El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante una rueda de prensa tras una sesión plenaria, en el Congreso de los Diputados, a 21 de septiembre de 2023, en Madrid

OPINIÓN

Nos hace falta una derecha conservadora

Si el PP no recupera una centralidad conservadora, habrá que reconstruir una derecha tradicional en España

Una primera aclaración: la derecha no es mi opción política ni ideológica, pero en una sociedad europea, abierta, democrática y de una Constitución avanzada, como es el caso de España, defiendo la necesidad de la derecha, que representa un espectro social legítimo y amplio. Un mundo solo de izquierda, de supuesta izquierda, sería una distopia abocada inexorablemente a la dictadura: Corea del Norte hoy, la URSS y sus satélites ayer.

Una segunda aclaración: una cosa es la opción ideológica y la otra la opción política. Se pueden tener ideas que ideológicamente son de derecha y pensar que en una situación determinada sería mejor una opción política de izquierda. Y, al revés, se puede preferir una opción política de derecha sin compartir las ideas de la derecha. Por este relativismo ambivalente, que también se da en la izquierda, se producen los trasvases de votos, la movilidad política y la evolución social, aunque sea a trompicones.

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 Difundida o implícita, hay una concepción de derecha de la organización de la sociedad que, en el fondo, transciende la organización política y resulta ser una vieja, secular, cosmovisión.

A grandes rasgos, la derecha se identifica con la primacía de la libertad individual, la limitación (selectiva) de la intervención del Estado, la rigidez (selectiva) de la ley y el orden, la propiedad privada de los medios de producción y de consumo, el liberalismo económico, la competitividad en todos los dominios, la preferencia del marco nacional, la estabilidad de las costumbres, la confesionalidad religiosa.

Montaje con los políticos del PP simulando 2 bandos enfrentados. De un lado están Cayetana Álvarez de Toledo junto a Isabel Díaz Ayuso, y del otro Alberto Núñez Feijóo con Cuca Gamarra

Cuando estas ideas y creencias sobrepasan determinado nivel de intensidad, los que son los portadores ideológicos y los ejecutores políticos constituyen una variante extrema de la derecha.

Por lo tanto, hay ideas y creencias que las ciencias sociales califican de derecha que son compartidas con más o menos intensidad, con más o menos convicción y entusiasmo por formaciones políticas y movimientos ideológicos que, separados, se distinguen nominalmente como derecha conservadora y ultraderecha, respectivamente.

La derecha y la ultraderecha son, pues, ramas de un tronco ideológico común - es una prueba el hecho de que la ultraderecha surge casi siempre como una escisión de la derecha-. Una y otra niegan esta comunidad familiar, la derecha por el orgullo de ser la entidad originaria, la ultraderecha por despreciar la naturaleza prudente o miedosa de la derecha, de “derechita cobarde” tilda Santiago Abascal al PP.

En todo caso, la ultraderecha no es un “tercer género” a añadir a los géneros tradicionales de derecha e izquierda. Es una derecha radical en determinadas materias y en otras se solapa con la derecha conservadora, por ejemplo, en economía, en la cual la ultraderecha sigue de pe a pa el liberalismo y la desregulación propugnados por la derecha

Si la derecha conservadora, por antecedentes históricos, factores ideológicos o culturales, económicos o electorales o por una combinación de todos a la vez, no mantiene un equilibrio ponderado de ideas y prácticas políticas y no lo sabe salvaguardar, se verá arrastrada por la “atractiva” radicalidad de la ultraderecha, que rompe consensos, violenta formas y procedimientos, bordea zonas grises de dudosa constitucionalidad.

El líder del PP y candidato a la Presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, durante la primera sesión del debate de investidura del líder del PP, en el Congreso de los Diputados, a 26 de septiembre de 2023, en Madrid

En ese caso, la derecha conservadora incumple la función política de balanceo con la izquierda y deja la sociedad descompensada y huérfana de representación una parte sustancial de la población, que no quiere llegar tan lejos como pretende llevarla la ultraderecha.

Es lo que le ha pasado al PP que, doctrinalmente poco sólido, con un liderazgo débil y mucha prisa por recuperar el poder político. Está facilitando por la vía de extremar los planteamientos propios y con  las cesiones a la ultraderecha en los acuerdos municipales de gobierno y en los autonómicos de Castilla la Vieja , Comunidad de Valencia, Baleares, Extremadura, Aragón y Murcia, una reunificación de las derechas de signo radical, cuando la reunificación le correspondería hacerla al PP anulando a Vox desde la eficacia de una oposición constructiva al gobierno de las izquierdas y la firmeza de  valores conservadores asumibles.

Una reunificación radical de las derechas dejará a España sin una derecha conservadora equiparable al modelo de referencia que ha representado la democracia cristiana alemana y de rebote provocará un seísmo político en Europa.
Si el PP no recupera una centralidad conservadora, habrá que reconstruir una derecha tradicional en España.