Pedro Sánchez en primer plano con la bandera de Venezuela de fondo.
OPINIÓN

Más de lo mismo: la deplorable acción exterior del Gobierno de España

En las relaciones con Venezuela el Gobierno está protagonizando, una vez más, un papel muy lamentable

El pasado 11 de septiembre, el Congreso de los Diputados aprobó una proposición no de ley en la que, entre otras cosas, se instaba al Gobierno de España a reconocer como presidente electo de Venezuela a Edmundo González. La propuesta, que fue presentada por el Partido Popular, contó con la negativa de los partidos que integran el actual ejecutivo español -PSOE y Sumar-, lo cual queda justificado si atendemos a los hilos que unen a dichas organizaciones con la dictadura chavista que aún hoy rige en Venezuela. No son ningún secreto las actividades que el expresidente Zapatero, quien está desaparecido desde el 28 de julio, lleva a cabo en dicho país; de igual manera que todos somos conscientes de los lazos, tanto ideológicos como financieros, que el chavismo tiene con los representantes de la izquierda española más radical.

Lo cierto es que a pesar de haberse aprobado en el Congreso el mencionado texto sobre Venezuela, es importante recordar que corresponde al Gobierno de España la autoridad para reconocer internacionalmente al presidente electo de dicho país. No obstante, considero que los hechos acontecidos en el Congreso de los Diputados deben interpretarse, como señaló la opositora María Corina Machado, como "una gran victoria en favor de la soberanía popular, la democracia, la verdad y la libertad". Con el objetivo de analizar la postura del Gobierno de España ante la situación en Venezuela, en este artículo realizaré un breve repaso de las recientes acciones del Ejecutivo español, con especial énfasis en las decisiones del presidente del Gobierno en el ámbito de la política exterior.

Dos personas conversan en un evento, rodeadas de otras personas y cámaras.

En este contexto, se pueden señalar varios casos en los que el Gobierno ha actuado de manera errática en el ámbito internacional. Uno de los más destacados es el cambio unilateral -sin justificación aparente- de la postura de Sánchez sobre el estatus del Sáhara Occidental respecto a Marruecos. De un día para otro, el presidente declaró -sin consultar a nadie- que "España considera la propuesta de autonomía presentada por Marruecos en 2007 como la base más seria y realista para resolver el conflicto". Con ello, rompió con la posición histórica de España y contravino la defendida por la ONU, las cuales abogaban por un referéndum pactado para dilucidar el futuro de este territorio no autónomo. Este giro sorprendió a muchos y generó tensiones diplomáticas con Argelia, principal proveedor de gas a España, contribuyendo al aumento de los precios de este recurso.

El segundo suceso al que me gustaría hacer referencia es el intercambio de golpes dialécticos que protagonizaron el ministro Óscar Puente y el presidente argentino, Javier Milei. El hecho de que un miembro del Gobierno se refiera a un cargo público extranjero -en este caso, nada menos que el presidente de la República Argentina- como drogadicto en unas declaraciones, no es algo que se dé habitualmente en el ámbito de las relaciones internacionales. A pesar de que el conflicto tuvo su origen en nuestro país, el intercambio de declaraciones entre los gobiernos de Argentina y España culminó con la llamada a consultas de la embajadora de España en Argentina. Este episodio en particular ilustra con claridad la doble vara de medir que aplica el Ejecutivo español al proceder en sus relaciones exteriores.

Por último, ya solo me queda mencionar la actuación internacional de España con respecto a Palestina. En este caso, a Pedro Sánchez le empezó a concernir repentinamente lo que ocurría en la antigua región de Canaán cuando vio la respuesta que dicha situación estaba teniendo por parte de la izquierda mundial. Tanto es así que, de manera unilateral, se propuso liderar el reconocimiento de Palestina como país, aún yendo en contra de la postura de la propia Unión Europea. Esto último es especialmente relevante, dado que la unidad de acción de los 27 es uno de los principales argumentos que ha esgrimido el presidente para no reconocer a Edmundo González como presidente electo de Venezuela.

Llegados a este punto, es posible que se pregunten por qué he detallado las acciones del Ejecutivo en el ámbito internacional. La razón es sencilla: mi objetivo con esta lista de casos es poner de relieve la evidente falta de principios con la que el Gobierno de Pedro Sánchez actúa en la esfera internacional.

Un grupo de personas en trajes formales, con un hombre hablando en un micrófono y una bandera con estrellas en el fondo.

El mismo tiempo que en las relaciones con Venezuela -lugar donde se cometen crímenes de lesa humanidad, según la ONU- el Gobierno lleva la corrección política por bandera; en otros escenarios, por mucho menos se ha retirado al embajador o se ha contravenido una posición unitaria de los 27 estados miembros de la UE. En este sentido, no es casualidad que en las distintas casuísticas observadas se hayan puesto de manifiesto por parte del ejecutivo argumentos contradictorios, así como tomado la determinación de llevar a cabo según qué clase de acciones que en ningún caso encontraban amparo en la sensatez política, sino más bien en el más puro cálculo electoralista.

Con lo de Venezuela estamos asistiendo nuevamente a un escenario en que el ejecutivo español está protagonizando un papel lamentable. Sin duda, se está contribuyendo subrepticiamente a la perpetuación del régimen asesino y totalitario que lleva tantos años sumiendo en la pobreza a uno de los países con más potencial del globo. Tanto es así, que incluso en el Parlamento Europeo, el PSOE ha trabajado para que el conjunto de los socialistas europeos rechazara también el pasado jueves la propuesta de reconocer a Edmundo González como lo que es, el presidente electo de Venezuela. En la misma línea, recientemente se han desvelado también informaciones que hacen referencia a que en la propia embajada de España el chavismo amenazó y coaccionó al señor González Urrutia, lo cual se había negado desde el Ministerio del Exterior.

En definitiva, tanto por la acción de unos, como por la omisión manifiesta de otros, la única alternativa que parece quedarle a Venezuela es que un milagro en forma de intervención militar les salve de seguir en manos de semejante cuadrilla de criminales. Mientras tanto, quienes no comulgamos -ni contemporizamos- con dictaduras, seguiremos haciendo lo que esté en nuestra mano para que se dé un cambio de 180 grados en el país caribeño.

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