Urna electoral con el símbolo del Yinhg y el Yang de fondo

OPINIÓN

Las elecciones del 12 de mayo y la batalla cultural

Uno tiene la sensación que hay cosas que se están moviendo en Cataluña. Veremos si el 12 de mayo, el resultado electoral

Puigdemont, concierto económico y referéndum. Llevamos ya varias semanas de precampaña electoral y no se ha hablado prácticamente de nada más en la política catalana. De momento, la bandera sigue priorizando el debate público y los problemas reales -concepto que normalmente usa la oposición en cualquier país- quedan en segundo término. 

Cataluña vive instalada desde hace años en una batalla constante entre el blanco y el negro. O eres indepe o eres 'ñordo'. O eres Laportista o lo odias profundamente. O eres de Barcelona o no puedes ni ver en pintura a los 'pixapins'.

No hay término medio. Excepto en la ideología, donde el progresismo, esta izquierda de instagram y de frases vacías, se ha instalado en la mayoría de medios de comunicación, opinadores y partidos políticos. Es curioso, si algo tienen en común Jordi Évole, Jordi Basté, El Nacional, Toni Soler, Anna Gabriel, Ada Colau o Pere Aragonès, es esa legitimación de la izquierda como única ideología válida en Cataluña. Uno no puede ser de derechas y tener un medio de comunicación, ser opinador en Catalunya Ràdio, montar una productora o ser un personaje público.

Somos los más progres

En resumen: Cataluña es más de izquierdas que nadie, más woke que hasta en Estados Unidos, donde el término se acuñó y causó fortuna. Fíjense: más allá del PP o VOX no hay formación a día de hoy en el Parlament que cuestione los postulados de izquierda. Es más, hasta el PP en algunos momentos es tan sistema que esto de la batalla cultural se lo mira de reojo. 

Montaje de todos los jefes de partido en Cataluña

Otro ejemplo paradigmático es el de Junts per Catalunya, que se define como fuerza progresista, aunque después algún día exige acabar con el impuesto de sucesiones. Hace unos meses vimos a los juntaires hablar de la inmigración ilegal, de la seguridad y de las empresas. Lamentablemente, fue un miraje y la formación ha vuelto apostar por Puigdemont y por esconder, de momento, la ideología. Es una lástima, porque sus alcaldes -que cada vez son menos- piden a gritos volver al 'seny' para acabar con los problemas que sufren sus municipios.

Es curioso: cada vez más gente en Cataluña evoca al sentido común y al orden pese a los resultados electorales. El problema, probablemente, es la bandera. La batalla cultural existe y es más presente que nunca estos días. Las buenas previsiones del PP, de VOX y de hasta Aliança Catalana son un buen ejemplo de ello. En un sitio normal, donde el voto no se rigiera también por el baremo identitario, la batalla cultural desde la política tendría mucha fuerza. 

Faltan poco más de 30 días para las elecciones del 12 de mayo y sería ya el momento de empezar a hablar de estos problemas reales. Ha llegado la hora de que alguien obligue a Esquerra, Junts o al PSC a opinar sobre la seguridad, sobre la gestión de la inmigración o el actual modelo de prestaciones y ayudas. Ya sería hora de poner encima de la mesa la cifra de violaciones y los 116 millones de euros que tiene de presupuesto Tània Verge o qué pasa en nuestras cárceles. 

Uno tiene la sensación que hay cosas que se están moviendo en Cataluña aunque los principales partidos se nieguen y lo silencien. Veremos si esta batalla cultural que parece estar de moda en algunos ámbitos se traslada en votos el 12 de mayo.

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