Comparación visual de dos edificios emblemáticos de Madrid y Barcelona en un diseño gráfico con fondo rosa y texto "VS" en el centro.
OPINIÓN

Barcelona y Madrid, la evolución comparativa de dos ciudades en el último siglo

Tras la muerte de Franco en 1975 y con la llegada de la democracia, ambas ciudades experimentaron un renacimiento

Imagen del Blog de Joaquín Rivera Chamorro

El 23 de abril de 1929, en los estertores de la dictadura del general Miguel Primo de Rivera, Barcelona alcanzó oficialmente el millón de habitantes, siendo la primera ciudad de España en lograr tal hito demográfico. La Ciudad Condal se encontraba en su zénit de expansión urbana, industrial y cultural, coincidiendo además con la Exposición Internacional que impulsó el crecimiento de la urbe. 

Barcelona lideraba entonces la economía española con una industria textil dominante, así como sectores químicos y de maquinaria pesada que elevaban a la ciudad como el verdadero motor económico de España.

Madrid, que concentraba la administración del Estado, carecía en aquel momento de un tejido industrial equiparable. Barcelona generaba más empleo, gozaba de una mayor productividad y disponía de infraestructuras clave como el puerto, una saludable red ferroviaria y una creciente red de tranvías. Las dinámicas sociales también eran singulares y más cercanas a otras ciudades modernas del resto de Europa: movimientos obreros, sindicatos y una intensa vida cultural situaban a Barcelona como la ciudad más moderna y avanzada de la península. Las rosas también tenían espinas, y desde 1919 y hasta el golpe de Estado de 1923, se vivió una auténtica guerra civil entre los sindicatos anarquistas y los del libre, además de otros grupos que llegaron a estar pagados por la patronal para combatir la ola de atentados.

Edificios emblemáticos de España con el Palacio de Cibeles en Madrid a la izquierda y la Sagrada Familia en Barcelona a la derecha.

Los años 20 supusieron un empuje más para el saludable impulso de la industria y comercio barceloneses. Entre 1920 y 1928, el comercio exterior español se incrementó más de un 10%, siendo la Ciudad Condal especial protagonista de las buenas cifras.

No obstante, la política arancelaria clásica de España, que había lastrado la economía durante décadas, se hizo aún más intensa. Si bien, la burguesía catalana había sido uno de sus mayores impulsores para proteger sus productos en el mercado nacional. 

La llegada de la República coincidió con la depresión tardía que sufrió la economía española y se practicó una nueva política arancelaria que, sin embargo, no dio los frutos anhelados, no consiguiendo dar salida a los productos españoles debido a las políticas proteccionistas de los demás países, que se incrementaron tras el desastre económico mundial de 1929.

Barcelona durante el Franquismo

Tras la Guerra Civil, el nuevo régimen surgido instauró un sistema político que volvió a centralizar las instituciones. Este hecho benefició progresivamente a Madrid como núcleo de poder. Barcelona, asociada al republicanismo y al catalanismo, fue marginada en términos de inversiones estatales durante los primeros años, aunque esa tendencia fue moderándose posteriormente. La Ciudad Condal siguió siendo el principal centro industrial del país durante gran parte del periodo.

En la primera fase, durante los años 40 y principios de los 50, el modelo autárquico del franquismo perjudicó la economía catalana, que dependía del comercio exterior para abastecerse de materias primas y exportar productos manufacturados. En cambio, Madrid fue elegida sede de nuevas empresas públicas, bancos estatales y organismos del régimen, lo que fomentó un crecimiento urbano acelerado y una mejora en infraestructuras. El impulso de los 60 volvió a dar cierto protagonismo a la ciudad catalana y su industria, que se diversificó y amplió su tejido productivo con empresas estratégicas de gran importancia.  

A nivel demográfico, la evolución también fue significativa. En 1940, Barcelona tenía 1.2 millones de habitantes frente a 1.1 millones en Madrid. Sin embargo, para 1970, Madrid ya había superado los 2.9 millones, frente a los 2.3 de Barcelona. Esto refleja la inversión centralizada en la capital y la creación de barrios periféricos como Vallecas, Carabanchel y el Pilar, que habían sido poblaciones con ayuntamiento propio y que pasaron a pertenecer al de Madrid, lo que supuso un incremento notable de la población. 

Una mujer y un niño buscan entre escombros en una calle destruida en la guerra civil mientras un grupo de personas observa desde el fondo; en la esquina superior izquierda hay una bandera roja con siete estrellas blancas.

Barcelona-Madrid desde 1975

Desde la muerte de Franco en 1975 y la llegada de la democracia, ambas ciudades han seguido trayectorias paralelas, pero con ritmos desiguales. El centralismo, que había sido constantemente apuntado por las formaciones políticas catalanistas como el responsable del desequilibrio entre las dos ciudades, desapareció y el autogobierno fue cada vez más amplio para Cataluña. Se suponía que, con los mimbres de la descentralización, los cestos serían lustrosos y llenos de viandas. 

Barcelona vivió una etapa de renacimiento cultural, económico y urbanístico, especialmente con los Juegos Olímpicos de 1992. Pero Madrid, por su parte, consolidó su posición como capital económica y política de España, con un fuerte crecimiento en sectores financieros, tecnológicos y logísticos.

¿Qué ha sucedido en el último cuarto de siglo? Tras los primeros años del régimen democrático y el impulso de los Juegos Olímpicos que mejoró notablemente las infraestructuras barcelonesas, las dos ciudades han evolucionado de forma diferente. Aunque tienen problemas similares, que son comunes a todas las grandes ciudades europeas, lo cierto es que se producen asimetrías en algunos aspectos clave. 

¿Qué ocurrió con la población? Madrid alcanzó los 3.46 millones de habitantes en su núcleo urbano, frente a 1.70 millones en Barcelona. Esta diferencia pone de manifiesto un crecimiento sostenido en Madrid y una cierta estabilización en Barcelona, afectada por la saturación urbana y el encarecimiento de la vivienda. De hecho, el incremento de Madrid con respecto a Barcelona en el último año fue de un 3,6% frente a un 2,6. 

Comparativa de datos demográficos entre Madrid y Barcelona, incluyendo población total, crecimiento anual, población extranjera, principales nacionalidades, densidad poblacional, distribución por género, saldo natural, saldo migratorio, población del área metropolitana y superficie del área metropolitana.

Los datos estadísticos de población nos ofrecen varias lecturas. Por un lado, el saldo natural negativo de la ciudad de Barcelona que es 6 veces mayor en Madrid que en la Ciudad Condal. Este saldo negativo se compensa con la inmigración. A Madrid llegan más inmigrantes, tanto extranjeros como nacionales. 

La renta per cápita es otro indicador revelador. En 2022, Madrid alcanzó los 38.435 euros, mientras que Cataluña (con Barcelona como epicentro) registró 31.894 euros. La diferencia de más de 6.500 euros por habitante muestra una mayor capacidad adquisitiva en la capital española. En la siguiente tabla, se puede comprobar la evolución desde 1929, si bien, algunas de las cifras, especialmente las anteriores al año 2000, son estimadas y para realizarlas se han tenido en cuenta valores basados en el PIB regional. En cualquier caso, la riqueza del habitante medio de Madrid ha progresado más desde 1975.

Gráfico que muestra la evolución de la renta por habitante anual en Madrid y Barcelona entre 1929 y 2025 en miles de euros, con líneas que representan a cada ciudad.

En cuanto a la inversión extranjera, los datos también merecen una lectura. En 2022, Madrid recibió el 74% del total nacional de inversión extranjera directa, mientras que Cataluña captó solo el 16%. Sería absurdo ignorar que la centralización de decisiones y el peso de las grandes corporaciones no están detrás de una parte de ese desequilibrio, pero la inestabilidad política en Cataluña durante los últimos años ha tenido también mucho que ver, además de otros factores que son de sobra conocidos. 

Respecto a la capacidad industrial, Barcelona sigue liderando en sectores como la automoción, química y biotecnología, aunque Madrid ha tomado ventaja en tecnología, logística y servicios financieros. El tejido productivo de Barcelona está más vinculado a pymes, diseño y turismo, mientras que Madrid concentra las sedes del IBEX 35 y multinacionales tecnológicas como Google, Amazon y Microsoft. 

Barcelona ha caído de rodillas ante los cantos de sirena del dinero fácil obtenido de visitantes extranjeros. El turismo de paella y sangría, los cruceros, las visitas masivas a los 10 puntos “que no te puedes perder” de las páginas web, los vuelos low-cost y los apartamentos turísticos han convertido la Ciudad Condal en un auténtico parque de atracciones en el que los únicos que no sonríen son los vecinos que no tienen negocios relacionados con el turismo.

La inmigración, dos modelos diferenciados

En términos migratorios, ambas ciudades son centros de atracción internacional. Madrid tiene un 22% de población extranjera, y Barcelona un 20%. Sin embargo, las nacionalidades difieren: en Madrid predominan venezolanos, colombianos y rumanos, mientras que en Barcelona son más comunes los italianos, pakistaníes, chinos y marroquíes. Barcelona presenta mayores retos de integración en barrios como el Raval, donde se concentran altas tasas de pobreza y desempleo.

La integración de la población hispanoamericana es más sencilla: el idioma común y rasgos étnico-culturales muy similares fruto de una historia compartida facilitan este proceso. Por otra parte, el nivel de formación educativa de un importante porcentaje de los hispanos proporciona a estos la capacidad de integración en todos los sectores del mercado laboral.

Barcelona y Madrid, fueron lugares de acogida de migración de otros lugares de España durante las décadas de los 50-60, el que escribe este artículo es hijo de aquellos inmigrantes. No obstante, las dos ciudades presentan ahora un perfil sensiblemente diferente.  

No se puede decir que existan políticas directas para favorecer la inmigración no hispanoparlante en Cataluña, pero es cierto que diversos discursos y artículos en prensa han ido promocionando la idea de que la integración para los que no hablaban castellano sería más sencilla por su aprendizaje directo del catalán, de modo que la fortaleza de la adaptación de los recién llegados tendría como eje vertebrador la lengua catalana.

Las declaraciones de diversos líderes catalanistas a principios del siglo XXI, enfatizando la idea de que el que no hablaba español se integraba mejor, aparecieron en todos los medios de comunicación. El mismo diario La Vanguardia publicó varios artículos entre 2004 y 2010 fomentando el modelo catalán como una apuesta de la lengua como nexo común independientemente del lugar de nacimiento. También son habituales en las redes sociales vídeos o audios con incidentes entre hispanoamericanos que trabajan en el sector servicios y que son incapaces de atender en catalán a usuarios que así lo solicitan. Este tipo de mensajes indirectos tienen un poder desincentivador entre la población que procede de América y que prioriza Madrid sobre Barcelona.

Un grupo de personas con abrigos hace fila afuera de un edificio por la noche.

Las tasas de criminalidad

La criminalidad también ha generado debate. Según el Ministerio del Interior, Barcelona lidera la poco honorable lista de hurtos y robos por habitante, especialmente en áreas turísticas. Madrid, pese a su mayor tamaño, presenta tasas más bajas ajustadas a la población, lo que la convierte en una ciudad percibida como más segura. La percepción es importante y tiene un potente poder de disuasión en el turismo, lo que podría afectar a esta industria en los próximos años. 

En cuanto al PIB, la Comunidad de Madrid genera el 25% del total nacional (unos 261.000 millones de euros), mientras que Cataluña aporta el 24.7% (aproximadamente 255.000 millones). Esto marca un cambio histórico, ya que Cataluña había liderado durante décadas este indicador. La brecha se ha ampliado desde la década de 2010.

Existe un declive de Barcelona con respecto a Madrid

Todos los datos que se han presentado, y muchísimos más que por la evidente falta de espacio no pueden mencionarse, evidencian una pérdida de peso relativo de Barcelona frente a Madrid en casi todos los indicadores clave. Esto no significa una decadencia absoluta, pero sí una reconfiguración del poder económico y social en favor de la capital de España. Las causas de este fenómeno son múltiples: el centralismo estructural es una de ellas, pero la inestabilidad política en Cataluña, la saturación urbana, la cada vez más fuerte dependencia del turismo, y el incremento de la criminalidad con su consiguiente percepción de inseguridad. 

Fotografia de una agresión en Barcelona

Madrid, en cambio, ha logrado capitalizar su papel como centro político, atrayendo talento, inversiones, empresas tecnológicas y capital financiero. Sin embargo, no todo son parabienes para la capital del reino, el imparable ascenso del precio de la vivienda es uno de los principales retos al que debe enfrentarse en los próximos años.

Si Barcelona desea recuperar el protagonismo y lustre que tuvo hace no tanto tiempo, tendrá que diversificar su economía y no apostarlo todo al turismo, tratar de preservar la industria que le queda, resolver las tensiones multiculturales y territoriales y conseguir bajar las tasas de criminalidad que pueden minar uno de sus principales tejidos productivos.

Fuentes y referencias

  • Instituto Nacional de Estadística (INE).
  • IDESCAT – Institut d'Estadística de Catalunya.
  • Ministerio de Economía y Transformación Digital (2023).
  • Ministerio del Interior (2023).
  • Comunidad de Madrid – Estadísticas Población y Renta (2023).
  • Eurostat – Urban GDP Report (2022).
  • Banco de España – Informe Económico Anual (2023).
  • Observatori d’Empresa i Ocupació de Catalunya.
  • Carvajal, L. E., & Trigueros, R. P. (2018). La ciudad moderna. Cambio social y cultural en España 1900-1936. Universidad Complutense de Madrid.
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