Gonzalo Boye, Superstar
Gonzalo Boye, terrorista convicto, ha conseguido arruinar todo lo que ha tocado. Por algún motivo, sigue confiando en él
Como es sabido, la fase actual de descomposición (la palabra "putrefacción" suena demasiado cruda, pero sería la adecuada) del procesismo está dejando al aire toda una miseria moral de años. Un humus venenoso del que han ido brotando las peculiares Fleurs du Mal que han copado la política catalana de los últimos años.
El último movimiento escapista ha sido el de Gonzalo Boye, terrorista convicto, que se ha producido un documental exculpatorio con la idea de implantar en la mente de los creyentes una estampa martirial: el noble abogado justiciero a quien persiguen por su compromiso con la verdad.
En realidad Boye, terrorista convicto, ha conseguido arruinar todo lo que ha tocado. Condenaron a sus clientes en el macro juicio del Procés, condenaron a Torra por sus pancartas, condenaron a Borràs por sus contratos fraccionados. Se involucró en la redacción de la Ley de Amnistía y resulta que su cliente estrella, el Ruiseñor de Waterloo, va a acabar entre rejas igualmente. Por algún motivo, siguen todos confiando en él, cosa difícil de explicar, pero muy de agradecer, porque ha agilizado mucho todo el derrumbe del castillo de naipes procesista.
En el estreno de su documental dijo estar "en el lado correcto de la historia". Correcto o incorrecto, su bando es el de los terroristas que secuestraron a Emiliano Revilla, caso por el que fue condenado a 14 años de prisión. De manera inusitada, un personaje tan sospechoso como este ha ido escalando en el star-system del procesismo hasta ocupar un lugar destacadísimo. Cuando presentaba su libro, hace un par de años, tenía entre el tietam un éxito comparable al de un Partal o un Joan Bona Nit.
Actualmente sigue con su retórica de ajedrecista tramposo, de croupier malvado, jugando a diseñar "jugadas maestras" que todo lo empeoran. Ahora aparece en un documental; seguramente lo próximo será un musical estilo Broadway, con la Electrica Dharma dando saltitos detrás y Helena Melero de pareja romántica. O quizás un reality show en el que los concursantes tengan que contratar a Boye para sus problemas legales y vayan sumando penas de prisión monstruosas.
En cualquier caso, se agradece mucho que el documental vaya a entrar en el catálogo de Filmin, para así poder tener cada mañana un momento de felicidad al decidir no verlo. Estos ya no son temas políticos, sino de higiene espiritual.
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