Imagen de una mano depositando un voto en una urna
OPINIÓN

La política y los vasos comunicantes

Tenemos por delante tres procesos electorales en un mes y medio: elecciones vascas el 21 de abril, catalanas el 12 de mayo y al Parlamento europeo el 9 de junio. Luego nos extrañará si los ciudadanos muestran hartazgo y desafección a la política

Muchos ciudadanos, tanto partidarios, como contrarios, de la ley de amnistía, pensaban que, con la aprobación de la medida de gracia, tendríamos un tiempo de cierta tranquilidad política. Se equivocaron. De forma, prácticamente, simultánea a la aprobación de esa ley, en el Parlament de Cataluña En Comú Podem votaba no a la tramitación de los presupuestos presentados por el Govern. 

Dicen algunos que los de Ada Colau bloquearon las cuentas de la Generalitat con la excusa de la construcción del complejo de ocio y casinos Hard Rock en Tarragona, pero que en realidad lo hicieron para castigar a los socialistas por el veto que Jaume Collboni había puesto a Colau para formar parte del gobierno municipal de Barcelona.

Imagen de Ada Colau, de los Comuns, junto a Jaume Collboni, del PSC

Nunca sabremos si ese voto fue una represalia o no. El hecho cierto es que, a renglón seguido, el president Pere Aragonés anunciaba el fin de la legislatura y la convocatoria de elecciones a la Cámara catalana para el próximo 12 de mayo.

Faltaría a la verdad si dijese que esa convocatoria nos cogió por sorpresa. Desde que se inició la legislatura, en mayo de 2021, el Govern, primero de coalición (Junts-ERC) y luego en solitario de ERC, ha tenido que hacer malabares para no descarrilar. 

Si no lo ha hecho, ha sido gracias a la cordura que el grupo parlamentario del PSC ha puesto para que la legislatura no fracasase. Y es que gobernar con 33 diputados de un total de 135, no es un milagro, pero casi. Los republicanos han de agradecer, a un ángel de la guarda, llamado Salvador Illa, que haya hecho posible la gobernabilidad en todo este tiempo.   

Nunca sabremos si el no de los comunes a los presupuestos fue la verdadera causa para convocar las elecciones, o fueron los intereses partidistas de Aragonés los que le llevaron a dar la legislatura por finiquitada. 

La cuestión es que ahora tenemos por delante un ciclo de tres procesos electorales en un mes y medio: elecciones vascas el 21 de abril, catalanas el 12 de mayo y al Parlamento europeo el 9 de junio. Luego nos extrañará si los ciudadanos muestran hartazgo y desafección a la política. 

Ese panorama hará que el Congreso entre en una fase de letargo porque ni los partidos vascos ni los independentistas catalanes tendrán ningún interés en aparecer como “colaboracionistas” de la política española. De hecho, el Gobierno central, tras la convocatoria electoral catalana, decidió no presentar las cuentas para 2024, ante la posibilidad de que los socios del Ejecutivo reaccionen de forma imprevisible en la tramitación de los presupuestos generales del Estado. 

La política, en ocasiones, es endiablada y ahora estamos ante una situación que puede tener tintes maquiavélicos. Según diversos sondeos, es muy probable que se produzca un empate entre el PNV y EH-Bildu en las selecciones vascas. 

Montaje de Feijóo, con Urkullu y Sánchez, con la bandera del País Vasco de fondo

Si eso es así, tendrá que ser el partido socialista quien decante la balanza a favor de una u otra formación para que alcance la lehendakaritza. Sánchez ya anunció, tiempo atrás, que si se daba esa circunstancia, el apoyo del partido socialista sería para el PNV. Es decir, que el PNV seguirá mandando en el País Vasco con el apoyo del PSE si dan los números, claro está; ya que nacionalistas y socialistas gobiernan en las tres capitales y las diputaciones forales y según parece, ni a unos ni a otros les va nada mal. 

Pero eso significa que no se pueda descartar que los abertzales, en algún momento, quieran ajustar cuentas con el Gobierno y aprovechen alguna votación importante en el Congreso para marcar distancias ante el Ejecutivo de Sánchez.

Algo similar o, incluso, peor puede suceder con el independentismo catalán. Aquí todo indica que el PSC ganará las elecciones, pero también que necesitará del concurso de ERC o Junts para gobernar y ahí es donde se puede abrir la caja de los truenos. 

Fotomontaje con una imagen de fondo del Parlament y al frente Salvador Illa, Carles Puigdemont y Pere Aragonès

Porque tanto unos como otros, igual piden la presidencia de la Generalitat a cambio de su apoyo en el Congreso, negarse a colaborar con el Ejecutivo central si ellos no están en el Govern o cualquier otra cosa que se les pueda ocurrir a cambio de sus votos. De hecho, Pere Aragonés ya ha puesto la financiación “singular” para Cataluña (eufemismo de concierto fiscal) como condición “sine qua non” para seguir dando soporte al Gobierno de Sánchez.

Por lo que pueda venir conviene que nos vayamos acostumbrando a todo tipo de componendas por raras que parezcan. Por ejemplo: siempre se había dicho que la política catalana se hacía en Cataluña. Sin embargo, la semana anterior supimos que Aragonés llamó a Yolanda Díaz para que intercediese ante En Comú Podem y le dejaran tramitar los presupuestos. Y es que, por lo que se ve, algunos son independentistas solo cuando les conviene.    

Lo que queda claro es que la política tiene mucho que ver con los vasos comunicantes. Lo que ocurre aquí acaba repercutiendo allí y viceversa.  Y aunque en esta legislatura el Gobierno goza, al menos sobre el papel, de una amplia mayoría en el Congreso de los diputados, esa mayoría está constituida por un bloque muy heterogéneo que en cualquier momento se puede quebrar con relativa facilidad.

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