Una familia catalana de armas tomar
Para encontrar el origen de los Milans del Bosch debemos remontarnos varios siglos atrás
El apellido compuesto de origen catalán que protagoniza el artículo de hoy hará que la mayoría de los lectores lo identifiquen inmediatamente con el intento de Golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, en el que el capitán general de la 3ª Región Militar, Jaime Milans del Bosh, participó activamente; siendo el único de los que ostentaba dicha responsabilidad que se sumó a lo planeado por el general de división Alfonso Armada.
Para encontrar el origen de esta estirpe de militares, debemos remontarnos varios siglos atrás y bucear hasta descubrir que la coletilla que se añadió al apellido Milans, procede de un enclave silvestre próximo a Sant Vicenç de Montalt, y es allí donde aparecen por primera vez registros de una familia de payeses apellidados Milans del Bosch a comienzos del siglo XVI.
Francisco
A lo largo de las décadas posteriores progresaron, aumentando su patrimonio en forma de tierras de viñedos que se irían heredando generación tras generación hasta que, Francisco Milans del Bosch i Aquer ingresó como cadete en el Regimiento de Reales Guardias Españolas, el 1 de marzo de 1785. Fue el primero en vestir un uniforme destacando durante la Guerra de la Independencia como jefe de la 4ª División, compuesta completamente de migueletes.
Como otros muchos militares de la época que habían combatido contra el francés, sufrió la discriminación de los absolutistas y abandonó España, no regresando hasta el inicio del trienio liberal. Llego a ser teniente general y combatió contra los 100.000 hijos de San Luis, enviados desde Francia para volver a dar el poder absoluto a Fernando VII. Desde ese momento abandonó España para volver en la intentona protagonizada por los militares liberales en 1830 y posteriormente, tras la amnistía de 1832, muriendo un año después en su Cataluña natal.
Lorenzo
Uno de sus hijos, Lorenzo Milans del Bosch y Mauri, nacido en Arenys de Mar, escenifica el prototipo de militar de la España Liberal que surge en 1833 y que perduraría hasta la restauración borbónica y su constitución de 1876.
Ingresó en filas con 11 años en el Ejército de Cataluña en enero de 1823, acompañando a su padre contra los franceses y emigrando con él hasta su regreso. Combatió contra los carlistas consiguiendo ser condecorado con una cruz laureada de San Fernando. Como muchos de los militares de la época, participó activamente en política, llegando a ser diputado por la provincia de Barcelona hasta que protagonizó el pronunciamiento militar contra Espartero. Toda su vida fue una montaña rusa de reconocimientos y calamidades, de apostar por un bando vencedor y, en otras ocasiones, por el que corría peor suerte.
Con los años, llegó a brigadier y con ese empleo combatió en la Guerra de África de 1859-60, destacando en la batalla de Wad Ras.
Participó en la expedición a México de su amigo el general Prim, liberal progresista como él. En décadas convulsas, asoció su destino al del reusense, convirtiéndose en 1869, tras la sublevación Gloriosa, en teniente general y llegando a ser Senador en dos legislaturas entre 1871 y 1873.
Joaquín
Un hijo del hermano del anterior, también militar y que llegó a ser brigadier, fue Joaquín Milans del Bosch y Carrió. Barcelonés de nacimiento, llegó a este mundo en 1854 y con él, se escenifica el cambio de mentalidad militar que se desplaza del liberalismo a un militarismo interior, espoleado e iniciado tras la pérdida de las últimas provincias de ultramar y acusado con los cambios en la Europa de los años veinte y treinta.
Ingresó en el Ejército cuando la barba no conocía su rostro y recibió su bautismo de fuego antes de cumplir 20 años, luchando, una vez más, contra otros compatriotas en la tercera de las guerras carlistas. En ella se destacó especialmente, llegando a obtener, con solo veintidós años, el grado de comandante.
Los ascensos por méritos de guerra a los que se acogían los oficiales de Infantería y Caballería proporcionaban meteóricas carreras a los que eran capaces de mostrar su arrojo y sobrevivir al envite.
Fue en Filipinas, en 1897, cuando, en un ataque para la toma de una posición, consiguió ascender al empleo de coronel y tras su vuelta a la península pudo afincarse en su ciudad natal, Barcelona. Entre 1904 y 1909 fue ayudante de un jovencísimo Alfonso XIII, ascendiendo a general de brigada y consiguiendo del monarca el título de gentilhombre de cámara con ejercicio. Es por ello por lo que en las fotografías le veremos siempre con los cordones dorados que lo atestiguan.
La Campaña de Melilla de 1909, aquella que provocó una semana trágica entre sus paisanos barceloneses, fue su tercer conflicto bélico. Al mando de la 2ª brigada de Húsares de la División de Caballería, combatió a los rifeños de las cábilas levantiscas próximas a la ciudad española.
Pero por lo que es realmente conocido en Cataluña es porque fue capitán general de esa Región Militar en los tiempos en los que el pistolerismo comenzó a convertirse en una auténtica guerra civil en la Ciudad Condal. Desde septiembre de 1918 hasta febrero de 1920, ejerció, de facto, todo el poder porque la mayor parte del tiempo la provincia de Barcelona se mantuvo bajo el Estado de Guerra, situación que otorgaba todo el control del orden público al capitán general.
En 1919 hubo de enfrentarse a la conocida como Huelga de la Canadiense, un paro general de más de tres meses que puso en jaque a la burguesía catalana y que motivó que esta se pusiera del lado militar, priorizando desde entonces la tranquilidad empresarial a cualquier aspiración autonomista. La huelga, no obstante, fue un éxito y consiguió que España fuera el primer país europeo en conceder la jornada laboral de 8 horas.
Primo de Rivera volvió a contar con él durante la Dictadura, en este caso para ejercer de gobernador civil de Barcelona, cargo que ostentó hasta que el dictador cesó como presidente del directorio, en febrero de 1930.
Fue detenido el 30 de agosto de 1936 en Madrid y unos milicianos lo fusilaron al día siguiente junto a su yerno, José Martínez Valero, comandante de Artillería.
Jaime
Jaime Milans del Bosch y Ussía, representa a los militares jóvenes que comenzaron su carrera durante la desastrosa Guerra Civil Española. Es el único de los cuatro protagonistas de hoy que nació fuera de Cataluña.
Cadete de la Academia de Infantería, en julio de 1936 fue uno de los defensores del Alcázar de Toledo. En aquel sitio fue herido, aunque pudo incorporarse posteriormente a la Legión, unidad con la que participó en la Batalla de Madrid. Durante la guerra, que finalizó con el empleo de capitán, sufrió hasta cinco heridas. Cuando la contienda finalizó, debió regresar a la Academia para finalizar sus estudios.
En junio de 1941 se incorporó a la División Azul. En Rusia, una vez más, volvió a ser herido, regresando a España en agosto de 1942.
Su vida militar posterior fue mucho más tranquila, alcanzando los diferentes empleos de oficial hasta llegar al generalato en 1971. Mandó la División Acorazada Brunete.
En principio, estaba considerado uno de los pocos generales de división que eran proclives al cambio político, junto a Gutiérrez Mellado y a Ibáñez Freire. No obstante, la legalización del Partido Comunista y el ascenso a teniente general de Ibáñez Freire, más moderno que él, fueron causa de enfrentamiento con el Gobierno y con el entonces vicepresidente para la Defensa.
Sus conocidas discrepancias con Gutiérrez Mellado no acabaron con su ascenso en 1977 y el mando de la Tercera Región Militar.
El 23 de febrero de 1981, se unió a la sublevación armada de todos conocida.
La familia y el Ejército
Los Milans del Bosch son un ejemplo genealógico de la transformación de los oficiales del Ejército Español a lo largo de los últimos dos siglos y medio. De la evolución del liberalismo al militarismo interior, de la injerencia castrense en la vida política y social de España y de los beneficios y prejuicios que todo eso pudo tener.
Lógicamente, fueron muchos más de los citados los que llevaron y llevan ese apellido y, aún hoy, visten el uniforme en unos ejércitos completamente distintos en los que su actividad interior se limita a la colaboración en emergencias y es su vocación internacional, como brazo armado de la acción exterior del Estado, la que supone el principal baluarte de la seguridad de nuestro país y las organizaciones internacionales de las que forma parte. Pero esa es otra historia digna de ser contada…
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