¡Esta vez sí!
Parece que a la decimoctava —o vigésima—, ya he perdido la cuenta, va la vencida.
Parece que a la decimoctava —o vigésima—, ya he perdido la cuenta, va la vencida. Que después de muchas promesas incumplidas a sus votantes, esta vez sí, Carles Puigdemont volverá a su casa. A Cataluña. A hacer política y, permítanme la expresión, a dar la lata.
En Junts lo tienen todo listo para que Puigdemont vuelva en los próximos días. Incluso antes del mes de agosto. Haciendo lo que mejor sabe y más le gusta hacer: tocar las narices. Así que un verano que parecía informativamente tranquilo no lo será, por culpa del regreso del mesías.
Puigdemont quería regresar a Cataluña de la mano de Marta Rovira y el resto de exiliados o fugitivos (que cada uno utilice el término que considere más apropiado). Todos menos el caradura de Toni Comín, el del yate con Lluís Llach por la Costa Azul facturado al Consell per la República, que aún no puede volver.
Pero Rovira, que ya llevaba más de seis años fuera de Cataluña, pasó de él y volvió antes de tiempo. “Lo importante es que ya estoy aquí” repitió en reiteradas ocasiones durante la rueda de prensa que ofreció el lunes al finalizar la permanente de ERC. Y lo repitió una veintena de veces, por si a alguien no le había quedado claro —después del circo del regreso hace dos viernes—.
El hecho de no haber contado con él para este viaje, como cuando el grupo de amigos oculta al pesado de turno una escapada de fin de semana, ha enfurecido al ‘presidente legítimo’. Que ve, además, cómo el coqueteo entre el PSC y ERC es cada día más evidente. Y cómo Salvador Illa se acerca al Palau de la Generalitat.
Aun así, Puigdemont está dispuesto a regresar de forma inminente. Acompañado de Lluís Puig —sí, el breve regidor de Cultura—. Y aprovechar su regreso y la detención, seguramente a manos de los Mossos, hecho que utilizará para cargar contra ERC y Pere Aragonès por detenerlo, para reventar las bases del partido republicano.
El líder moral de Junts sabe que solo su detención por parte de los Mossos puede impedir el apoyo de la militancia de ERC a cualquier acuerdo con el PSC. Y provocar así, en el tiempo de descuento, una repetición electoral en la que encabece una lista unitaria que lo devuelva a Plaza Sant Jaume.
Antes, sin embargo, tendremos que tragarnos uno o dos debates de investidura, si Illa finalmente también quiere participar, en pleno mes de agosto. Cuando deberíamos estar en Cadaqués, como Rahola, vuelta y vuelta al sol.
Mire, presidente, si se apura en volver aún llega a la paella anual de Pilar y Trapero. La de la guitarra.
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