
La verdadera cara de Sánchez
Lo que muestran esos mensajes filtrados confirma todo lo que llevamos años viendo en Pedro Sánchez: pura fachada
Los mensajes que se han filtrado en los últimos días entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos demuestran la verdadera cara del presidente del Gobierno de España. Detrás de una sonrisa siempre forzada, de un intento de caer bien y parecer el yerno perfecto, hay un déspota que mira por encima del hombro a todo el mundo. Y que no tiene el menor reparo en hablar mal, con las palabras más gruesas que se puedan decir, de aquellos a quienes, en ese mismo momento, alaba en público.
Algunos, más por desgracia que por suerte, llevamos años conociendo la verdadera cara de Pedro Sánchez. Que no nos dejemos engañar por esa fachada de hombre de Estado que las terminales mediáticas al servicio del poder institucional —bien regadas de dinero público— nos quieren vender. Que no creamos las mentiras que, desde que llegó al Palacio de la Moncloa, ha intentado hacernos tragar con esa voz de cura ya casi jubilado, que entona el sermón como quien intenta vender una bicicleta sin ruedas.

Sánchez es lo que hemos visto estos días. Una persona altiva, que solo piensa en sí misma, que utiliza a su entorno con la única finalidad de asegurar su supervivencia en el poder. Y que, cuando se cansa o encuentra a alguien nuevo que le hace un poco más la pelota, lo lanza al arcén como un trapo sucio que ya no le sirve de nada. Un líder dispuesto a usar todas las malas artes a su alcance para manipular a la opinión pública y a su círculo cercano, y hacerles creer que la única verdad es la suya. Y lo peor es que su esposa, Begoña Gómez, es igual que él, pero un poco peor.
La publicación de estos mensajes, sobre la que tanto se ha debatido esta última semana, me parece un ejercicio de periodismo inmenso. Nuestra función, como medios de comunicación, no es solo perseguir aquello que pueda ser punible. Para eso ya está la justicia.
El periodismo, especialmente en la situación actual, con el poder atacando por tierra, mar y aire cuando no le gusta la información publicada, tiene también la obligación de desenmascarar a nuestros líderes políticos. Mostrar lo que hay detrás de las máscaras y demostrar cómo algunos las han usado para engañar a la ciudadanía y así retener el poder todo el tiempo posible. Aunque, con ello, también hayan acabado engañándose a sí mismos.
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