Europa frente al espejo: una hermosa bofetada de realidad
Los resultados electorales europeas del pasado domingo nos dejan varias conclusiones para los tiempos por venir
Pasaron las elecciones al Parlamento Europeo y ahora estaremos un tiempo sin tener que votar cada quince días y, sobre todo, sin tener que aguantar la matraca de tener a toda la clase política en campaña, recorriendo España en todas direcciones como pollo sin cabeza, haciéndose los dignos. Los resultados electorales nos dejan varias conclusiones para los tiempos por venir:
- Pedro Sánchez aguanta, haciendo equilibrios al borde del precipicio, con su coro de ministras histéricas (los bailes de Teresa Ribera, culeando en éxtasis sobre la tarima, serán difíciles de olvidar) y sus Patxis y Bolaños hablando de fango, de arcilla, de terracota, de lo que haga falta. Perdió las generales, perdió las autonómicas y municipales, perdió las europeas, pero se siente más legitimado que nunca. La verdad no ha defraudado: el detalle de repartir en los mitines pulseras de “free Begoña” marca una cota de imbecilidad tóxica solo al alcance de unos pocos elegidos.
- Feijóo sigue siendo un café con leche descafeinado, con leche desnatada y sacarina.
- Vox no acaba de subir al nivel de Le Pen o Meloni y de momento sigue quedando en muleta bravucona del PP - y mientras siga jugando a la ambigüedad con el neoliberalismo que infecta sus filas, así será. Que su máxima estrella invitada en campaña haya sido Milei lo explica todo.
- Alvise Pérez (de quien nadie sospecha que trabaje para el CNI) ha cogido la suficiente fuerza como para crear nuevas divisiones en la derecha y facilitar la supervivencia del sanchismo. No se entiende muy bien qué pretende, pero al menos ha hecho emerger la fuerza de la fachosfera tuitera profunda, 800.000 votos que no aceptan ni la deriva contemplativa de Feijóo ni la incapacidad de Abascal para armar una verdadera derecha patriótica. Lo cierto es que los medios tradicionales ya no podrán ignorarle: cuando le toque entrevista con Fortes en TVE nos vamos a divertir.
- Yolanda Díaz apenas ha sobrepasado a Alvise por 10.000 votos, teniendo todas las plataformas abiertas para sus sonrisas y abracitos; ha conseguido dejar fuera del Europarlamento a Izquierda Unida y que comience a haber preguntas en voz muy alta sobre sus métodos y liderazgo.
- El espacio de Podemos, ahora controlado por ese trío de gárgolas formado por Irene, Isa y Ione, se ha dejado 1.700.000 votos, cuatro diputados y el 74% de su electorado. Las tres amiguis comparecieron sin aceptar preguntas e Irene se puso a hablar (son citas literales) de “las cosas bellas”, “la fuerza de la paz” y el “derecho a soñar”. Nunca un muerto había ido tan contento a su propio entierro.
- El procesismo de Oriol y Puigdemont se deja un millón de votos y solo consiguen colocar a la Sra. de Romeva y a Toni Comín, quien ofreció ayer un discurso de una comicidad salvaje, titubeando, gesticulando como si estuviera atragantado, hablando de “resultados muy positivos”, mientras a Turull, a su lado, se le iba poniendo cara de buzón de correos.
El retroceso general, a nivel europeo, de la izquierda woke es abrumador. La buena noticia fue la caída en desgracia de Macron, empeñado en meternos en una guerra que a nadie interesa, y la consolidación de Meloni y Le Pen como actores ya imprescindibles de los juegos de poder en los próximos años. Hay partido.
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