Salvador Illa con el logo del PSC y Ciudadanos fusionados

OPINIÓN

El monstruo de las dos cabezas y Salvador Illa

En los últimos días hemos visto discursos de Salvador Illa milimétricamente calculados para atraer a ex de Ciudadanos

Rumbo al 12 de mayo los partidos empiezan a perfilar sus estrategias y discursos. Y algunos candidatos -que estarían mejor escondidos- inician sus rituales de seducción del votante. Es el caso de Salvador Illa, que ya muestra sus cartas, de reverso rojo, al estilo de la tradicional baraja española.

Otro color distinto es el rojo-anaranjado de la imagen corporativa de la campaña, y sus guiños al 25% de horas en español en la escuela. Estos son algunos de los tips de campaña que los asesores de la Calle Pallars le han dado al candidato del PSC para su campaña. Y han sido poco originales, ya que en 2021 ya utilizaron la misma estrategia.

Querer parecerse en algo a Ciudadanos, siendo el PSC, es apuntar demasiado alto. Es apelar a la idiotez de tu potencial votante. Aunque no les va mal, a juzgar por resultados y encuestas.

Salta a la vista que Salvador Illa no tiene nada que ver con Inés Arrimadas, aunque intente disfrazarse de ella. Pero ni siquiera sacando la enseña nacional en el Parlament se acercaría a la suela del tacón de la mujer más válida de la política catalana en las últimas décadas.

Consciente de que el PSC y Sánchez se juegan muchísimo en esta campaña, los temas que reivindicaba el PSOE hasta hace dos semanas, de repente, se han esfumado. Y no es algo casual. En Ferraz y en Pallars son plenamente conscientes de que parte de su electorado catalán prefiere no oír, o obviar, según qué.

La amnistía, el referéndum o el traspaso al Govern de las competencias en materia gestión de la inmigración son un “això no toca”.

Superar el Procés

La orden de Moncloa es que vamos a superar la etapa del proceso. Los catalanes, por intermediación del perdón de delitos de terrorismo y corrupción nos abrazaremos de nuevo. Y alcanzaremos la tierra prometida, o algo así.

Esa es la realidad paralela (o para lelos) en que nos quiere instalar Moncloa. Y es una realidad paralela y para lelos porque no se sostiene por ningún lado. En el mismo escenario en que Illa pregona las bondades del ibuprofeno, Aragonés y Puigdemont ya advierten de sus efectos secundarios.

Asoman por el telón de fondo las amenazas de un referéndum unilateral si el estado no se sienta a negociar uno pactado. Y, para el mentrestant, piden otro sistema de financiación.

Porque nunca es suficiente derroche ni se aplica demasiada presión fiscal. Siempre hay una excusa para presentar los “presupuestos más expansivos de la historia” a costa de lo que queda de Cataluña productiva.

Decapitar al monstruo

Illa no es un buen político, ni un buen líder, ni un político honrado o transparente. No es guapo, no tiene carisma, no es excesivamente simpático y debate francamente mal. Lo único que se le da bien es la técnica del avestruz y el camaleonismo, ambas resultado de ser la nada más absoluta.

En estas elecciones, Cataluña se enfrenta a un monstruo de dos cabezas. Una cabeza es el nacionalismo recalcitrante y la otra es el socialismo del siglo XXI del Grupo de Puebla. Y el cuerpo que une a ambas es el PSC.

Haríamos bien los catalanes en decapitar al monstruo de una vez.

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