Persona sosteniendo un teléfono móvil con el logo de "X" en la pantalla, con un fondo rosa y líneas negras.
OPINIÓN

A 'Voltas' hay que pisar calle

Los vídeos de Twitter no radicalizan a nadie, sirven para abrir los ojos a la realidad

El pasado sábado, día de San Pedro, otro Santo, en este caso de los medios del establishment catalán, nos deleitaba, por decir algo, con un artículo lleno de demagogia y sin mucho contenido, a lo que se llama mediocre. Un artículo titulado “Tu móvil y la extrema derecha”, donde se nos acusa a quienes denunciamos la inseguridad ciudadana de ser atizadores de los fascistas.

Es cierto que los boomers que hace años llegaron al mundo político o parapolítico, estos que salen en el Més 324 de Grasset (de quien me enorgullece saber que recientemente ha regularizado su apellido) o que hacen artículos a diestro y siniestro medios mainstream, creen que tienen alguna autoridad moral sobre nosotros, cuando todos sabemos que, salvo en contadas ocasiones, su notoriedad viene dada más por sus amistades que por su valía. De hecho, hay niños que ahora quiere seguir sus pasos y, otra vez por el mismo motivo, ya salen y escriben en
estos medios.

Ahora bien, lo grave no es eso, de artículos mediocres y de gente enchufada está lleno en el panorama político catalán. De hecho, muchos puede considerar que mis artículos también lo son; de mediocres, no enchufados. El problema radica en que el artículo del que hablo pretende aleccionar y calificar a la gente que discrepa del pensamiento único como antidemocráticos, por el simple hecho de denunciar la inseguridad ciudadana que sufrimos los ciudadanos.

El articulista asegura, sobre la evolución de las tecnologías móviles, que “esta revolución se ha querido llamar democratización de la información, porque antes el monopolio de la comunicación de masas lo tenían los estados y los grupos mediáticos, que filtraban, jerarquizaban y difundían contenidos a través de un oficio llamado periodismo, y, en cambio, ahora cualquier individuo puede hacer llegar su propio contenido al mundo sin intermediación alguna”. ¿Parece que cuece, verdad, que los medios, aquellos que subvencionan tanto para que sobrevivan, ya no tengan el poder de monopolio informativo que tenían antes?

El altavoz en la sombra de ERC asegura, contra lo que dicen los datos de los propios Mossos de Esquadra, que la crisis de inseguridad que sufre el país se culpa de nuestros móviles y la difusión que tienen las redes sociales. Se atreve a decir que a pesar de haber visto un tirón en los últimos veinte años, salimos con miedo a la calle, por lo que vemos en el móvil.

Plano detalle de una mano con un movil encendido

No sé en qué barrio vivirá Eduard, aunque me puedo hacer una idea. Lo que sí está claro es que al salir a la calle le convendría abrir un poco los ojos, porque cuando menos lo espere se puede llevar un buen susto o mejor, quizás pueda ayudar a algún vecino que lo necesite. Bueno, quién sabe si él es de esos que cuando ve que alguien está reduciendo a un hombre que estaba atracando a otro se pone a gritar ya grabar para defender al agresor, de esos vídeos de denuncia que interfieren en la actuación policial no debe estar en contra, no.

Pero sobre todo lo que también le recomendaría es que saliera de la cueva acomodada que da la burbuja de la política (que tengo que decir que la conozco lo suficiente y es muy abstrayente) y pise y viva calle, porque quizás hablando con gente se' dará cuenta de que la inseguridad, más allá de vídeos virales, son experiencias vividas en la propia piel y que, también como víctima lo digo, tienen efectos graves en la gente que la ha sufrido.
 
Los vídeos de Twitter no radicalizan a nadie, sirven para abrir los ojos a la realidad. Lo que radicaliza a la gente es recibir una llamada de tu madre desde un móvil anónimo diciendo que la han robado a plena luz del día. Lo que radicaliza a la gente es recibir una llamada de tu padre diciendo que va a buscar a tus hermanas a la discoteca porque temen coger el NitBus.

Lo que radicaliza a la gente es que los grupos de chicas ya no vuelven solas como antes y se ven obligadas a compartir Taxi o Cabify. Lo que radicaliza a la gente es que a tu abuelo le han mirado el PIN en el súper y le están sacando dinero al cajero. Lo que radicaliza a la gente es tener que llamar a los Mossos porque te han puesto marcadores para ocuparte la casa un grupo de traficantes magrebíes con patinete.

Lo que radicaliza a la gente es que los Mossos d'Esquadra no tienen capacidad de intervenir en un conflicto de orden público en una trifulca entre clanes. Lo que radicaliza a la gente es que las violaciones se hayan disparado y que se silencie que la mayoría de detenidos por estos delitos sean extranjeros, como hice público hace unos meses.

Lo que radicaliza a la gente es que te peguen una navaja en el cuello el día antes de Navidad y te roben todo lo que tienes y que pese a saber quiénes son aún no haber recibido ninguna citación judicial. Lo que radicaliza a la gente es que todo esto que he contado lo hayamos vivido todos, pero salga el Voltas de turno a decirnos que es mentira y que todo es culpa de la magnificación de las redes sociales.

Quiere que siga, Sr. ¿Voltas? Porque tenemos por rato.

En lugar de tener sueños húmedos con el cierre de Twitter, ¿por qué no pregunta a sus vecinos qué experiencias han tenido en los últimos años, en lugar de suponer que solo han visto un tirón en los últimos veinte años? Quizás se llevaría una sorpresa.

Con razón la gente les da la espalda. No solo tiene un altavoz que no se merece, sino que lo aproveche para intentar silenciar las únicas vías que tenemos la gente de calle para expresar las violencias que sufrimos.

Se ha terminado el monopolio informativo, y cuanto antes lo acepté antes lo superará. Y esto no va de mí, ni de usted, esto va de la gente. La ola de realidad os ha superado porque antes se sabía lo que ustedes querían, en cambio, ahora vaya a remolque de las redes y de la gente.

Finalmente, permítame una sugerencia, Sr. Voltas. Pise calle y hable con los vecinos, compañeros y familiares, hágalo, porque si no, cuando se dé cuenta, habrá quedado atrás.

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