Cuatro personas en primer plano con un fondo de colores rojo, naranja y amarillo.
OPINIÓN

El pandemonium indepe, el circo de la Diada

La pregunta es: ahora mismo, ¿cuántos frentes abiertos de lucha cainita hay en el movimiento indepe?

Hace un tiempo que bajan revueltas las aguas en el mundo indepe, esto no es ninguna novedad. La Diada, a falta de mayor utilidad práctica, sirve para amplificar de manera cómica todo ese mundo de puñaladas y traiciones, más propio de un serial turco que de una clase política civilizada. La pregunta es: ahora mismo, ¿cuántos frentes abiertos de lucha cainita hay en el movimiento indepe? Hagamos un recuento.

Esquerra Republicana del Califato es, en sí misma, un microcosmos de destrucción. Los ataques de falsa bandera (incluyendo muñecos ahorcados) han acabado de separar al sector Junqueras (inclinado a lo pastoral y a la repostería) y al sector Rovira (inclinado al lloriqueo y la traición capitolina), pero ha asomado un tercer sector liderado de forma insólita por Alfred Bosch, que pasaba por allí, todo ello mientras fingen unidad para enfrentarse a Junts x Cash y al gonzaloboyismo de cabaret.

Hombre con barba y cabello corto hablando en un micrófono, vestido con una camisa azul y chaqueta oscura.

En Junts x Cash hay tantos sectores que uno pierde la cuenta. Puigdemont jugando al escondite, Borras & Dalmases como los amantes de Pont Neuf, Turull dando tres entrevistas semanales en RAC1, Comín veraneando eternamente a cuerpo de rey, etc. También han de fingir unidad para pelearse con ERC, pero eso va en el sueldo.

La ANC ha conseguido más o menos pelearse con todos y con nadie: ahora solo sirve para que Llach aparezca en todas partes diciendo que “ellos” (ese “ellos” partaliano nunca se sabe muy bien a quién se refiere) tienen miedo cuando Llach y las abuelas salen a dar grititos a la calle. La última enganchada ha sido por decir que el orriolismo es bienvenido a la manifestación.

Una multitud de personas se manifiesta con banderas de Cataluña y un cartel que dice

Esto ha sido denunciado por el submundo de los cupaires, que, evidentemente, están peleados con cada átomo del universo (en especial con el desodorante) y ahora mismo están centrados en apoyar a Hamás y a los cuchilleros africanos innumerables. En el Fossar de les Moreres se liaron a bofetados con la gente de Aliança Catalana al grito de “pim pam pum, que no quedi ni un”: para demostrar que no son fascistas, piden el asesinato del que piensa diferente, todo en orden.

Silvia Orriols está peleada con todos, pero sobre todo con Josep Rull, no porque Rull dé la impresión de ser un muñeco animado (a esto ya nos hemos acostumbrado un poco todos) sino porque le interrumpe sus discursos. 

Silvia Orriols hablando en un micrófono, lleva un collar y pendientes largos, y viste una chaqueta azul.

Hay, en los zoológicos del mundo, jaulas de monos rabiosos más ordenadas que el movimiento indepe actual. Solo en una cosa coinciden todos (menos AC): en el entusiasmo en dejarse engañar por Pedro Sánchez. Quien quiera entender, que entienda.

➡️ Opinión

Más noticias: