Imagen de Salvador Illa, Carles Puigdemont y Pere Aragonès con la cara tapada con una pancarta de ni olvido ni perdón

OPINIÓN

¡Ni olvido, ni perdón!

Estas elecciones que nadie esperaba pueden salirle muy caras a Pedro Sánchez. Y no solo por quedarse sin presupuestos para este año

El adelanto electoral en Cataluña puede convertirse en un problema añadido, entre los muchos que ya tiene, para Pedro Sánchez. Cuando todos daban por hecho que Salvador Illa sería en pocos meses presidente de la Generalitat, la convocatoria electoral para el 12 de mayo pone en riesgo incluso su victoria en caso de que Carles Puigdemont acabe encabezando la lista de Junts. Y si eso pasa, el PSC no olvidará ni perdonará la traición de Sánchez al socialismo catalán.

Pere Aragonès apretó el botón electoral pensando más en cómo fastidiar a Junts per Catalunya que en el bienestar del país. Aunque acertó. La minoría con la que ha gobernado Cataluña, por decirlo de alguna manera, en los últimos años, era ya insostenible. Y con una Barcelona más insegura que nunca, una sequía sin precedentes, una sanidad muy alejada del servicio asistencial que había prometido Esquerra y con una administración sin presupuestos, alargar el mandato solo podía seguir provocando sufrimiento. A los catalanes y a él mismo.

ERC, siendo quien gobierna la Generalitat en la actualidad, se juega mucho en estas elecciones. No hay ninguna duda de que si pierde el Gobierno, después de la decisión de adelantar las elecciones, Pere Aragonès pasará a la galería de expresidentes. Lo cual no está nada mal, con sueldo vitalicio, chófer y oficina. Pero sin poder.

Fotomontaje con una imagen de fondo del Parlament y al frente Salvador Illa, Carles Puigdemont y Pere Aragonès

Su partido le buscará un relevo con mucha celeridad y con la mirada puesta en recuperar el músculo perdido en las pasadas elecciones municipales. Y seguramente en cómo afrontar las próximas autonómicas, que viendo el ritmo que llevamos no serán dentro de cuatro años.

Aragonès aparte, el otro que se juega mucho el 12 de mayo es Pedro Sánchez. Y sin ser candidato. Entregado por completo a la causa independentista, casi más que algún diputado de Junts o ERC, Sánchez puede verse obligado a poner punto final a la legislatura en función del resultado en Cataluña. Y después de haber aprobado una ley de amnistía que aseguró en múltiples ocasiones que nunca aprobaría.

En el PSC hay quienes le han dicho que se equivocaba. Pero como Sánchez escucha poco, y aún menos hace caso a los que escucha, todo apunta a que se lo encontrará en las urnas. Que su Illa favorito, al que todos veían como presidente, volverá a quedarse en la oposición. Y con suerte si es el cabeza.

Estas elecciones que nadie esperaba pueden salirle muy caras a Pedro Sánchez. Y no solo por quedarse sin presupuestos para este año. El escenario que se dibujará después de los comicios en el País Vasco y en Cataluña puede complicar aún más el ya de por sí complicado escenario de la geometría parlamentaria. Y no tener presupuestos también para el 2025.

Pero fuera de las instituciones, una derrota de Illa por haber facilitado la investidura de Puigdemont, gracias a una amnistía que nadie quería, acabará con su liderazgo interno. Y en el PSOE, él ya lo sabe por experiencia propia: ni olvido, ni perdón.

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