Que haya PAU (paz)
Las escuelas han evolucionado en lugares donde todos son mensajes positivos, la fábrica Mr. Wonderful ha hecho estragos
Mes de junio, ahora ya no lo vives como estudiante, lo vives como docente y las vacaciones tienen más sentido que nunca. No puedes evitar recordar cuando te examinabas para acceder a la Universidad cuando ves en las noticias todas las quejas que, año tras año, se incrementan sobre las injusticias que se viven en los exámenes de selectividad.
Te pones a contar y ya hace catorce años —ok, boomer— que hiciste selectividad. Te dicen que caes en el pesimismo, que te has hecho mayor porque piensas que el nivel ha bajado. Pero cuando yo hice selectividad, las pruebas eran PAU, porque eso de selectividad ya empezaba a ser un poco agresivo y competitivo.
Tal vez, para rebajar la tensión de estos días, haga falta una suelta de palomas al acabar los exámenes; al fin y al cabo, la paz es más importante que las PAU (ahora PBAU).
Como no he venido aquí a hablar de mí y no haremos de la particularidad noticia porque esto no es TV3, dejadme que os cuente cómo hemos llegado a la esperpéntica situación de este año en Cataluña, con cúmulo de errores que han provocado, incluso, que se tenga que repetir una parte de un examen de Lengua Castellana. La formación del profesorado y también la selección de personal en el ámbito de la concertada y privada en los últimos años se centra en dos aspectos fundamentales: gestión de aula y atención a la diversidad.
Para los que no sois del gremio, puede que esto de gestión de aula os suene a un eufemismo woke más; en realidad, es más sencillo: es el remedio que se intenta poner a una, cada vez más acentuada, falta de ambiente de estudio en el aula. Has hecho el Máster de Formación del Profesorado, te has aprendido toda la teoría; ahora bien, la práctica es bien diferente. Dicen que los jóvenes han cambiado, necesitan nuevas motivaciones y una palabra clave: ¡Innova!
El docente se ha convertido en una especie de guía multitasking, cada vez más exigido. Parafraseando al amigo Carles Borja, en el querido podcast La Catalunya Woke, la cagada fue pasar de llamar educación a la enseñanza. Siguiendo con sus palabras, muy necesario es que el profesor vuelva a ser autoridad en el aula; cuando empiezas te dicen unas palabras que a la larga hacen mucho daño: “te tienes que hacer respetar”.
¿Cómo que te tienes que hacer respetar? ¿Y si no lo consigues? Vas a un curso y a otro, el neurocientífico de turno te explica que si las clases no salen bien es porque tú no estás bien, que no los motivas lo suficiente.
Conclusión: la culpa siempre es del profesor. Un profesor cada vez más indefenso y atareado, ocupado en tareas para las cuales a menudo no está lo suficientemente preparado; los contenidos ahora, como casi todo, son fascistas. En teoría, formamos alumnado (claro, la palabra alumnos es machista) competente, porque ya hace años que todo son competencias… y yo me pregunto, ¿un estudiante competente no debería saber comentar un texto aunque no lo haya analizado previamente en clase? ¿En qué quedamos? ¿Contenidos y memoria o competencias?
Las escuelas han evolucionado en lugares donde todos son mensajes positivos, la fábrica Mr. Wonderful ha hecho estragos, “si lo has soñado, lo puedes hacer”. Nada, prefiero recomendar que no os durmáis en los laureles si no queréis que, como decía un buen maestro, la vida os suspenda.
Más noticias: