Montaje con Pedro Sánchez cabizbajo con el mapa de Galicia de fondo
OPINIÓN

Pedro Sánchez tiene un problema

El resultado de las últimas elecciones autonómicas en Galicia, celebradas el pasado domingo, evidencian que Pedro Sánchez tiene un problema. Y no es pequeño.


El resultado de las últimas elecciones autonómicas en Galicia, celebradas el pasado domingo, evidencian que Pedro Sánchez tiene un problema. Y no es pequeño.

Allí donde hay partidos independentistas o nacionalistas, los que sostienen precisamente al gobierno español, el PSOE de Sánchez retrocede de forma importante. Quedando, como en el caso de Galicia, como una fuerza prácticamente residual. Con solo nueve escaños.

Los electores, como se vio el domingo, prefieren concentrar el voto útil en aquellos partidos que realmente defienden sus intereses. Los que los tratan desde la proximidad. La irrelevancia que estas formaciones habían tenido durante muchos años en Madrid, o dicho de otra forma, el peso que Pedro Sánchez les ha dado para su supervivencia política, ha hecho que los ciudadanos los vean más útiles a la hora de conseguir inversiones y mejoras que el mismo partido que ostenta la presidencia.

Y es que, sin ir más lejos, el BNG ha logrado mucho más con un único diputado estos meses, que los siete socialistas en todos estos años.

En el PSOE, estos días, afloran las críticas hacia la política de pactos de Sánchez. Ahora sí, pues, parece que algunos se han dado cuenta de que para conservar la Moncloa no se podía hacer todo. Que por el hecho de que el líder se mantenga en la presidencia del Gobierno de España, no se puede permitir caer en la irrelevancia en parlamentos autonómicos y grandes capitales del Estado.

Pedro Sánchez cabizbajo

El hiperliderazgo de Sánchez se resume, hoy en día, con tener 3 de los 17 gobiernos autonómicos y 12 de las 52 capitales. Conformarse con ser el segundo grupo parlamentario del Congreso y vivir con una mayoría absoluta del PP en el Senado.

Es cierto que a priori aún quedan tres años de legislatura por delante. Hasta 2027 no tiene por qué haber elecciones en el Estado. Pero la dependencia de los partidos independentistas, especialmente de Junts, puede obligar a Sánchez a tener que convocar elecciones antes de tiempo.

Y tener que afrontarlas con un partido cada vez más dividido, tenso y que lo mira de reojo por las decisiones que toma en su único beneficio. Si bien es cierto que hasta ahora solo era el manchego Emiliano García-Page el único en plantarle cara, respaldado por la única mayoría absoluta que tienen los socialistas en la actualidad, en las últimas horas se han sumado a las críticas el castellanoleonés Luis Tudanca y el madrileño Juan Lobato.

Sumando solo fracasos, en Andalucía, Castilla y León, Madrid y ahora Galicia, a Sánchez solo le queda cruzar los dedos para que Carles Puigdemont no lo destrone del poder que le otorga la Moncloa. Y es que si eso pasa, y se demuestra que toda su estrategia ha sido fallida, volverá el monstruo del famoso comité federal del 1 de octubre de 2016 que puso fin a su primera etapa al frente del PSOE.

Puigdemont, y en cierta manera Salvador Illa, si logra la presidencia de la Generalitat en las próximas elecciones, son el único salvavidas que Sánchez tiene para sobrevivir políticamente a medio plazo. De nuevo, pues, que el problema del presidente vaya a más o se resuelva, depende de Cataluña.

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