Pere Aragonés con unas flores de fondo simbolizando la primavera

OPINIÓN

La precampaña y la primavera

La primavera llega a Cataluña con unas elecciones bajo el brazo y unos funcionarios de prisiones, que no acaban de entender por qué han de dejarse matar a cuchilladas

Imagen del Blog de Octavio Cortés

Qué detalle tuvo el presidente Aragonés al situar las elecciones catalanas en plena primavera. En verano, las elecciones hay que hacerlas en manga corta y los mítines se llenan de señoras abanicándose; en otoño ya hacen elecciones los americanos, que solo entienden de noviembres; en invierno la masa electoral se retrae, se acurruca y cierra los ojos, como el monstruo perezoso que es, y todas las fanfarrias y mandolinas del Circo Electoral suenan a fantasmagoría barata.

El presidente de la Generalitat de Catalunya, Pere Aragonès, interviene durante una sesión plenaria, en el Parlament, a 5 de marzo de 2024, en Barcelona, Catalunya

Pero oh, la primavera. El votante catalán, criatura animosa por definición, podrá enfilar el camino del colegio electoral oyendo el canto de los pajaritos y el rugido de los funcionarios de prisiones, que no acaban de entender por qué han de dejarse matar a cuchilladas; podrá ver a los trenes de cercanías descarrilar y a los okupas entrando por la Diagonal, liderados por diputados de la CUP en chándal, con sus copas menstruales y su afro-catalanidad pujante; con una flor en la mano.

Laura Borrás leerá versos a unas “tietes” histéricas que corearán “presidenta, presidenta” aunque nadie sabe ya qué preside esta señora; Rull & Turll (el mejor dúo cómico desde los Hermanos Calatrava) recorrerán “el territori” devorando costelladas con la furia de mil soles, mientras Joan Bonanit aúlla bajo el firmamento constelado.

Oriol Junqueras despertará de su siesta y preguntará qué hora es; los frikis de Waterloo votarán que el Consell per la República se convierta en una Mesa Nacional para el Engorde de Toni Comín, pianista añorado, supremo exégeta de sí mismo. Gabriel Rufián establecerá su centro operativo en la taberna de Pablo Iglesias, servilleta en mano, como los héroes de antaño, dispuesto a una última batalla de fritura de pescado y vino blanco. 

Primer plano de Gabriel Rufián señalando a Oriol Junqueras muy sonrientes

Ricard Ustrell presentará cuatro o cinco magazines nuevos. Vicent Partal seguirá entrevistando a Valtonyc tres veces por semana y Toni Soler seguirá cobrando sus chistes a 100.000 euros el minuto; los de Vox se insultarán un poco entre ellos, según su costumbre, y Vidal Quadras será tiroteado en cada esquina del Eixample; el Open Arms llenará todos los hoteles de la costa y Joan Ignasi Elena nos llamará fascistas a todos y pedirá otro coñac.

Qué inmensa fortuna, qué panorama de delicias. La Ley de Amnistía ha infundido en toda la patulea indepe un repentino amor a la legalidad española, y ha disparado a Illa en las encuestas, aunque nadie, jamás, en ningún sitio, haya conocido a nadie que vote al PSC. También ha provocado que Pilar Rahola grite un poco menos y que Dante Fachín se pueda dedicar tranquilamente a lo suyo, que es poner papada y dormir en el sofá.

¿Es magia? No, son tus impuestos, que florecen con la primavera. 

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