Montaje de fotos de Pedro Sánchez y José Manuel Albares con expresión seria sobre un fondo rosa con detalles gráficos oscuros.
OPINIÓN

La séptima tampoco fue la vencida

Pedro Sánchez sigue buscando apoyo europeo para la oficialidad del catalán, a pesar de los numerosos rechazos previos

No, esta vez tampoco fue posible. El catalán tampoco será oficial en Europa tras el último intento, el pasado viernes, y las múltiples promesas de Pedro Sánchez a Carles Puigdemont. Del PSOE a Junts. De Santos Cerdán, antes de entrar en prisión, a Jordi Turull y Míriam Nogueras. De José Luis Rodríguez Zapatero a todos los que le han querido escuchar.

El último intento, con una ofensiva diplomática sin precedentes, liderada por el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, fue el séptimo. Y, como en los seis anteriores, los colegas europeos le han dicho que no era el momento para debatir el tema. Que no hay todos los elementos disponibles para tomar esta decisión y, de hecho, que hay muchas dudas al respecto. Tanto de legalidad, como económicos y sobre la creación de precedentes.

José Manuel Albares hablando en un podio durante un evento titulado Curso de Verano España en el Mundo 2025 en Santander del 14 al 17 de julio de 2025 con un cartel informativo de fondo.

Hace dos años, cuando Junts decidió imponer el nombre de Francina Armengol para presidir el Congreso de los Diputados, porque así fue, los de Carles Puigdemont obligaron al ministro Albares a registrar de madrugada la petición de debate para la oficialidad del catalán en la UE en el Consejo de Asuntos Generales de la UE.

Pedro Sánchez, a través del preso Cerdán, y haciendo gala de su arrogancia, prometió a Puigdemont que aprovechando la presidencia rotatoria de la UE, que en ese momento ostentaba España, él convencería a sus compañeros para hacer aquello que el PSOE siempre había negado. Pero ni los convenció entonces ni ha sido capaz de convencerlos ahora.

Hombre de cabello canoso con expresión seria mirando hacia abajo en un entorno interior

En Europa, a diferencia de lo que ocurre en España, las cosas se hacen de manera seria. Las negociaciones, y mucho más las cuestiones que se aprueban con la voluntad de ser estructurales, son mucho más profundas que las de la política española. En Europa, a diferencia de lo que ocurre en España, las decisiones que se toman buscan un beneficio común, no un beneficio personal y político, como son todas aquellas decisiones, a modo de cambio de opinión, que ha tomado Pedro Sánchez en los últimos meses.

Sánchez, lejos de desistir en el intento, ya ha advertido a sus colegas europeos, como si fuera una amenaza, que persistirá. Que lo volverá a intentar una octava vez. Y quién sabe si una novena y una décima. Consciente, en gran parte, de que cumplir con esto depende su legislatura y su permanencia en la Moncloa. Por eso, o quién sabe por qué, ha optado por la táctica de aburrir al resto para ver si, por pesado, le permiten dar cumplimiento a su promesa a Puigdemont.

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