Montaje de Pedro Sánchez y Aragonès sonriendo delante de una cena de Navidad

OPINIÓN

Sánchez en Barcelona

El presidente del Gobierno ha acudido a Barcelona para reunirse con Pere Aragonès y, ya de paso, tomarse un café

Imagen del Blog de Octavio Cortés

Ha estado Sánchez en Barcelona para una de sus tournées sentimentales: traje azul cobalto, sonrisa de dependiente de Cortefiel, agenda repleta de memeces. Uno añora el tiempo en que Sánchez era recibido con los indepes en pie de guerra y la Rahola bailando en las calles junto a alguno de sus guitarristas fanatizados.

Ahora la normalidad es absoluta, dado que el presidente ha simplificado su algoritmo de estafa política hasta obtener un procedimiento sencillo e imbatible: tomar cada reivindicación de Waterloo y venderla como “lo mejor para la convivencia y normalización”.

Si Míriam Noguera pidiera mañana que los bedeles del Congreso fueran disfrazados de Spider-Man, no le quepa duda a nadie que los trajes de Spider-Man serían lo mejor para la convivencia y la normalización.

Para ser justos, hay que decir, que por fastidio o desánimo o simple dolor del alma, la Cataluña indepe está en casa resolviendo sudokus, dado que ya no encuentra quien le engañe (el electorado indepe ama los fraudes políticos más que ninguna otra cosa), de modo que Sánchez puede pasear tranquilamente integrándose en el paisaje: puede ser que en la próxima visita reserve media hora para robarle a algún turista su Rolex, y así rendir homenaje a las hermosas costumbres barcelonesas.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), y el president de la Generalitat de Catalunya, Pere Aragonès (i), se saludan a su llegada a una reunión en el Palau de la Generalitat, a 21 de diciembre de 2023, en Barcelona

Aragonés, como si las lumbalgias no fueran con él, se ha pasado la mañana haciendo reverencias y poniendo cafés:

— Pere, ponme una cucharadita más de azúcar en el cortado, compañero. 

— Por supuesto, Pedro, aquí somos tierra de acogida y de azúcar.

— Se te va a caer la bandeja si no dejas de hacer inclinaciones.

— Son muchos años de práctica, no te preocupes.

Uno recuerda aquel inenarrable paseo del brazo de Torra por la Moncloa, hablando de Machado y del sexo de los ángeles. Torra no tenía el don de las reverencias, sino el de la cartelería efímera, de modo que la cosa no prosperó.

Pero a buen seguro que Pedro & Pere habrán dado algún paseo nauseabundo por los interiores del Palau, quizás por el patio, con los naranjos marchitándose a su paso de pura desesperación.