Dos personas tomadas de la mano con pulseras de colores sobre un fondo rosa.
OPINIÓN

Mucho por hacer

¿Por qué hace falta un Día del Orgullo gay? ¿Hay un Día del Orgullo hetero?

Sí, en pleno 2024 nos siguen pegando por ser gais y lesbianas. Sí, en pleno siglo XXI aún hay muchas personas que no podemos vivir libremente nuestro amor por miedo de ser señalados, intimidados o agredidos directamente por quien no concibe un mundo diverso y plural. Y eso nos demuestra que aún queda mucho camino por recorrer.

Es cierto que hemos avanzado mucho y en muy poco tiempo. Hace dos décadas era prácticamente impensable que dos personas del mismo sexo pudiesen concebir matrimonio en nuestro país. Y hoy es un hecho normal y normalizado. Incluso por parte de aquellos que lo consideraban una aberración y hoy participan en estas bodas.

La cabezonería de personas como Pedro Zerolo y la voluntad de transformación de quien han sustentado el poder, como el expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, nos han hecho avanzar a paso de gigante. Pero todos estos avances no son suficientes cuando nostálgicos del franquismo e inmigrantes a quien hemos abierto las puertas para protegerlos de la miseria no aceptan nuestras reglas.

Durante los últimos años ha habido un repunte importante de agresiones al colectivo LGTBI en nuestro país. Actos llenos de cobardía e intolerancia de los que tienen miedo a una sociedad abierta y que progrese. O de represión, a lo mejor, por parte de quien intenta autoengañarse y aún no ha asumido su condición sexual.

¿Por qué hace falta un Día del Orgullo gay? ¿Hay un Día del Orgullo hetero? Esta pregunta la escuché aún este fin de semana en una ciudad, Madrid, que ha sido capital mundial del Pride. Una ciudad tradicionalmente abierta, inclusiva y que se engalana de colores, glitter y purpurina el último fin de semana de junio de cada año.

Hace falta un Día del Orgullo gay para mantener intactos los derechos que tanto nos costó conseguir. Para poder pasear de la mano de quien nos cuida y quien nos quiere sin miedo. Y para ser quien queramos ser sin tener que pedir permiso a nadie para serlo. Sin temer a que vuelvan los que, como Federico García Lorca, nos prefieren en las cunetas.

Sí, por suerte España hoy es muy diferente de como lo era hace dos, tres o cuatro décadas. Pero corremos el riesgo de retroceder en algunos aspectos de la vida que nos pueden volver a tiempos oscuros y que no queremos vivir de nuevo. El amor y el orgullo son fuertes. Mucho. Pero hace falta que los gobernantes sigan garantizando derechos y los jueces aplicando leyes. Para sentirnos seguros y seguir avanzando.

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