Montaje con Oriol Junqueras en un acto de Esquerra
OPINIÓN

Qué debería hacer ERC ante la encrucijada más importante en décadas

ERC tiene tres cuestiones urgentes a resolver y de cómo las afronten dependerá su futuro a medio plazo

Hay vida más allá del reconocimiento de Palestina, aunque en Esquerra deben pensar que Sánchez les ha hecho un favor. Tras el descalabro del 12 de mayo, el silencio en torno a Junqueras y los suyos se agradece en la calle Calabria, más cuando el partido deberá tomar una decisión urgente.

Nada cambia en el calendario de ERC: el congreso será al noviembre y Marta Rovira, junto a Pere Aragonès, hará una terna de posibles candidatos para comandar la nave. Mirando de reojo a Oriol Junqueras, que hará la guerra por su cuenta y que pretende descubrir estos meses si la gente lo quiere.

Los republicanos tienen tres incógnitas a resolver y su futuro dependerá de la capacidad que tengan de curar realmente las heridas. Primero de todo deben decidir qué hacer ante la investidura de Salvador Illa. De momento han jugado bastante bien sus cartas: que sea la militancia quien acabe validando la posición, aunque a nadie se le escapa que la dirección deberá tomar partido.

Marta Rovira, secretaria general de ERC, dando un discurso

Sabremos, tarde o temprano, qué opinan los dirigentes de ERC y será importante. Cualquiera de las posiciones tiene ventajas e inconvenientes. Parece que la de entrar a gobernar con Illa queda descartada y es sensato que así sea. Ahora bien, votar a favor del líder del PSC y quedarse en la oposición podría darles el tiempo que necesitan, a la vez que tensionaría el partido de tal forma, que no se descarta una nueva escisión interna.

Es la batalla constante de Esquerra entre la ideología y la bandera. Sería ideal para los republicanos que los socialistas obtuvieran los votos del PP y Vox. De lo contrario, deberán escoger y si optan, por ejemplo, por la abstención, irán a nuevas elecciones sin candidato. Aunque algunos lo ven como una oportunidad, parece un suicido político ahora mismo.

Esta es la decisión más difícil y la más importante, porque marcará el futuro a corto plazo de ERC. Si consigue no tener que mojarse y que Illa gobierne, tendrá cierta paz para encarar los otros dos retos. De lo contrario, deberá medir muy bien cuál es el mal menor.

Montaje de Oriol Junqueras y Salvador Illa en el Parlament

Los nuevos líderes y el nuevo discurso

El casting para escoger los nuevos dirigentes parece que ya ha empezado. Si realmente el discurso del fin de ciclo es cierto, Esquerra debe buscar entre la nueva generación. Nombres como Teresa Jordà van en la dirección contraria y no serían demasiado estimulantes.

No se descarta algún tipo de pacto con el sector Junqueras, que sigue empeñado en quedarse. Más allá de esto, si ERC quiere de verdad empezar de cero, que olvide el pasado, el Procés y lo vivido hasta 2017. Es evidente que no hay nombres que animen, pero tienen hasta noviembre.

Y no solo va de nombres, va de hoja de ruta. Esquerra sigue defendiendo que ha hecho bien su trabajo, que ha defendido lo correcto y que no ha sido valorada en las urnas como tocaba. Es una opción legítima, aunque no sea de demasiada ayuda. Cuando recibes varios varapalos electorales tienes dos opciones: creer que la culpa es de los otros o virar tu rumbo.

Pere Aragonès con rostro muy serio sentado en su silla del Parlamento de Cataluña

Servidor ha defendido varias veces que el problema de las izquierdas a la izquierda del PSOE es que no han entendido un cambio social. Siguen enrocadas en el 15-M y los problemas ya no son los mismos ni tampoco la sociedad. La Cataluña de los 8 millones pide otras políticas, otros debates más allá de los que defiende ERC.

Ante esta situación, los republicanos tienen dos opciones: enrocarse y seguir compitiendo con la CUP y los Comuns, o actualizar su programa. No hablo de hacerse de derechas, ni convertirse en un PSC 2.0, más faltaría. Lo que tocaría es empezar a poder hablar de determinadas cosas desde su óptica, con recetas de la izquierda. 

Esquerra debería hablar más con sus alcaldes y ver qué están pidiendo los de otros partidos como en Osona, el Maresme o el Alt Empordà. Sus cargos municipales saben que la gente quiere que las calles estén limpias, que se acaben los hurtos en los comercios y que sus hijos puedan volver tranquilos a casa. Volver a hablar de las preocupaciones reales de la gente es el modo de volver a conectar con el medio millón de electores que han desaparecido en seis años.

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