Foto del presidente de la Federación española de futbol Luis Rubiales sonriendo y mirando a cámara

OPINIÓN

Rubiales, el facha

No es un pico, es una batalla ideológica

Imagen del Blog de Xavier Rius La Puntita

A mí Rubiales me cae fatal. Me parece un chulo y un prepotente. Además, en cuanto vi en diferido, el famoso ‘pico’ me pareció del todo inapropiado para un cargo institucional. 

Pero si tenía que dimitir, haber dimitido antes. Como cuando trascendió que se habían embolsado seis millones de euros junto a Gerard Piqué por aquella final de copa en Arabia Saudita. 

El exjugador del Barça le pedía también trato de favor para el Andorra. Pero Piqué era ‘uno de los nuestros’.

Confieso también que, en cuanto vi el beso en diferido, tampoco atisbé entonces la menor muestra de desagrado, desconcierto, oposición o resistencia por parte de la jugadora. 

De hecho, cuando empezó a generarse la polémica, consulté su perfil de Twitter y no hallé ninguna queja o denuncia. La jugadora, en efecto, no habló hasta el miércoles. Los hechos acontecieron en la final del domingo.

Imagen del beso entre Luis Rubiales y Jenni Hermoso en la Final del Mundial de Futbol Femenino

Y ha trascendido un vídeo, que no han recogido las cadenas generalistas, en el que sus colegas de selección le preguntan que le dijo cuando le pidió permiso y respondió: “pues vale”.

Por esto, tampoco descarto que en la cacería mediática a la que ha sido sometido haya algo también de venganza profesional. Al fin y al cabo el viernes todos los diarios de papel daban por segura su dimisión. 

“Rubiales se va hoy” (La Vanguardia), “El beso fulmina a Rubiales” (El Mundo), “Rubiales dimitirá hoy” (Ara), “Rubiales presenta hoy su dimisión” (El País), “Rubiales dimitirá en la asamblea” (ABC), “Rubiales cede a la presión y presenta su dimisión” (El Periódico).

No sé qué paso ahí. Si la información la hizo circular, fuentes oficiales de la Federación o próximas al propio Rubiales, pero al día siguiente se desdijo. Pedro Sánchez también ha “cambiado de opinión” muchas veces -y sobre temas más graves- y no ha pasado nada. 

La prueba es que la FIFA abrió expediente seis días después por la presión informativa. Será que no lo vieron en directo. Si el organismo internacional lo considera tan grave haber actuado de oficio el mismo día. O al siguiente. 

Seguramente lo que ha acabado de hundir a Rubiales es posicionarse contra lo que denominó “falso feminismo”. Ahí destapó la caja de los truenos El Gobierno saltó entonces a la yugular. 

Imagen de Luis Rubiales entregando a Jenni Hermoso la camiseta de la selección española de fútbol femenino

El Consejo Superior de Deportes, que ha tardado también cinco días en reaccionar, tomó inmediatamente cartas en el asunto. Cuando vi que lo presidía Víctor Francos, una pata negra del PSC, lo entendí todo. Han puesto toda la carne en el asador. 

O la fiscalía. ¡Tienen que mandarlo a la Audiencia Nacional porque la afrenta ocurrió en el extranjero! Como si fuera un caso de terrorismo o de tráfico de drogas. ¿La fiscalía de quién depende? Pues eso.

¿Sin embargo, alguien sabe cómo han acabado las investigaciones del ministerio público sobre los muertos en residencias por el covid? 

En TV3 tildaron el discurso en cuatro o cinco ocasiones durante el mismo informativo como “reaccionario” lo cual debe contradecir el propio libro de estilo de la cadena porque “reaccionario” no es una información, es una opinión.

Entre las expertas consultadas había como mínimo dos de Esquerra: la consejera de Feminismos, Tània Verge, que se apresuró a definir el discurso de “patriarcado en estado puro”. Y la secretaria general de deportes y exportavoz de ERC en el Parlament, Anna Caula, que salió dos veces en el mismo espacio. 

El pollo que se ha montado por el “pico” de un hombre a una mujer, pero, en cambio, no llamó la atención el de una mujer a un hombre. Como el de la actriz Anabel Alonso al chef Jordi Cruz. Y eso que duró mucho más.

El último que ha circulado por las redes es el del Gran Wyoming. Incluso el de un directivo del Barça, Xavier Puig, responsable del futbol femenino en el club, a una jugadora del club tras la Champions. 

Es la próxima batalla tras las elecciones generales. El bloque progresista quiere rematar la faena. Estamos asistiendo, en efecto, a una batalla ideológica. Lo de menos es el motivo o las formas.

En TV3 ya encontraron un experto el sábado que comparaba el discurso al “utilizado” por la ultraderecha. Y este domingo lo han comparado directamente porque es “antifeminista, victimista y agresivo”.

Parece, en efecto, que ha habido una confluencia de intereses entre el progresismo y el independentismo. Como en el hemiciclo del Congreso.

A mí me hizo mucha gracia cuando, el viernes, la ministra de Igualdad, Irene Montero, denunció la “impunidad” de Rubiales. O cuando, al día siguiente, dijo en un vídeo que “las jugadoras de la Selección no están solas”.

Me vivieron a la cabeza los más de mil agresores sexuales beneficiados gracias a su ley. Eso sí que es impunidad. Sin ir más lejos, el mismo sábado detuvieron a uno en la localidad sevillana de Dos Hermanas, que iba a reincidir.

Mientras que la todavía presidenta de Junts, Laura Borràs, esta sí que no dimite, terminaba su tuit de condena con una sola frase: “España 2023”. En plan, todos los españoles son iguales: unos bárbaros sexuales.

No sé si la expresidenta del Parlament está para dar lecciones de moral tras haber sido condenada a cuatro años y medio de cárcel por delitos de corrupción. 

A pesar de que, como saben, la líder de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras, se ha apresurado ya a incluirla en la lista para una eventual amnistía.

Quizá, en el fondo, debe ser eso. Tras los pechos de Amaral, tenemos ahora el pico de Rubiales para distraer al personal. Mientras, Sánchez negocia la investidura con un prófugo de la justicia y allana el camino para la citada amnistía. ¡Incluso se habla ya de indemnizaciones!

Me sabe mal, sobre todo por las campeonas. La polémica ha eclipsado el éxito deportivo. Y parece difícil que, con el mal rollo que se respira, puedan repetirlo en el futuro.