Jessica Albiach con la guitarra del Hard Rock de fondo
OPINIÓN

La estafa de los Comuns

Jéssica Albiach ya puede vender su camiseta de 'Tax the casinos' a una tienda de segunda mano

Editorial Arnau Borràs

Es probable que los Comuns, la marca de Sumar en Cataluña, sea una de las grandes estafas de la política catalana. Algo nada baladí teniendo en cuenta que aquí, durante años, hemos sufrido (y seguimos sufriendo) el procesismo.

Para los Comuns, ahora el Hard Rock ya no es una línea roja para pactar la investidura de Salvador Illa. Tras tumbar los presupuestos (y forzar nuevas elecciones) con la excusa del Hard Rock, tras hacer del Hard Rock su elemento central de la campaña electoral y tras acusar al PSC de ser el partido del “asfalto” y los macroproyectos, ahora están dispuestos a comérselo con patatas. Jéssica Albiach ya puede vender su camiseta de ‘Tax the casinos’ a una tienda de segunda mano. Así, por lo menos, favorecen aquello que tanto les gusta del comercio sostenible.


Qué deben pensar los votantes de los Comuns cuando ven que, ahora, el partido al que han apoyado está dispuesto a comerse el sapo el macroproyecto del Camp de Tarragona. Al fin y al cabo, ellos son los grandes estafados de este giro de los Comuns. Un giro que venderán como pragmatismo cuando no es más que otra muestra de que, lo que les importa, es pasar por caja en forma de suculentos cargos excelentemente remunerados. 

Que un partido diga algo y meses después acabe haciendo lo contrario no es nuevo en política. Pero el ejemplo de los Comuns con el Hard Rock es de los más flagrantes que hemos visto en los últimos años. No es el único, evidentemente. En Cataluña ya tenemos años de experiencia. 

Unos dijeron que harían una independencia y lo que acabaron haciendo fue irse a Waterloo. Otros afirmaron que no pactarían nunca con el "malvado 155" y les han faltado instituciones para llegar a acuerdos con el PSC y mantener sus poltronas y cuotas de poder. Y también vimos aquello de Puigdemont de que “yo a Sánchez no le compro ni un coche de segunda mano” para acabar invistiéndole presidente del Gobierno.

Por no hablar de Pedro Sánchez, claro. El rey de los cambios de opinión. No tenía que haber ni indultos, ni cambios legales en la malversación y en la sedición ni, evidentemente, amnistía. Y aquí estamos. Todo por la pasta. Después, algunos se preguntarán por qué sube la abstención y la desafección política. Tener la capacidad de negociar y llegar a acuerdos renunciando a algunas aspiraciones es lógico y sano en una democracia. Pero mantener posiciones maximalistas para cambiar completamente tu opinión al cabo de pocas semanas o meses es lo más parecido a una estafa. Sobretodo, hacia tus propios votantes.

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