Una persona hablando frente a un micrófono con una bandera suiza de fondo y un diseño gráfico en tonos rosados.
OPINIÓN

Rovira en Ginebra: El procesismo suizo

Hemos sabido esta semana que la Bleda Suprema ha elegido quedarse a vivir en Suiza

Imagen del Blog de Octavio Cortés

Hemos sabido esta semana que la Bleda Suprema ha elegido quedarse a vivir en Suiza, de manera heroica, escogiendo ella misma las condiciones de vida que hasta hace un par de meses eran "la ignominia del exilio". Lo que no sabemos es si cada vez que vuelva a Cataluña habrá que montar las performances debidas, con ondear de banderas y discursos histéricos.

En cualquier caso, parece que se va consolidando la rama suiza del procesismo. Tuvimos a Wagensberg pasando allí su "exilio" debidamente remunerado por el Parlament; tuvimos a Anna Gabriel (en su época pre-Évole) apareciendo con un cómico aspecto de alumna de colegio de monjas; tenemos a Jordi Cuixart prosperando como parra fecunda, con todos sus negocios avanzando viento en popa y ahora tendremos a la Bleda Suprema lloriqueando por las cimas de los alpes, quizás montada en un trineo, quizás engordando a base de raclettes y fondues de chocolate.

Marta Rovira con chaqueta roja hablando frente a dos micrófonos.

Suiza no solo es la cuna del capitalismo extremo, sino uno de los países con legislación más estricta en materia de inmigración. Se supone que la Bleda Suprema luchará día y noche para llenar el país de magrebís enloquecidos y senegaleses hambrientos, para abrir mezquitas en cada esquina y combatir los alumbrados navideños.

No se van a Mali todos estos, no, ni a Gaza ni a los campamentos del Frente Polisario. ¿Podemos pensar que se trata de un grado de hipocresía extremo? ¿O por contra debemos suponer que todos estos anticapitalistas están intentando recabar información sobre el enemigo desde sus fabulosas residencias suizas, pagadas por el contribuyente, con vistas a la inminente revolución?

Todo es muy confuso. La verdad es que personajes como Rovira o Cuixart, cuanto más lejos, mejor. Suiza todavía queda demasiado cerca, a un par de horas de avión. Podrían ser enviados a las estepas de Mongolia o a alguna base militar en la Antártida; también cabe considerar que Elon Musk está buscando tripulantes para sus próximas misiones a Marte. Todo sea por la autodeterminación de los pueblos oprimidos.

Marta Rovira con chaqueta azul y camiseta blanca gesticula con las manos levantadas mientras habla en un podio amarillo con la inscripción

Mientras tanto, las heroicidades se multiplican: Miquel Calçada, el insigne Mikimoto de los tiempos felices, se negó a prometer por la Constitución su nuevo cargo en RTVE, mostrando unos principios firmísimos, una rebeldía indomable, materia de leyenda. Qué figura colosal, qué referente para la juventud.

¿Cobrará un sueldo de seis cifras de parte del estado enemigo por gestionar su televisión? Sí, pero lo hará a regañadientes, sólo por amor a la causa de la independencia. Si por él fuera, viviría en una furgoneta junto a la tumba de Guifré el Pilós, en compañía de Joan Bona Nit, alimentándose de bayas del bosque, despertando con los pájaros, como vagabundos santos.

Pero la grandeza de la causa impone estos pesados sacrificios. Todo nuestro respeto.

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