¿Móvil antes de los 16 años? Prohibir nunca es la solución
El editor de e-Notícies, habla claro sobre uno de los debates actuales: "No quiero que unos padres, con una preocupación legítima, decidan por mí lo que será mejor para mis hijos
Observo cómo, últimamente, proliferan grupos de whatsapp de padres y madres con la intención de prohibir el uso del móvil a los menores de los 16 años. Generalizando y sin matices. Pues miren, no.
Podríamos entrar en un debate de los usos de los móviles, de edades recomendadas, de la necesidad de limitar su uso en centros educativos -donde me encontrarían a favor-. Pero si el debate es la prohibición a los menores de 16 años, como ocurre con el alcohol o el tabaco, no vale la pena seguir discutiendo.
De hecho, encuentro la comparación con el alcohol o el tabaco de una mayúscula absurdidad. ¿Conoce usted algún uso positivo de estas sustancias? Alguien podría afirmar que, con un consumo moderado y responsable, pueden ayudarnos, por ejemplo, a desinhibirnos y 'pasar un buen rato'. Pues exactamente ocurre lo mismo con el móvil. Con un consumo moderado, y sobre todo responsable, no debería ser contraproducente. Otros incluso nos aleccionarán afirmando que no es necesario para vivir. Cierto. Igual de cierto que podríamos vivir sin lavadoras ni lavavajillas. Pero nos facilitan un poco la vida, ¿verdad?
¿Dónde queda la libertad de las familias? No me gusta ponerme en la vida privada de nadie, y, a pesar de tener opinión, no juzgo cómo las familias educan a sus hijos. Pido, por tanto, que alguien que vive a 300 km de mí no me aleccione y me diga cómo debo hacerlo con mis hijos.
Hay muchas apps de control parental pero, como su nombre indica, la mejor supervisión es el propio control parental, es decir, una serie de normas y condiciones de uso que deben cumplirse sí o sí.
Respeto mucho la decisión de una familia que no quiere comprar un móvil a su hijo hasta que cumpla los 16 años. En algún artículo he leído que hablan de la presión social que supone ser de los pocos en clase que no dispongan de este. Les animo a mantenerse firmes en sus convicciones. Las mismas convicciones que hacen que no permita jugar en Fortnite a mi hijo de 11 años (aunque será de los únicos de su clase que no lo hace), porque me parece que todavía no es adecuado. Eso sí, nunca pediré que lo prohíban. Si alguien considera que su hijo ya es suficientemente maduro para hacerlo, no soy nadie para oponerme.
Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
Es evidente que no hay una sola respuesta, pero propongo unas cuantas:
¿No será que se ha negociado todo, desde tan pequeños, que ahora tenemos pequeños dictadores en casa? Quizás la imposibilidad de controlarlos hace que necesitemos que alguien nos haga el trabajo sucio, aunque eso implique que paguen justos por pecadores. El No es No quizás también podríamos aplicarlo durante la educación de los niños.
¿No será que dan el salto hacia el instituto demasiado pronto? Horarios nuevos, compañeros nuevos, mayor autonomía, etc. El móvil es un dispositivo que puede ayudar mucho en ese camino. Pero es cierto que si en lugar de los 12, el salto lo dieran a los 14, creo que este debate ya no lo hubiésemos tenido. Por tanto, ya tenemos otra funesta consecuencia de esta ley infame de educación que lleva a niños de 12 años a jugar al patio con chavales de 16. Todo muy normal.
¿No será que el analfabetismo digital nos hace confundir el móvil con las redes sociales? En España ya tenemos una ley que prohíbe el acceso a las redes a menores de 14 años. Quien necesite cobertura legal para decirle a su hijo que no puede tener Tiktok pues ya la tiene.
La libertad de educar a nuestros hijos
Resumiendo, que no quiero que unos padres, con una preocupación legítima, decidan por mí lo que será mejor para mis hijos. Con una inseguridad latente, da cierta tranquilidad tener hilo directo con tu hijo de 12 años que se ha ido de casa solo a las 08:00 de la mañana. Y sí, es cierto, que cuando nosotros éramos pequeños no los teníamos.
Pero el mundo ha cambiado mucho y la vida también, y el móvil es una herramienta que nos la puede facilitar mucho. Mi intención no es convencer a nadie, solo faltaría, mi intención es que me dejen en paz. Que cada uno eduque a sus hijos como buenamente pueda o sepa, pero que por favor, nadie me diga a mí cómo debo hacerlo.
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