásticos que se turnaban en los Gobiernos de una monarquía regentada por María Cristina hasta que su hijo Alfonso alcanzara la mayoría de edad. Fue también presidente del Ateneo de Barcelona. 

El doctor Robert sobre 1899

La derrota española contra los Estados Unidos y la pérdida de los últimos territorios ultramarinos tuvo en Cataluña más impacto que en ninguna parte. Las proclamas patrióticas que se habían oído en la Ciudad Condal, vitoreando a las tropas que embarcaban hacia Cuba, se habían tornado en dura crítica. Las demás regiones españolas se veían atrasadas y, ahora, que ya no existía el comercio con la principal isla del Caribe, la burguesía catalana comenzó a mirar hacia el incipiente regionalismo que se elevaba con voz crítica contra conocidos males de la Restauración: El caciquismo, un sistema centralizado con los únicos escalones administrativos de ayuntamiento, diputación provincial y estado, y el tejemaneje electoral que propiciaba el turnismo.

Cuando las desgracias llegan, todo el mundo busca culpables y clama soluciones. Un general, el que estaba al mando en Filipinas el día que José Rizal era fusilado de espaldas por traidor, Camilo de Polavieja; había lanzado un manifiesto a la nación señalando aquellos males y proponiendo una mayor descentralización. En él se aprecia la influencia de la Unió Catalanista. No consiguió su objetivo, pero fue nombrado ministro de la Guerra en el Gobierno Silvela, en cuya designación se aprecia, también, un signo hacia los regionalistas.

Parte de la burguesía, de la grande y de la mediana, que habían participado del caciquismo, callado sobre los males endémicos de España y encabezado manifestaciones de patriotismo cada vez que una crisis lo demandaba, veía ahora el catalanismo y la descentralización como una necesidad y urgente paso hacia el regeneracionismo.

El doctor Roberts había leído un manifiesto a la reina regente defendiendo la reforma del Estado, la misma que Polavieja había redactado en el suyo. En cualquier caso, nuestro prestigioso protagonista no era un político ni pertenecía a partido alguno. Aunque se confesaba regionalista, no formaba parte de las filas de la Unió Catalanista, principal organización reivindicativa de ese momento y en la que se prodigaban los Prat de la Riba, Carner o Francesc Cambó. 

Dolicocéfalos y braquicéfalos

Tras un brevísimo introito explicando que le acababan de dar una magnífica noticia, pero que no había tenido tiempo de cancelar la conferencia, comenzó el prestigioso doctor su exposición en el Ateneo.

El doctor Robert, la mancha de Balaguer y los tipos de cráneos

Su tesis versaba sobre el índice cefálico, dicho sea para los mortales, la relación existente entre los ejes o diámetros del cráneo y las denominaciones que de ello derivan. 

Los principales caracteres anatómicos para la clasificación o distinción etnológica clasificaban los cráneos en dolicocefalia y braquicefalia. El profesor, para ilustrar su peroración, apoyaba su báculo en dibujos de cabezas humanas que aportaban todo lujo de detalles.

A continuación, hizo referencia al estado actual etnológico de España mediante una representación gráfica con un mapa pertinentemente coloreado. “La región más dolicocéfala de España son las provincias del reino de Valencia, y como braquicéfalas a las de Asturias y parte de Galicia, siendo notable una mancha braquicefálica en Cataluña en la región de Balaguer”.

Tras ello, se concentró en Cataluña, afirmando que el tipo dominante de esas tierras era la Mesaticefalia, ósea, un promedio entre dolicocéfalos y braquicéfalos con mayor tendencia de los segundos en la región del Rosellón.  Los mesaticéfalos se extendían en las provincias de Gerona, Barcelona y Lérida, con la excepción de una mancha en Balaguer de irreductibles braquicéfalos. 

En cuanto a los tarraconenses del extrarradio, estos presentaban similitud, etnológicamente hablando, a la región aragonesa. Sin embargo, los tarraconenses de la capital y los de Reus se asemejaban al resto de catalanes.

La segunda parte de la conferencia, que se aplazó indefinidamente, tenía previsto ocuparse de los caracteres diferentes de la raza catalana desde el punto de vista mental. 

Según La Vanguardia, principal fuente de esta primera parte del artículo, el respetable ovacionó con pasión y felicitó efusivamente al distinguido doctor.

Aprovecho este impasse para mandar un fuerte abrazo a Judith, la periodista que se encarga de traducir al catalán estos artículos, esperando que su comprensión, profesionalidad y talante, le impidan odiarme para siempre.

La raza

Siendo honestos, estas teorías que hoy solo pueden presentarse como extravagancias fruto de la búsqueda incansable de la diferenciación, el particularismo y la justificación de la existencia de una raza catalana, no ya de tipo cultural, sino, incluso, anatómica; fueron muy recurrentes en las últimas bocanadas del romanticismo y en la profusión de los nacionalismos por toda Europa. 

No obstante, en el Madrid de 1899, en el que ya se consideraba a los regionalistas como peligrosos separatistas, más aún tras la experiencia cubana; se armó la de San Quintín. La prensa más conservadora tocó “Generala” y las plumas más mordaces se desenvainaron para hacer sangre contra el nuevo alcalde de Barcelona.

Ilustración revista Don Quijote, 29 de noviembre de 1901

El corresponsal de El Liberal, periódico republicano y anticlerical que publicaba las esquelas sin cruz y, por tanto, poco sospechoso de conservadurismo al uso, dio una visión muy distinta a la que había ofrecido La Vanguardia, que se había deshecho en elogios con el prestigioso doctor:

“El nuevo alcalde, Sr. Robert, dio anoche una conferencia en el Ateneo Barcelonés, desarrollando el siguiente tema: La raza catalana. 

Hizo un pintoresco y curioso estudio de la configuración de las cabezas de las distintas regiones de la Península, afirmando que a Cataluña le pertenece en clasificación el rango de cabeza privilegiada.

Preguntado si en medio de la general decadencia de España había alguna raza que tenía derecho a la vida y estaba en condiciones de defenderse de la crisis nacional, contestó afirmativamente.

Negó que se haya logrado en España la unificación nacional, a pesar de la obra constante de todos los Gobiernos para centralizar, afirmando que los catalanes siguen siendo catalanes, como lo prueba el que conservan sus condiciones étnicas primitivas, las costumbres, la lengua, todo”.

Así se descargó el corresponsal de El Liberal. 

El Nacional, diario mucho más afín al partido Liberal Conservador, fue un poco más allá:

“El alcalde del rey en Barcelona ha inaugurado sus funciones. Apenas puesta en sus manos la vara concejil de la capital catalana, sube a la tribuna del Ateneo y entona desde ella un arrogante himno a la independencia.

La raza catalana, ha dicho anteanoche el Dr. Robert, posee la configuración craneana más privilegiada de España; es la única que en la actual decadencia tiene derecho a la vida y condiciones para la defensa; la unidad nacional, en fin, no existe, y los catalanes siguen siendo catalanes y nada más que catalanes.

Nos llena de confusión y de espanto la serenidad con que se acogen en Madrid estos tremendos latigazos descargados sobre las espaldas de la Nación. Por defender menos de lo que pide el Dr. Robert el mismo día que Su Majestad la Reina le confiere el cargo popular más estimado de Cataluña, han corrido torrentes de sangre en la manigua cubana. (…) El doctor Robert es desde anteanoche el Máximo Gómez de Cataluña”.

El republicano diario El País, dio la noticia en términos similares: “La raza catalana posee la configuración craneana más privilegiada de España; es la única que en la actual decadencia tiene derecho a la vida y condiciones para la defensa”. 

Ni que decir tiene que la interpretación de la prensa de tirada nacional originó un gran escándalo en los mentideros de la capital. Se culpaba de todos los males al general Polavieja, el ministro de la Guerra, quien en su iniciativa regeneradora había conseguido imponer su criterio para el nombramiento como alcalde del doctor Robert. 

La defensa balear

No obstante, al nuevo alcalde de la Ciudad Condal, no le faltaron defensores. Bartolomeu Amengual, impulsor de la Zona Franca de Barcelona y que en esos momentos escribía en el diario mallorquín La Almudaina, salió al paso de las críticas el 24 de marzo de 1899. Amengual clamaba que el doctor Robert era un hombre honrado, excesivamente bondadoso para desempeñar con indispensable energía el cargo de alcalde. 

Ilustración revista D. Quijote, 15 de noviembre de 1901

Con respecto a la conferencia, el mallorquín tilda la misma de científica y niega los términos que aparecen en los tres diarios de Madrid, haciendo una queja a la manipulación de la prensa con cierta sorna: “Sería imposible ejercer el periodismo si no se nos permitiera interpretar a nuestro gusto y tergiversar las ideas; hacer comentarios, no en virtud de los textos auténticos, sino de telegramas; convertir en armas de combate la simple suposición y la calumnia”. 

Las revistas satíricas se hicieron eco meses después de estas teorías científicas que mezclaban la etnología con la antropología, haciendo una compleja mixtura y cuyo resultado final daba el juego suficiente para que los excelentes dibujantes del momento pudieran caricaturizar los “cráneos catalanes”. Las teorías posteriores del “cráneo Sardo” desarrolladas por el historiador Pella y Forgas no hicieron más que echar más tinta a las plumas de los dibujantes.

Conclusiones

La polarización la promueven políticos y prensa. Cuando la situación de la nación es crítica, como sucedía en 1899, buscar un enemigo y radicalizarlo es un fantástico método para conseguir numantinas y apasionadas afiliaciones al clamor y la defensa de unas ideas. Jodidos, pero dignos y con orgullo, esa sería la posición de un bando contra la de otro que, ante la adversidad, quiere profundizar en la diferenciación y el desarraigo porque nosotros no somos como ellos, somos mejores y hasta nuestros cráneos poseen una fisionomía distinta. 

La historia no es más que un océano donde siempre podemos encontrar el reflejo del presente y la predicción del futuro.

Y usted, ¿con qué cráneo se ha levantado hoy?

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