Más dura podría ser la caída, Ángela
Deberíamos ocuparnos de la situación que estrangula a las mujeres presas en Cataluña
Hace poco más de diez días, la prensa aventaba la última ocurrencia de una protagonista singular: Ángela Dobrowolski. Los hechos eran que la expareja de Josep Maria Mainat abría una rendija de 35 cm en la verja de una ventana del Centro Penitenciario de Mujeres de Barcelona con aparente finalidad de evadirse de la cárcel y de las responsabilidades penales actuales y futuras.
Extraño interés el nuestro, preocupados por las peripecias de un personaje de magnitud social cuestionable. Así pues, y tomando de punto de partida la excéntrica presidiaria, sería bueno ocuparnos de lo que debería ser objeto de debate público: la situación que estrangula a las mujeres presas en Cataluña.
Remontémonos un poco en el tiempo…
Este año 2024 el sistema penitenciario catalán celebra efeméride, puesto que hace 40 años del traspaso a la Generalidad de Cataluña de las competencias de ejecución penal. El traspaso de atribuciones, desde el 1 de enero de 1984, se iniciaba con un nuevo escenario para las mujeres encarceladas: justo hacía 2 meses y medio que las primeras internas empezaron a llenar Wad Ras, dejando atrás la cárcel de mujeres de La Trinidad y la regencia, con represión física psicológica y moral, por parte de las monjas Cruzadas Evangélicas de Cristo Rey.
Con el cierre de la cárcel Modelo, 2017, el equipamiento de Wad Ras pasó a ser la construcción penitenciaria más antigua. Una edificación del año 1915 que, pese a los esfuerzos y las inyecciones presupuestarias de conservación y adecuación, es un espacio sobradamente obsoleto. Un espacio anacrónico más propio de memoria histórica que de estancia y cumplimiento de condena.
En 40 años la Consejería de Justicia ha sido ocupada por catorce consejeros/as, sumando seis mujeres (repitiendo Núria de Gispert en dos ocasiones) y ocho hombres. En estos 40 años se han inaugurado los centros de Quatre Camins, Brians 1 y Brians 2 y Lledoners; todos ellos centros para hombres, a excepción de una edificación para mujeres dentro de Brians 1 —centro donde 9 de cada 10 reclusos/as son hombres—. Por otra parte, en estos 40 años se sustituyen las cárceles de Jóvenes de la Trinidad por el Centro Penitenciario de Jóvenes de La Roca del Vallés —exclusivamente por población masculina—, la de Figueres y Girona por la de Puig de les Basses y la de Tarragona por la de Mas Enric en el Catllar (cada una con un módulo para mujeres).
Por último, en estos 40 años se unifican las prisiones de Lleida 1 (de 1954) con Lleida 2 (de 1984), que origina el llamado Centro Penitenciario de Ponent (con cohabitación de géneros y un único módulo para mujeres).
En resumen, y en visión/revisión de género, bien podríamos decir que el aniversario conmemora 40 años de olvido sostenido hacia las mujeres presas. Es una constante la dejadez y los incumplimientos políticos por la construcción de un centro de uso exclusivo para mujeres en Cataluña y el testimonio de que se han ido traspasando las diferentes conselleries de Justícia.
La única propuesta firme de construcción de una cárcel para mujeres la impulsó la exconsejera Montserrat Tura en torno a los años 2005-10, poniendo la mirada en un terreno en Sant Llorenç d’Hortons, a menos de 40 kilómetros de Barcelona. Su sucesora, Pilar Fernández Bozal, suspendió presupuesto y proyecto en 2011.
En 2017, un equipo de políticos de chiringuito y expositor, cerraban la emblemática cárcel Modelo de Barcelona. Con el cierre se abandonaba definitivamente la idea de que La Model fuera sustituida por una nueva prisión de preventivos en Barcelona, en la Zona Franca (idea que ya insinuó Artur Mas en 2014). Esta población presa ya la espera de juicio sería desplazada a Brians 1, lejos de juzgados, familias y abogados.
La apuesta y promesa fue que en terrenos de la Zona Franca se construirían dos centros penitenciarios: una prisión de mujeres y un centro abierto. Ambos equipamientos liquidarían los centros todavía existentes en la ciudad de Barcelona, el Centro Abierto de la Trinidad y el Centro de Mujeres de Barcelona (Wad Ras). La promesa, en aquel pretérito, fue que estos dos centros inaugurarían en 2025.
Actualmente, el último anuncio del departamento de Justicia, retrasa hasta 2029 la apertura de la cárcel de mujeres, 12 años después del cierre de la Modelo. Espléndido evento futuro, pues, para conmemorar a los venideros 45 años bisiestos de competencias.
Para la población penitenciaria femenina de la provincia de Barcelona, el cierre de la Modelo derivó en un agravamiento en sus condiciones de vida. Alcanzar la población preventiva y masculina de La Modelo en Brians 1 (unos 900 internos) supuso cerrar 4 departamentos destinados a mujeres presas (incluidos la Enfermería e Ingresos). Así, a pesar de que la cifra de mujeres en Brians 1 ha ido menguando en el tiempo, su calidad de vida ha ido claramente a la baja, claramente involucionante.
Hay que añadir, últimamente, una nueva mejilla. Por riesgo estructural, se cierra la UMS, otra unidad residencial de mujeres. Actualmente, Brians 1 solo contempla dos unidades para mujeres: un módulo residencial y un departamento de régimen cerrado para cumplimiento de sanciones y primeros grados.
Tener un único módulo es calamitoso, puesto que impide una mínima clasificación interior. Y esto en prisiones es clave para la supervivencia y para la intervención resocializadora.
En consecuencia, y como si de una coctelera se tratara, en el módulo de mujeres de Brians 1 conviven todo tipo de internas —ingredientes de un “Long Island Iced Tea” subido de tequila, ron y vodka-: las jóvenes con las veteranas, las de primera entrada en prisión con las reincidentes, las que salen de permiso y las que ni hablar de ello, un abanico delictivo tan amplio como capítulos tiene el Código Penal, las embarazadas, las enfermas orgánicas o mujeres con patologías psiquiátricas con quien no las tiene y, a modo ornamental, las recién ingresadas reconvertidas en guindillas de la “barretxa”. Todo un mestizaje que agitado en único recipiente hace inevitable la embriaguez etílica y una peor resaca.
Pero esto no es suficiente, la maldición política hacia las mujeres presas suma un último elemento. Cataluña solo dispone de un único departamento de primeros grados y sancionadas. Como no, este está ubicado en Brians 1.
Por consiguiente, y funcionando de igual modo que lo hace la Ley de la inercia gravitatoria, este departamento atrae “lo peor de cada centro”. Internas autóctonas e internas importadas que, al cumplir el primer grado o las sanciones, pasan al único módulo residencial de mujeres de Brians 1, enquistando el problema y apuntalando la inconvivencia.
Para hacer correcta magnitud de este pozo penitenciario instalado en Brians 1, vamos a uno de los criterios de evaluación que a menudo utilizan los trabajadores penitenciarios, las agresiones sufridas por profesionales. Solo recontando a funcionarias agredidas en los dos departamentos de mujeres de Brians 1 en los últimos tres meses, la cifra supera la quincena. Una auténtica cifra negra, sin antecedentes en ningún centro o módulo de varones.
Quizás haría falta un cartel en el acceso del Departamento de Mujeres de Brians 1 que con pictogramas advirtiera de la entrada a una zona de peligro. No en vano, estos mismos trabajadores acusan a la conselleria de promotores de violencia institucional contra las mujeres y practicar la hipocresía de género.
Suficientes celebraciones vacías de contenido cada 8 de marzo, claman, y más inversiones con perspectiva de mujer. Porque quien resiente de este desbarajuste no solo son las mujeres presas, lo son también las trabajadoras del centro y el mandato constitucional de su reinserción.
Así tenemos que el panorama actual de mujeres en prisión en Cataluña es el siguiente. La población femenina es de un 5,4% sobre el total de presos en Cataluña. La distribución, aproximada, de las 340 internas es de 120 internas en Wad Ras, 125 en Brians 1, 40 en Mas Enric, 25 en Ponent y 30 en Puig de les Basses.
La elocuencia de las cifras habla por sí sola: más de 2/3 partes de las mujeres presas están en la provincia de Barcelona, por tanto, o bien viven en el equipamiento más antiguo y obsoleto (Wad Ras) o bien viven en el infierno de Brians 1, y, el resto, menos de una tercera parte de las mujeres presas, las “tomas de provincias”, lo hacen en centros mixtos donde representan una minoría étnica (1 interna por cada 23 internos) y una minoría en rango.
Con esta perspectiva, la suerte de Ángela Dobrowolski, independientemente de que los funcionarios evitaran una más que probable quebradiza de crisma en el frustrado intento de fuga, pasa por qué pueda ahorrarse un traslado a Brians 1.
Qué fracaso más absoluto, Ángela, si para intentar evadirte del centro penitenciario más antiguo de Cataluña acabarás en el polvorín que la administración te ha ido preparando a las mujeres presas en los muros de Brians 1. ¡Seguro que más dura sería la caída!
PS: Horas després de escribirse este articulo, Ángela Dobrowolski fue trasladada a Brians 1.
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