Una mujer musulmana paseando por Ripoll

OPINIÓN

Mezquitas salafistas en Cataluña

Una de cada tres son salafistas

Una de cada tres mezquitas en Cataluña son salafistas. No lo digo yo, lo publicó El País en el 2016, un año antes del atentado de las Ramblas.

El diario también advertía que “se habían duplicado en una década” y que la situación era preocupante en algunas comarcas de Tarragona o de Girona. Sospecho, además, que siete años después tienen que ser peor.

Recuerdo que, en una rueda de prensa, le pregunté al entonces portavoz del Govern, Francesc Homs, qué pensaban hacer. Me dijo que no había que “estigmatizar” una confesión religiosa.

Poco después repetí la misma pregunta con su sucesora, Neus Munté. Homs ya se había ido a Madrid a probar suerte. E incluso con el consejero de Interior, Jordi Jané. Los tres echaron pelotas fuera.

Por eso, la primera que he oído hablar sobre el tema ha sido a la nueva alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, el otro día en 8tv. O, para ser más precisos, en un vídeo colgado en las redes porque tampoco veo esta cadena.

Quizá eso explica su éxito electoral. Habla de temas tabú hasta ahora. Y yo no sé si las dos mezquitas que hay en Ripoll son salafistas o no. Lo que sí es seguro es que una contrató al imán que fue el inductor del atentado de las Ramblas. Cuesta de creer, por tanto, que en sus rezos no transmitiese su idea radical del Islam.

Es cierto que un salafista no es necesariamente un yihadista. Por supuesto. De hecho ellos no se consideran extremistas, sino simplemente buenos musulmanes. Pero es evidente que es más fácil hacer el salto al terrorismo desde las visiones más rigoristas del Islam.

En fin: ¿ahora qué hacemos? Pues probablemente no se puede hacer nada.

Si cerrásemos alguna mezquita salafista -o más de una- todavía saldríamos en Al-Jazeera. Nos acusarían de islamófobos o, aún peor, tendríamos un susto.

La corrección política y el buenismo -político, mediático, intelectual- han hecho mucho daño. La política de inmigración no se puede dejar en manos de Sílvia Orriols o de Vox, pero tiene cojones que, de estos temas, solo hablen ellos. Quizá por eso su éxito en las últimas municipales.

De la intervención de Sílvia Orriols me llamó la atención otra cosa. Dijo que las chicas iban con el pelo suelto o en tejanos y que, en cuanto llega el imán, se ponen el velo. Incluso se tapan de arriba a abajo.

Es cierto. Hace años me lo comentó un concejal de La Bisbal de l’Empordà que, por cierto, ha vuelto a salir al frente de un partido político local. Pero tampoco hay que ir tan lejos, también lo he visto en Martorell con chicas que habían ido a la escuela con mis hijos.

Ahora no solo van tapadas sino que han tenido ya dos o tres criaturas.

Por eso, en veinte años no ha habido política de inmigración en este país.

Y habría que haber tomado decisiones hace mucho tiempo. Ahora seguramente ya es tarde.