Dos estudiantes sentadas en un aula con una pizarra llena de fórmulas matemáticas y símbolos detrás de ellas.
OPINIÓN

Vacaciones escolares y la falta de científicos

Para mejorar los resultados educativos el reposo se hace necesario, y aquí el descanso navideño es un gran regalo

Para mejorar los resultados educativos el reposo se hace necesario, y aquí el descanso navideño es un gran regalo para familias, alumnos y docentes. Sin él, el estrés durante el curso destrozaría los nervios a más de uno. Lo mismo decir de la Semana Santa y del verano, pero con algunos matices.

Sabemos que la Navidad conlleva un merecido descanso de dos semanas tras el primer trimestre. Sabemos que este es adecuado y provechoso, ya que los alumnos vuelven relajados y tranquilos, ¿qué tal entonces hacer lo mismo con el segundo trimestre?, ¿qué tal fijar la Semana Santa a finales de este?, ¿qué tal pasar del antiguo y arcaico calendario lunar del Antiguo Testamento? En otros países europeos así lo hacen y mejor les va educativamente.

Una profesora da clase el día del inicio del curso en el colegio de la Alameda de Osuna, a 5 de septiembre de 2022, en Madrid (España).

En estos dejan dos semanas de descanso tras finalizar el segundo trimestre para encarar el final de curso. El problema en España es que la tradición cristiana pone la Semana Santa según el calendario lunar y no según las necesidades didácticas, en fin, ¿con la Iglesia hemos topado Sancho? Y es que en España todavía pesa más la creencia tradicional que la ciencia pragmática. Quizás haya que potenciar un mayor número de científicos en nuestra sociedad.

En España la falta de científicos y técnicos brilla por su ausencia, algo que conlleva problemas económicos para el Estado y de paro laboral para los jóvenes, un 30%. Cuando se pregunta a los alumnos por ello, la mayoría dicen que se decanta por las humanidades al percibirlas más fáciles, una percepción que está dejando sin técnicos aborígenes a muchas empresas y en el paro a muchos de los aprendices.

Y por más que se les insista con tutorías, vídeos de YouTube y datos por Internet, no se les convence. Por ello cabe preguntarse, ¿por qué ven las ciencias difíciles?

El 18 de abril de 2013 asistí a la presentación de una investigación en el Palau Robert de Barcelona. Allí se defendía un estudio sobre 4.700 estudiantes que corroboraba el anterior desequilibrio entre las “ciencias” y las “letras”. Sergio Marco y Álex Fabra de Everis presentaban un informe bajo las opiniones de Jordi Deulofeu, director del Departament de Didàctica de la Matemàtica i de les Ciències Experimentals de la UAB, juntamente con Roser Cussó, miembro de l’Institut de Ciències de l’Educació de la UPC.

Estudiantes esperan a que comience un examen de la convocatoria extraordinaria de la Evaluación para el Acceso a la Universidad (EvAU), en el exterior de la Facultad de Farmacia de la UCM,

Moderó las exposiciones Enric Roca, coordinador de Tribuna Edu21. El informe concluía que a pesar de que las carreras científicas ofrecían fácil acceso y buenas perspectivas profesionales en cuanto a sueldo y contratación, los estudiantes de secundaria preferían cursar disciplinas humanísticas al creerlas más fáciles.

En concreto, solo un 33 por ciento prefería claramente las ciencias, ante un 51 en letras y otro 16 de indecisos. Es decir, la inmensa mayoría se iba a humanidades y menos de un tercio a ciencias.

Ello provocaba un exceso de letrados que el mercado laboral no podía absorber. Lo paradójico es que este mercado sí podría contratar a muchos más técnicos y científicos nacionales si los hubiere.

Otro dato de esta investigación detallaba que las mujeres eran mucho más proclives a elegir los estudios humanísticos al creer que el rol científico era más masculino que femenino, en concreto casi el 60 por ciento de las chicas huía de lo “técnico” para orientarse hacia lo “social”. Cabe añadir que si el nivel cultural familiar era bajo, condicionaba tal elección femenina en pro de las humanidades.

En resumen, pocos jóvenes, y aún menos las chicas, eligen un futuro profesional científico, engrosando así las colas del paro nacional. Cabe preguntarse entonces por las causas de este desequilibrio laboral.

Algo muy revelador es que en primaria hay muchísimas más docentes procedentes de humanidades que no maestros en ciencias. Eso implicaba que las ciencias son impartidas más por mujeres humanistas que por científicos hombres. Si a esta primaria más humanísticamente feminizada sumamos una dificultad científica supuesta, un sexismo equívoco y una familia simplona, al final las ciencias son muy mal vistas por los alumnos de la ESO.

Varias niñas comen su almuerzo en el patio el día de inicio del curso en el colegio de la Alameda de Osuna

Por lo tanto, existen tres vías principales para resolver la falta de científicos en nuestro mercado laboral. La primera los maestros en primaria, la segunda el sexismo familiar y la tercera la cultura del esfuerzo.

En cuanto a primaria, cabe indicar que la inmensa mayoría de diplomados provienen de estudios en humanidades. En algunos centros, por ejemplo, el 80 por ciento de los docentes proceden de “letras”, algo que influye claramente sobre nuestros cadetes. Por otro lado, el predominio de maestras en las escuelas es harto superior al de hombres, y la inmensa mayoría de ellas proceden de formaciones también humanísticas.

Si queremos que nuestros zagales se empapen, comprendan y les gusten las ciencias, hay que incrementar el número de maestras doctas en ciencias. Imaginemos que el deporte fuera impartido solo por maestros de matemáticas.

Probablemente, el nivel y la motivación en este caería en picado. En Estonia el conocimiento de los maestros en primaria resulta de lo máximo en cada especialidad, incluidas las ciencias.

La segunda vía por corregir son los estereotipos que algunas familias imbuyen a sus descendientes. Suelen ser hogares de bajo perfil cultural en donde la mujer jamás se la proyecta hacia trabajos o cargos de técnico o de científico, todo lo contrario, si es buena en los estudios, se la ve bien como asistente social, psicóloga, relaciones públicas u otra formación de vertientes sociales.

Aula de un colegio

Por otro lado, el sistema familiar español se fundamenta erróneamente en la mujer, es decir, es ella la que más tiempo dedica a educar y a limpiar por casa. Por tanto, la propia familia proyecta en las chicas una función más social que de técnico superior, vaya, que somos machistas de base.

En Estonia se abandonó el modelo de familia patriarcal ayudando económicamente a las mujeres. Hoy en día el sexismo ha desaparecido en su horizonte social, educativo y científico.

La tercera y última vía parece ser la cultura del esfuerzo, y gran germen del fracaso escolar nacional. Son muchos los docentes veteranos que afirman que el esfuerzo ha disminuido significativamente. Sin esfuerzo no hay mentes valientes para encarar estudios científicos supuestamente difíciles.

Al final, muchos alumnos que desean continuar estudiando desestiman las ciencias al creerlas muy embarazosas. Desgraciadamente, y en realidad, apenas los prepararon para estas.

Cabe añadir otra vez que en Estonia, cuna del esfuerzo, el porcentaje de universitarios matriculados en formaciones científicas o técnicas es casi el doble que la media en PISA. La cultura del esfuerzo está detrás de ello y no un latino verano azul.

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