Profesora con las banderas de Estonia y Finlandia de fondo
OPINIÓN

Los profesores de Estonia y Finlandia

Las familias se sienten la parte más importante en la educación de sus hijos, dedicándoles tiempo, rutinas y amor

Un modelo educativo que muchos aplauden y que en PISA obtuvo buenos resultados fue el de Finlandia y su vástago, Estonia. Su tipo de profesorado fue crucial para su éxito, y si los conocemos es gracias al desaparecido doctor Xavier Melgarejo. Con él tuve grandes conversaciones, felices momentos y amarga expiración. A él le dedico este apartado. Para ti Xavier.

Se dice que gracias al frío y a sus pocas horas de sol, los países nórdicos sacan mejores resultados educativos que los sureños. Esta falacia es fácil de desmontar con las valoraciones de PISA. En estas se observa que Suecia y Noruega no distan demasiado de España, y, sin embargo, Estonia y Finlandia aventajaban a todas, nórdicas o no, con buenos resultados en ciencias. Cabe añadir que Dinamarca, Noruega y España se estancan bajo resultados similares o inferiores.

También se rumorea que una gran inversión en educación es el gran factor del éxito académico nórdico, pero esto tampoco se aguanta. El sistema educativo de Finlandia y Estonia ha logrado los mejores resultados en muchos informes PISA con menos inversión educativa que sus vecinos nórdicos: Suecia, Noruega y Dinamarca. En Estados Unidos, por ejemplo, y durante los últimos años, ha aumentado un 80 por ciento el presupuesto en enseñanza sin mejorar significativamente sus resultados en PISA.

Una profesora da clase el día del inicio del curso en el colegio de la Alameda de Osuna, a 5 de septiembre de 2022, en Madrid (España).

Además, la causa del éxito en Finlandia y Estonia no se detallaba en los informes PISA. Estos estudios solo evalúan los niveles de los escolares y no sus causas. Para conocer estos factores cabe leer el libro Gracias Finlandia de Xavier Melgarejo. Este ensayo ofrece simple y humildemente las estrategias que triunfaron en Finlandia y posteriormente en Estonia. El perfil de sus profesores tuvo mucho peso en ello.

Finlandia desarrolló su sistema educativo por los años sesenta, cuando la URSS amenazaba con invadirla. Eran tiempos en donde la Guerra Fría convertía a este país en plataforma estratégica frente a los Estados Unidos. En la mente de los finlandeses, y viendo el riesgo de ser digeridos por el gigante soviético, creció la idea de crear un sistema educativo que preservara tanto su lengua, cultura e identidad. Así decidieron que la cultura finlandesa fuera indisoluble ante el maremoto ruso y con ello, y en parte, lograron un buen sistema educativo.

En realidad, fue un laberinto de vigas que triangularon durante un tiempo una enseñanza con solidez. Las más fundamentales fueron las siguientes: la didáctica adquirida por sus profesores; la detección precoz de alumnos con dificultades; las terapias inmediatas y correctivas al respecto; unas empresas que exigen buenos profesionales; la ciencia que determina que prácticas educativas funcionan o no; una sociedad que valora la solidaridad y el civismo; un dominio excelso de un par de idiomas como mínimo; unos aspirantes a docentes con las mejores notas de bachillerato; el alto estatus social y la calidad de su profesorado; y finalmente unas familias altamente comprometidas en la educación de sus zagales.

Para el doctor Gabriel Heller-Sahlgren, investigador en el Research Institute of Industrial Economics de la London School of Economics, las causas debían ampliarse a contextos anteriores a la reforma educativa finlandesa. Tuve el placer de conocer a Gabriel Heller-Sahlgren durante las X Jornadas de Secundaria en Barcelona. Allí comentamos su libro Real Finnish Lessons: The true story of an education superpower, en donde detallaba que las mejoras en el sistema de Finlandia empezaron mucho antes de que las políticas educativas se aplicaran.

La singular historia de Finlandia explica gran parte de su éxito educativo inicial, que se remonta al papel desempeñado por sus profesores durante su construcción nacional gestada en el siglo XIX. Durante la misma los docentes mantuvieron un entorno educativo tradicional y jerárquico. Hoy en día, un creciente número de estudios sugiere que los métodos tradicionales son más efectivos en la mejora de los resultados de los alumnos, es decir, el auge educativo finlandés fue propiciado por factores socioeconómicos e históricos, juntamente con una educación tradicional y estructurada. Sus profesores nos darán gran parte del perfil que describiremos como modelo a alcanzar.

Una alumna atiende durante una clase semipresencial de Matemáticas impartida por la jefa de Estudios, Celeste Molinero a alumnos de 4º de la ESO en el Colegio Ábaco, en Madrid (España)

Hoy en día sabemos que los estudiantes no aprenden bajo dos situaciones: o no pueden o no quieren. Es decir, o bien el escolar se halla limitado de capacidades, o bien no ha sido educado hacia el estudio. En ello Finlandia y Estonia, muy conscientes de lo anterior, trabajaban bien las dos causas. Las disfunciones se diagnosticaban y trataban en infantil, y los hábitos estudiantiles desde la familia, la administración y la docencia.

El camino finlandés y de Estonia resultó, pues, eficaz. Por un lado, se diagnostica y trata cualquier limitación clínica del alumno ya en infantil o primaria. Y por el otro, se trabajan con esfuerzo los hábitos de aprendizaje con maestros y profesores doctos y altamente cualificados. Para ello, y ya en primaria, se imprime un dominio brutal y excelso de la comprensión lectora, base de todo concepto a poseer en la mente y a plasmar en un escrito o exposición oral.

En todo ello, la familia se siente la principal responsable de la educación de sus hijos y no la escuela o la administración. Padres y madres se comprometen a atender a sus vástagos bajo el esfuerzo, rutinas, descanso y juegos. A ello cabe añadir un hogar tranquilo, ordenado y ejemplar que todo niño necesita. La administración local, descentralizada del Estado, se encarga que todo escolar tenga las mismas oportunidades bajo una misma ley que ya fue consensuada por conservadores y progresistas hace décadas. Esta descentralización da mayor rapidez a la toma de decisiones sobre alumnos y necesidades familiares que si la cosa pasara por un Ministerio.

De esta forma, centros educativos de titularidad municipal, familias muy presentes en el hogar y administración local conocedora del entorno, trabajan juntos configurando el sistema educativo nacional, algo que jamás ha sucedido en la península ibérica. Por otro lado, Estonia y Finlandia parten desde su nivel más bajo, infantil, hasta llegar a la universidad, alcanzando una sociedad del conocimiento comprometida profundamente con la educación.

Una profesora da clase el día del inicio del curso en el colegio de la Alameda de Osuna, a 5 de septiembre de 2022, en Madrid (España)

En resumen, podríamos decir que el modelo educativo de ambos, y las leyes que lo han hecho posible, inciden en tres ámbitos, el docente, el familiar y el administrativo. De estos tres cabe insistir en lo siguiente. Los docentes son doctos expertos con una nota media superior al 9 de bachillerato, que dominan su especialidad, la comprensión lectora y la didáctica empática con sus alumnos.

Las familias se sienten la parte más importante en la educación de sus hijos, dedicándoles tiempo, rutinas y amor. Y finalmente, la administración local asegura la equidad de los alumnos gracias a un amparo legal consensuado políticamente, con poca burocracia y centros educativos bien integrados en su población. Todo ello bajo subvenciones a las familias necesitadas para que cada alumno tenga las mismas oportunidades educativas para llegar a lo más alto. Según el Banco Mundial, Estonia y Finlandia pertenecen al grupo de los países con mayor igualdad de oportunidades entre sus alumnos.

Queda claro que estas ayudas estatales permiten que la mayoría de los infantes no vivan en la pobreza gracias al ascensor social de la educación pública. De esta manera, sus familias pueden atenderles en rutinas, cariño y descansos. Eso conlleva que el riesgo de chasco escolar disminuya y que, en gran parte, el modelo de Estonia y Finlandia haya logrado buenos resultados en los informes PISA. Pero además sus centros educativos, la inmensa mayoría de titularidad pública, se rigen de distinta manera que los nuestros.

Por un lado, existen dos líneas de currículum, uno nacional muy breve, y otro municipal extenso y adaptado a las necesidades locales. Por otro lado, las clases no superan los veinte estudiantes por aula, cuyo horario está formado por sesiones que no llegan a los sesenta minutos. Estas a su vez se distribuyen intercaladas entre pequeños descansos que mejoran el nivel de atención, ¿tomamos nota de ello?

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