Carles Puigdemont saludando con la mano extendida
OPINIÓN

El vals de la amnistía

Todos los Puigdemont's del mundo no son más que el reverso, simétrico y opuesto, de todos los Rajoy's

Imagen del Blog de Octavio Cortés

Qué griterío en el Congreso, qué barullo de diputados indignados, qué espectáculo de baratillo y verbena. Qué tristezas nacionales, qué alturas progresistas, qué gallinero.

Quizás se podría gestionar el país de otra manera, sin andar siempre a dentelladas. En algún momento podríamos probarlo. Quizás podríamos tener unos principios y no venderlos por siete votos de manera escandalosa; tal vez fuera posible que el candidato ganador de las elecciones no hiciera (de manera impúdicamente inmediata) exactamente lo contrario a lo que prometió en campaña.

¿Es tan grave la Ley de Amnistía? Sí y no. En lo moral, supone el mayor naufragio nacional de los últimos cincuenta años, claro está, pero en realidad lo que hace es dar carta de naturaleza a lo que ya estaba acordado y asentado: el doloroso hecho de que las instituciones solo sirven de trampolín para los intereses espurios del sistema de partidos.

Plano medio de Carles Puigdemont con cara de circunstancias saludando con el brazo derecho levantado

Puigdemont desafió las estructura de la convivencia, por supuesto, además de engañar a los suyos y dejar tirados, camino de la cárcel, a sus compañeros de viaje. Pero todos los Puigdemont's del mundo no son más que el reverso, simétrico y opuesto, de todos los Rajoy's: el sistema necesita estos vaivenes para ir renovando el discurso patriotero con el que se legitima en uno y otro extremo del espectro político. Gracias al “procés”, todos tienen argumentario para los próximos años, que es de lo que de verdad se trata. 

La democracia liberal degeneró, a partir de la dimisión de Nixon, en una variante del entretenimiento televisivo. Es por eso que nuestra política parece un spin-off de Sálvame De Luxe: al fin y al cabo las audiencias mandan. Lo que sucede es que nos tienen entretenidos peleándonos entre nosotros (incendiando contenedores o redactando leyes insoportables) mientras ellos siguen con sus negocios tan ricamente. 

No parece que, con leyes o sin ellas, Puigdemont vaya a poder regresar a corto plazo, lo cual también conviene a todos. En Waterloo podrán continuar con el victimismo tradicional, en Moncloa podrán decir que por ellos no ha sido, en Génova seguirán envolviéndose en la bandera sin ruborizarse ni un momento. Todo el mundo contento, y aquí paz y después gloria.

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