Salvador Illa con traje oscuro sobre un fondo rosa con un diseño de líneas discontinuas.
OPINIÓN

El PSC: es lo que hay

¿Podíamos esperar a un Winston Churchill después de la década procesista, la década pegajosa? Parece que no

Muchas críticas al PSC. También a Salvador Illa, que no se destaca por ser el alma de la fiesta. Que si se reúne con Pujol, que si se reúne con Felipe VI (kryptonita indepe), que su primera entrevista en TV3 la han visto en su casa, etc. De acuerdo, ¿Pero es que acaso los catalanes se merecen algo mejor?

El PSC o la comida para pájaros

Es innegable: el PSC es un partido con vocación de leche en polvo ¿A qué sabe la comida de hospital? Pues a lo mismo a lo que sabe la ideología del PSC. Bueno, más o menos llena, te comes el bollo de pan blando con cierta resignación, esperas irte pronto de ahí. Porque, ¿Qué defiende exactamente el PSC? Pregunta seria, que dicen ahora.

Felipe VI y Salvador Illa dándose la mano frente a un tapiz decorativo.

Salva dice que su objetivo es “unir” a los catalanes, buscar consensos y la música habitual. Así cualquiera. Supongo que también estamos a favor de la paz universal. Pero la época de pedir a los Reyes Magos que acabaran con el hambre ya ha pasado. Además, todos sabemos que los niños ponen eso en la carta por una neurosis de narcisismo egoísta. Tráeme regalos a mí, que sí soy moral.

Y no es solo que la ideología del PSC sea insípida, es que también es blandita. Es una gelatina con los grumos estrictamente necesarios: inmersión lingüística, pero artículo 155; Borbón, pero Pujol también; educación pública, pero todos a colegios católicos; etc. Solo esto explica que el PSC sea calificado simultáneamente de “españolista” y “separatista”. Es el gato de Schrödinger de la ideología. 

Teología natural y teología revelada

En fin, que es un partido perfecto para Cataluña, concretamente, para la Cataluña postprocesista. Y es que una cosa es lo que tú exijas y otra cosa es lo que te merezcas ¿Podíamos esperar un Winston Churchill después de la década procesista, la década pegajosa? Parece que no.

Toca jesuitismo, mucho jesuitismo, muchísimo. O sea, tocar hacer cristianos y que otros piensen lo que debería ser o dejar de ser un cristiano. Tal cual baja de Montserrat, Salvador Illa recibirá en Palau a una colla de dragqueens. O sea, lo que viene siendo la política, que se parece mucho a aceptar la variedad de las cosas y ver qué se puede hacer con ella.

Salvador Illa soplando un beso en un evento público.

En todo este panorama, el nacionalismo catalán hará el papel equivalente al Opus Dei. Ya hemos tenido un ejemplo. El otro día se discutió en el Parlament sobre la sacrosanta identidad catalana. El sexo de los ángeles. Los catalanes arrastran demasiada superioridad moral como para preguntarse otra cosa.

Salvatore dio una respuesta jesuítica, o sea, casuística, o sea, adaptada al caso: “es catalán todo el que venga a trabajar y a mejorar cataluña”. Muy bien. En el otro lado, el nacionalismo catalán (Aliança Catalana, que es Junts con un par de copas) dice que no, que bueno, que la cultura catalana. No me importa que seas negro, pero háblame en catalán, haz el favor. De hecho, nos iría como Dios tener negros, hispanos, indios, chinos, que hablaran catalán.

Una vez hundido el procesismo, la pregunta sobre el futuro de Cataluña es una pregunta teológica ¿Qué triunfará en Cataluña? ¿La teología natural del PSC, que se presta a lo que quieras, o la teología revelada de Aliança Catalana?

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