Portada del libro "Melancolía de izquierda: Después de las utopías" de Enzo Traverso, con un fondo rojo y amarillo.
OPINIÓN

Melancolía

La nostalgia solo es peligrosa cuando te encierra en el pasado, pero añorar cosas que eran mejores no es nada malo

Hace unos días terminé de leerme el libro Melancolía de la izquierda. Después de las utopías, de Enzo Traverso. Pocas veces en mi vida lo he pasado tan mal leyendo un libro; cada página que pasaba era una lucha imaginaria contra un titán que me obligaba a cerrar el libro y tirarlo a la basura, me resistí heroicamente, haciendo gala de una fuerza de voluntad mayor de lo que pensaba que podía tener ante tamaño enemigo.

Una soporífera y melodramática exposición fue desarrollando lo peor y más bajo que pueda tener el ser humano, en especial dentro de la izquierda más ñoña, traidora, desclasada, posmoderna y reformista. Una consecución de lloriqueos sobre lo que podía haber sido y no fue, porque gente como él no hizo absolutamente nada excepto quejarse con la boca pequeña y poner el cazo.

Al más puro estilo 'errejoniano', pero sabiendo escribir y dar pena con mayor soltura, describe la sensación de melancolía, de tristeza vital en esta izquierda burguesa, pija (y en Madrid, malasañera), que intenta darnos lecciones a los trabajadores de cómo no supimos hacer las cosas. Sus herederos, en la actualidad, están al servicio de las grandes empresas. Se ve que no lo han hecho mucho mejor, o, bueno, quizá sí, lo de colocarse y vivir del cuento sí que lo han hecho mucho mejor.

Por supuesto, podemos estar tristes porque cayó la URSS, podemos deprimirnos todos juntos entre lamentos; pero no podemos hacer nada más, ni siquiera sentir añoranza o pensar que ciertas cosas estaban mejor antes y que merece la pena luchar por recuperarlas. Porque eso es nostalgia y es agradable, y eso es de putos fachas, de hecho, no es fascismo porque para ellos es aún peor. Si se te ocurre sentir nostalgia de la España de los 90 o de la de nuestros padres te conviertes en ese mismo momento en la reencarnación mejorada de un Adolf Hitler biónico.

Personas en una sala levantando el puño y cantando o gritando, con asientos rojos y una multitud al fondo.

Pueden preguntarle a Ana Iris Simón, a la cual han erigido como la nueva Ramiro Ledesma Ramos, dedicándole varios artículos y libros para refutar su obra Feria, que es autobiográfica y solo cuenta la realidad que ella misma ha vivido. En ese libro habla de los tres pilares centrales del fascismo moderno: querer a tu familia, amar a tu país y sentir nostalgia por tu infancia. El nuevo fascismo ha llegado, háganle hueco, su fuerza es irrefrenable.

¿Cómo se atreve esta facha a tener una familia, sacar un libro y encima tener éxito? ¡Encima tener éxito! Eso sí que es de fachas, maldita reaccionaria abusadora que nos restriega que sabe escribir y que la gente la quiere. Hace unas décadas la vanguardia del proletariado era el partido comunista; para estos desclasados posmodernos y ruinosos la vanguardia, el instrumento para llevar a cabo su revolución, es la más pueril envidia cochina.

La melancolía depresiva que promueven autores como Traverso solo llevan al desánimo y nada aportan a ningún proceso de cambio. La tristeza permanente es un factor desmovilizador, más cuando los que lo promueven nunca hicieron nada para solucionar ningún problema de la sociedad.

En mi opinión, la nostalgia solo es peligrosa cuando te encierra en el pasado, pero añorar cosas que eran mejores, eso no significa que todo lo sea, no es malo para la persona que tiene ese sentimiento, al revés, puede servir de detonante para que se mueva y luche por recuperar cuestiones que nos hacen falta en el presente y para construir nuestro futuro. No se trata de volver al pasado, pues eso es imposible, sino de construir el futuro basándonos en lo que somos, nuestra esencia y desechando aquello que sea un lastre para el progreso. Por supuesto, no usando este término con el significado que le dan los miembros de la secta woke, me refiero al progreso como desarrollo óptimo de la sociedad, no como un mantra que en realidad solo supone un retroceso.

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