
¿Por qué nadie se pregunta qué es un hombre?
La sentencia del Supremo británico reabre el debate sobre el género y evidencia la invisibilidad de los hombres trans
El 16 de abril de 2025 se ha convertido en una fecha histórica para el Reino Unido: el Tribunal Supremo ha sentenciado que solo las mujeres somos mujeres, y que los hombres que se identifican como mujeres —incluso aquellos que han hecho la transición— no tienen cabida dentro de la definición legal del término mujer. Uno podría pensar que no hacía falta una resolución judicial para llegar a esta conclusión, pero lo que me pregunto es: ¿por qué, una vez más, el debate gira exclusivamente en torno a las mujeres? ¿Por qué nunca nadie se cuestiona qué significa ser hombre?
Madrid, verano de 2023, debate electoral, el candidato de VOX, Santiago Abascal, vestido de Cid Campeador, lanza una pregunta que pretendía incomodar a la izquierda, representada por Yolanda Díaz y Pedro Sánchez: “¿Qué es una mujer para ustedes? Yo lo tengo claro”. Abascal, con el pecho inflado, sabía que, con la ausencia del tibio Feijóo, podía plantear esta pregunta y quedar como un héroe nacional.

Él tenía muy claro qué era una mujer, pero Díaz, con gran habilidad y obviamente sin correr el riesgo de contestar la pregunta del millón, contraatacó: “¿Qué es una mujer para usted?”. Abascal, congelado, a pesar de saber perfectamente qué es una mujer (porque evidentemente todos lo sabemos), no tuvo el valor de decirlo y pidió, como en una partida de ajedrez, dejarlo “en tablas”. Todo esto mientras Pedro Sánchez lo observaba desde la distancia: su escudera lo había salvado de tener que responder. ¡Bien jugado, Yolanda!
Tras una búsqueda rápida, sobre todo a través de esas listas que en diciembre suelen elaborarse sobre los famosos más destacados del año, la conclusión es clara: por cada mujer biológica que ha hecho la transición a hombre y que goza de cierto reconocimiento público, aparecen un mínimo de treinta hombres que se identifican como mujeres.
Basta con pensar en el panorama político nacional: la visibilidad de los hombres trans es casi nula, mientras tanto las mujeres trans incluso han alcanzado puestos de relevancia en el panorama político, tienen voz en las tertulias políticas y protagonizan vídeos en las redes sociales de los partidos.

Algunas de las consecuencias más celebradas de la sentencia británica han sido que, de esta manera, las mujeres trans no podrán acceder a espacios íntimos como baños, vestuarios o cárceles femeninas, así como tampoco podrán competir en la categoría femenina de los deportes.
Icónica ha sido sobre todo J.K. Rowling con un puro y una copa de coñac, celebrando que las mujeres en el Reino Unido siguen teniendo espacios seguros —que no puntos violetas—, lo que evita cualquier posibilidad de fraude que pueda poner en peligro a las mujeres. Porque, como la “wokesfera” está tan desbocada, en ningún caso se plantea la posibilidad de fraude, ni siquiera después de ver a hombres que simplemente van al registro civil a pedir que su documento de identidad los reconozca como mujeres para burlarse.
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