Los mexicas y la Guardia Civil
Los Moctezuma, como muchos otros nobles españoles, encontraron en la vocación castrense la forma de servir a la Corona
Moctezuma II Xocoyotl era un consolidado y poderoso emperador mexica de poco más de 50 años. Fue el último de los soberanos de un complejo sistema de principados confederados que desapareció tras la llegada de los españoles en el siglo XVI.
En 1519, en el momento de mayor éxito del imperio azteca, se produjo un encuentro que cambiaría la historia universal. Hernán Cortés había desembarcado en el continente y sellado una alianza con el cacique de Cempoala para progresar hacia el interior del imperio más poderoso de la zona. Los españoles eran 508 a los que había que sumar algo más de un centenar de marinos. Los mexicas superaban los siete millones de supersticiosos súbditos que empleaban costumbres como la de desangrar a sus enemigos ofreciéndolos a los dioses.
El 8 de noviembre de 1519, Hernán Cortés llegó a la rica e impresionante ciudad de Tenochtitlán. Moctezuma le dio la bienvenida, decidido a no combatir a los recién llegados. Durante siete meses, españoles y mexicas convivieron en la capital del Imperio. Los primeros impusieron ciertas normas que evitarían los sacrificios humanos y sometieron al emperador a diversas humillaciones.
Cortés tuvo que dejar la ciudad ante la llegada de tropas enviadas desde Cuba y dirigidas por Pánfilo de Narváez, dejando como responsable a Pedro de Alvarado. Nadie sabe con certeza las razones por las que el español, nominado por Cortés para sucederle en el mando durante su ausencia, ordenó la matanza de jóvenes nobles mexicas en la fiesta de Toxcatl, ante el templo mayor.
Al llegar, Cortés descubrió que los españoles estaban sitiados en el Palacio de Moctezuma y que los guerreros aztecas se preparaban para expulsarlos de la ciudad. El líder castellano pidió al otrora poderoso emperador dirigirse a su pueblo. Pero el que había sido considerado un Dios no gozaba ya de la veneración de los suyos que le arrojaron piedras hasta herirlo de gravedad.
Moctezuma II, en su agonía y sintiendo que su vida se acababa, pidió a Hernán Cortés que cuidara de sus hijos.
Los españoles, con todo en contra, decidieron abandonar la ciudad en secreto, pero fueron descubiertos y sufrieron numerosas bajas en la que se denominó la Noche Triste, a finales de julio de 1520.
Hernán Cortés, no obstante, fue fiel a su palabra y cuidó de los hijos supervivientes de Moctezuma. El heredero masculino, Tlacahuepantzin Yohualicahuacatzin, bautizado como Pedro de Moctezuma, fue el iniciador de una familia que llegaría a ser Grande de España. Su hijo, Diego Luis de Moctezuma se casó con Francisca de la Cueva y Valenzuela y, de ese modo, continuó la línea dinástica mexica en la península.
Al fallecer el nieto del emperador, en 1606, su hijo, Pedro Tesifón, se convirtió en el conde de Moctezuma de Tultengo, título que aún hoy continua vigente en la persona de Juan José Marcilla de Teruel-Moctezuma.
Es a través de esta línea genealógica como llegamos al objetivo del título de este artículo y a una de esas paradojas de la historia que llaman la atención. Los Moctezuma, como muchos otros nobles españoles, encontraron en la vocación castrense la forma de servir a la Corona. Jerónimo Morejón Girón de Moctezuma, teniente general que era virrey de Navarra, vio nacer a su nieto el 11 de marzo de 1803 en el mismo Palacio del virreinato. El padre era Pedro Agustín Girón de las Casas, en ese momento, teniente coronel de la 3ª División de Granaderos de Andalucía. Pedro Agustín llegaría a ser ministro de la Guerra y se convirtió en el I Duque de Ahumada.
El niño, que acababa de nacer, sería, al fallecer su padre, el segundo Duque de Ahumada y V Marqués de las Amarillas. Siendo mariscal de campo, un extinto empleo militar que hoy tendría su equivalencia en el de general de división, desempeñaba el cargo de Inspector General del Ejército. Por Real Orden de 15 de abril de 1844, el descendiente de Moctezuma II, fue comisionado como director de la Organización de la Guardia Civil, un cuerpo que se había creado 17 días antes.
Fue el Duque de Ahumada el que realizó sus propuestas para que el reciente cuerpo de infantes y caballeros, que pretendía la protección militar de civiles, se distinguiera por una cuidada selección de sus componentes.
La Guardia Civil comenzó con apenas 5000 hombres y sus conocidos tricornios han sido protagonistas de la historia de España desde entonces. El duque falleció en 1866 y en poco tiempo había conseguido que el pueblo llano reconociera a la nueva institución como “la Benemérita”.
Ser coronel honorario de la Guardia Civil podría parecer un título menor entre los que ostentaba el hispano-mexica, pero, no cabe duda de que haría gala del mismo cuando pidió, en su última voluntad, ser enterrado con el uniforme del cuerpo y que sus restos fueran portados por hombres del mismo.
Uno de los más conocidos conquistadores, hoy denostado por parte de la historiografía mexicana, facilitó que los hijos de Moctezuma pudieran conservar su nobleza, reconfigurada y respetada en la propia España y prueba de ello es que, 300 años después, el primer tricornio de la historia fuera vestido por un descendiente de Moctezuma II, el último emperador azteca.
Las hijas supervivientes del emperador también gozaron de privilegios nobiliarios, pero esa es otra historia digna de ser contada…
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