Numerosas personas concentradas, con esteladas, para conmemorar el 5º Aniversario del referéndum ilegal de autodeterminación

OPINIÓN

Encuentro independentista en Palma

El 1 de septiembre se han citado la ANC, Decidim y la ASM

Imagen del Blog de Octavio Cortés

El independentismo no ha arraigado en las Baleares por dos sencillas razones:

  • La primera, el carácter desconfiado de los isleños, que recelan de cualquier importación, también las políticas. En este sentido, el 'puigdemontismo' (con sus lazos y cascabeles, con sus gemidos y bailecitos) siempre ha sido visto aquí como un aflojamiento general de las potencias, que quizás uno puede permitirse en Viladecans, pero no en un pueblo del Raiguer ocupado en defenderse de los ciclistas alemanes todavía no atropellados.
  • La segunda, la memez infrahumana del movimiento, ligada a las pérdidas de orina de les tietes y el espíritu kumbayá típico del Principado, por completo ajeno a la sensatez perruna del carácter local, que no entiende de coreografías ni de acordeones. El daño hecho por los esplais parroquiales y los scouts a la sociedad catalana jamás podrá ser infravalorado – pero esa mezcla de infantilismo y ceguera moral no podrá jamás arraigar en las islas, toda vez que aquí las parroquias se han convertido en boleras y los scouts, puestos a escoger entre despertar a los pajaritos con sus armónicas o mecerse en el escote de Claudia Schieffer, escogieron hace años lo segundo y se dedicaron al rent a car, la coctelería vespertina y el tráfico de MDMA ibicenco.

En las islas solamente ha habido dos fenómenos típicamente indepes, donde han coincidido los vectores propios del octubrismo: la histeria, la cómica inoperancia y la vacuidad moral.

El primero, los Cantaires por la Libertad, un grupito de media docena de pesados que se reúnen periódicamente en la plaza de Cort de Palma, moviendo a compasión a los transeúntes. Se trata de una diminuta facción de entusiastas, víctimas de una desorientación absoluta, que vinieron contando con una mínima presencia en los medios a partir de la sentencia del procés. Con sus atriles y sus barbas rijosas, con sus señoras de mediana edad atragantadas, estas personas llegaron incluso a montar una candidatura local llamada “Crida per Palma”, que obtuvo en las urnas unos resultados cercanos a los -273 votos, el Cero Absoluto Electoral.

El segundo es la ASM, la Asamblea Soberanista de Mallorca, liderada por Cristofol Soler, expresidente del Govern por el PP. Este Soler, persona de calvicie y mediocridad ciertísimas, una vez dejó sus cargos como expresidente procedió a enloquecer de manera inmediata y ahora es raro el día en que no esté montando tenderetes en cualquier lugar, repartiendo folletos y pulseritas, en medio de la higiénica indiferencia general.

Unas 400 personas se concentran en Palma para pedir la libertad de los presos políticos

Los asociados de la ASM se presentan en varios formatos: el profesor bajito en bermudas, harto de su soltería, el profesor gordo en bermudas, con su receta de coca de trempò y su madre con juanetes, el profesor alto y desconcertado, que lo mismo podría dedicarse a la numismática o al tantra, a los que se suman un pequeño número de compañeros de merienda de Soler, señores solo atendidos por sus familiares más directos, sesentones comedores de gambas que se pasan las tardes en silencio mirándose unos a otros y notando cómo se les endurecen las arterias.

Todos ellos han intentado auparse a las glorias efímeras del procés y fueron vistos en algún momento dando besos a un concejal primo del mejor amigo de la novia del abuelo de Dolors Bassa, o pintando lacitos amarillos en las papeleras de las afueras, mientras los perros ladraban y los vecinos les tiraban huesos de aceituna desde las terrazas.

Ahora han quedado para reunirse aquí con Dolores Feliu, es decir, la van a marear hasta que la buena señora padezca una mezcla de indigestión, estrechez coronaria y visiones edénicas y no tenga más opción que entrar en coma y volver a Barcelona en un helicóptero medicado. 

Aquí la política de gran nivel es perder el tiempo: gozamos de la mejor estabilidad desde, más o menos, la época de los fenicios y no nos gusta que nos intenten colocar monsergas diseñadas para el engaño de otros.