Personas con maletas y un niño en primer plano con un bote lleno de gente en el fondo.
OPINIÓN

La saturación, los turistas, la histeria

Aquí no cabe un alma más, las infraestructuras no aguantan, la vida de los vecinos se resiente.

Imagen del Blog de Octavio Cortés

La moda de este verano es manifestarse contra todo lo turístico de las maneras más variopintas: saturando playas en protesta contra la saturación, insultando a los turistas para que simpaticen con la causa o haciendo hermosas performances interseccionales junto con las minorías oprimidas de turno. 

Lo gracioso del tema es que la izquierda que alienta estas protestas es no solo la misma izquierda que, cuando gobierna, se abraza a los hoteleros como un koala, a un bambú; es también la misma izquierda que dice querer hacer del país “tierra de acogida”.

Entonces llegamos al siguiente esquema: si usted es un señor civilizado, de un país europeo civilizado, con una familia y costumbres civilizadas, que viene aquí a dejar su dinero, entonces debe usted ser rechazado a grito pelado, pues vivimos en “tensión poblacional”, “saturación” y “masificación”. Aquí no cabe un alma más, las infraestructuras no aguantan, la vida de los vecinos se resiente.

Personas caminando con maletas en un aeropuerto, con un letrero de salida de emergencia a la izquierda y un letrero de

En cambio, si viene usted en cayuco, indocumentado y danzante, junto con varias docenas de sus camaradas, tan iletrados e incivilizados como usted, entonces el país tiene que abrir sus puertas y enviar el mensaje de que aquí cabe todo el mundo, sobre todo aquellos que vienen a ser una carga para la administración y no una fuente de ingresos.

Convendría, entonces, que nuestra izquierda se aclarara. Pero como eso no va a suceder, quizás lo conveniente es que alemanes, ingleses, escandinavos y demás visitantes, en vez de venir en avión vinieran en cayucos y pateras, aullando al amanecer, desembarcando en las playas desiertas del sur para ser abrazados por las chicas de la Cruz Roja y los discípulos de Wagensberg el Ex-Exiliado. Todo serían ventajas. Por ejemplo, el hotel les saldría gratis.

Decenas de subsaharianos en un cayuco interceptado por un barco de la Cruz Roja

Con este sistema, además, los tour operadores podrían ganar una reputación de “activistas pro justicia social”, semejante a la de los dueños del Open Arms. Se les entrevistaría a todas horas de TV3 y saldrían en anuncios de patrocinios de ONG con Joel Joan, Toni Soler y la madre que los parió a todos. 

Eso sí, habría que enseñarles a pasearse con machetes por las calles y a atracar a los abuelos, para que no se pierdan las tradiciones.

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